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Albert Rivera, el político precoz que corre el riesgo de convertirse en 'jarrón chino' de Ciudadanos

Albert Rivera, en sus inicios como diputado en el Parlament, en noviembre de 2006

Carmen Moraga

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Cuando el 11 de noviembre de 2019 Albert Rivera anunció, emocionado, que dimitía como presidente del partido que había fundado con un grupo de intelectuales en 2006 y había liderado con mano férrea durante 13 años, la mayoría de los dirigentes de Ciudadanos que le habían acompañado durante todos esos años rompieron a llorar. No se acababan de creer ni de digerir que Rivera se iba, que lo dejaba todo como consecuencia de la debacle que un día antes habían sufrido en las urnas perdiendo nada menos que 47 escaños y quedándose tan solo en 10.  

La decisión de irse, muy alabada por propios y extraños, convertía a Rivera en el jubilado más joven de la política en la que había recalado con 26 años de forma tan precoz como lo estaba siendo su marcha. Días después de aquella traumática despedida el carismático dirigente de Ciudadanos cumplió 40 años.

Apartado de los focos mediáticos y en silencio durante varios meses, a primeros de marzo Rivera decidió reaparecer fugazmente para anunciar que volvía a la 'vida civil', que había sido fichado por el prestigioso bufete de abogados Martínez- Echevarría para dirigir sus negocios en España y Portugal. En aquella rueda de prensa, que convocó justo cuando Arrimadas y Francisco Igea iniciaban una dura campaña interna de primarias para disputarse la presidencia del partido, Rivera, remedando al expresidente del Gobierno socialista, Felipe González, sentenció que no quería ser “un jarrón chino”. “Bastante crispación hay ya [en la política]. No me gustan las tutelas ni ser un jarrón chino”, apuntó, para respaldar después a Arrimadas: “No hay que ser un lince para saber que aunque mi voto es secreto, sea un secreto a voces”. Su apoyo a la que sería días después oficialmente su sucesora estaba cantado.

Estalla la pandemia y todo lo cambia

El estallido de la pandemia del COVID-19 desbarató lo que parecía un guión ya escrito. Por un lado, frustró los planes del exdirigente de Ciudadanos de volcarse en su nueva actividad y antigua profesión de jurista. Confinado en su domicilio, y a la espera de su inminente paternidad, ha tenido hasta hace unos días que atender telemáticamente las tareas del bufete, al que ha incorporado a su amigo José Manuel Villegas, que fue el número dos de su Ejecutiva. 

La crisis sanitaria también le ha obligado a retrasar la presentación de su libro de memorias, Un ciudadano libre, un acto muy esperado que en un principio tenía planeado para mediados de abril y que ahora ha anunciado que será por fin en septiembre. “En el libro lo cuento todo”, “cosas que antes, por motivo de mi cargo, no podía contar y ahora sí”, ha adelantado Rivera a modo de promoción en una encuentro telemático con simpatizantes y seguidores. 

Porque Rivera ha vuelto. El político precoz no ha aguantado permanecer al margen de los acontecimientos políticos y decidió hace unos días aceptar la oferta de la consultora Thinking Heads para protagonizar un webinar, unas conferencias online para debatir con 'la sociedad civil' sobre temas de actualidad, sobre lo divino y lo humano, un encuentro que fue retransmitido en directo en sus perfiles de todas las redes sociales.

Su reaparición inquietó a la nueva cúpula del partido en donde saben la influencia que sigue teniendo el exdirigente de Ciudadanos y el distanciamiento que mantiene ahora con su sucesora por el giro estratégico que ha dado apoyando los decretos de estado de alarma del Gobierno de Pedro Sánchez contra el que él había ordenado un 'cordón sanitario' vetando cualquier acuerdo mientras mantuviera su alianza con “populistas e independentistas”. 

Pero en este encuentro celebrado el miércoles Rivera se cuidó mucho de poner más palos en la ruedas de la nueva Ejecutiva después de ver el revuelo que se había organizado con el portazo de Juan Carlos Girauta y Carina Mejías a raíz de ese apoyo de Arrimadas a Sánchez . O por su decisión de difundir en Twitter un artículo del catedrático Andrés Betancor, asesor jurídico de Ciudadanos, muy crítico con el Gobierno.  De ahí que en ese debate online evitara incluso citar a Arrimadas y se centrara en cargar contra Sánchez e Iglesias. “Los presidentes de los partidos tienen toda la legitimidad para tomar decisiones. Yo lo hice, no quise que me tutelaran desde fuera. Por eso no voy a decir si las decisiones que tome  [la nueva dirección] son buenas, malas o regulares”. “No voy a ser un jarrón chino”, reiteró. 

Rivera dice que quiere impulsar “una red de líderes”

En un mensaje que ha dejado grabado este jueves en su canal oficial de Telegram Rivera, como ya había advertido, promete que continuará con estos encuentros virtuales. “Lo de ayer era solo un pistoletazo de salida”, ha dicho. “Lo que pretendemos es crear una red de líderes en el cambio, de personas que se reinventan y que luchan y que no se rinden ante esta crisis de la pandemia y que mira hacia adelante”. “Creo que hay mucha gente válida en este país en la sociedad civil y que es bueno que nos conectemos, nos ayudemos y colaboremos”, añadió, para adelantar que habrá “otros eventos encuentros digitales con gente interesante que está dispuesta a ayudar y a participar para mejorar cada uno en su ámbito”.

Quienes le conocen sabían que no tardaría en reaparecer. “Albert se aburre, la política siempre ha sido su gran pasión y lo de Arrimadas está claro que le ha parecido fatal”, señalan algunos de sus antiguos compañeros. “Echa en falta opinar y ya dijo que participaría en conferencias y coloquios y eso es lo que está haciendo”, le defienden otros.

El madrileño Juan Carlos Bermejo, que fue su rival en 2017 en las primarias para la presidencia en el anterior congreso del partido, recuerda que “Albert fue un referente, una persona valiente que defendió que la regeneración política era posible en España. Pero lamentablemente, luego, en la comodidad de Madrid, demostró ser un cobarde y cuando tuvo oportunidad de cambiar las cosas de verdad, no lo hizo provocando un daño enorme a España del que ahora podemos dar fe”. 

Una de las cosas que más ha dolido a algunos miembros de la nueva dirección es que en la V Asamblea General, que al final el partido tuvo que celebrar de forma telemática por culpa de la COVID-19, Rivera ni siquiera tenía pensado participar. El que lo fue todo en Ciudadanos declinó por dos veces intervenir en el cónclave para despedirse de la militancia y dar la bienvenida a su sucesora, como suele ocurrir en los demás partidos cuando hay un relevo de liderazgo. Ante la extrañeza que causó la noticia, al final Rivera mandó un vídeo de compromiso de dos minutos y medio en el que citaba de refilón a Arrimadas y le deseaba “suerte y aciertos”. En su breve alocución  -que se emitió sin pena ni gloria a última hora en la primera jornada del cónclave-, animó a la nueva dirección a fijar como “horizonte” el que fue su gran hito: los 57 escaños conseguido en las generales del 28A, todo un éxito que en pocos meses Ciudadanos, bajo su liderazgo, dilapidó sin que Rivera aún haya ofrecido una explicación. 

“Su personalidad narcisista no le permite reconocer sus errores y, además, le empuja a mantener ahora un protagonismo inexistente en contra de la que fue su más fiel seguidora”, lamenta el economista y empresario madrileño, otrora muy crítico con Arrimadas y hoy muy satisfecho de que el partido se haya situado por fin en el centro, de donde muchos creen que no tiene que salir. 

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