El funeral de Estado por Suárez cierra una semana de consenso impostado
“Algunos de los que pasan por aquí para mostrar su respeto contribuyeron a hundirle”. El comentario entre dientes de uno de los ujieres del Congreso apostado a la entrada de la capilla ardiente de Adolfo Suárez fue la respuesta a una joven periodista de radio que le pedía su opinión sobre los políticos y expolíticos que desfilaban ante el féretro del expresidente con cara de circunstancias. A unos metros del Salón de los Pasos Perdidos, el ujier declinaba concretar para no meterse en un lío ante tanta impostación de consenso.
Desde que Adolfo Suárez Illana había convocado el viernes por la mañana una rueda de prensa para anunciar que esperaba la muerte de su padre en las siguientes 48 horas, el protocolo se puso en marcha a la espera de que la familia diese su visto bueno a los fastos oficiales. Aún tardaría unas horas más en morir. Nada más difundirse la noticia desde la clínica en la que estaba ingresado, empezaba la catarata de elogios y palabras de pésame.
Del rey a los partidos, el intento de endulzar la Transición fue evidente para el ujier de la Cámara y para otros que, como él, pasaron todo el lunes en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo. La hemeroteca rescataba lo que publicaron los diarios entregados al panegírico.
La apropiación de Suárez
La apropiación de su figura por parte de la mayoría del arco político había empezado antes. Pocos minutos después de la muerte, el Rey anunciaba estar “lleno de consternación” y lo ponía como ejemplo “para lograr la mejor articulación de la diversidad de España”. Mariano Rajoy también reclamaba la vigencia de su figura. José María Aznar los superaba al declararse votante entusiasta.
Mientras, en la calle, el consenso entre los españoles sincero. Muchas horas antes de que el lunes se abriera su capilla ardiente, miles de personas guardaban cola para mostrarle su respeto. Los mayores, los que vivieron bajo sus gobiernos y le vieron caer, hablaban de ejemplo y destacaban su sentido de Estado. Los más jóvenes, explicaban lo aprendido en los trabajos del instituto o en la facultad. La fila ordenada de españoles que rendían su homenaje anónimo al expresidente zigzagueó alrededor del Palacio de la Carrera de San Jerónimo durante más de un día hasta llegar a los 3 kilómetros de cola.
En el patio del Congreso, los políticos de todos los colores se paraban ante los micrófonos para deshacerse en elogios hacia el hombre que yacía en el ataúd, ante el pasmo del ujier de la Cámara. El plato fuerte lo puso Artur Mas, que aprovechó la ocasión para pedir a Rajoy la valentía política que Suárez practicó en vida. El gesto sentó como un bofetón en el Gobierno. Eso no impidió al ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, para ponerse a la altura y responderle que el presidente actúa con Cataluña “como hubiera hecho Suárez”.
El reproche a los políticos
Ese mismo Ejecutivo y los diputados que escoltaban el ataúd, tuvieron que escuchar el martes cómo los ciudadanos les gritaban al paso del cortejo fúnebre que aprendieran de él. El segundo día de luto oficial, el martes, la afluencia había sido menor y más desangelada, pero algunos de los que quisieron ver la salida del féretro les cantaron las cuarenta con gritos de “sinvergüenzas” incluidos.
Una vez el cuerpo fue enterrado en el claustro de la Catedral de Ávila, en el Congreso y en el Senado se intentó acordar una declaración institucional que reflejara el consenso en torno al expresidente muerto. No hubo forma. ERC, Amaiur y BNG se negaron a suscribir el texto y el Grupo Mixto se dividió en dos. Al final, no hubo declaración y el homenaje final quedó en un minuto de silencio. ERC no participó, el diputado de Amaiur sí lo hizo pero sin aplauso final, como los nacionalistas gallegos y el representante de Compromís-Equo. El Senado logró el objetivo porque los grupos discrepantes no pudieron bloquear la decisión.
El funeral que este lunes por la tarde oficia Antonio María Rouco Varela en la catedral de La Almudena cierra la semana transcurrida desde el fallecimiento. La homilía del cardenal arzobispo de Madrid centrará la atención de los asistentes después de que en el funeral por las víctimas del 11M aludiera a la conspiración de “los oscuros objetivos de poder” tras los atentados.
La familia de Suárez, los reyes, los príncipes, todo el Gobierno y los 17 presidentes autonómicos asistirán. También los tres expresidentes, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero y los tres 'padres de la Constitución' que aún viven: Miguel Herrero Rodríguez de Miñón, José Pedro Pérez-Llorca y Miquel Roca.
El guineano Teodoro Obiang también ha querido asistir y ha respondido afirmativamente a la invitación que el Gobierno ha cursado a Guinea Ecuatorial como al resto de países con representación diplomática en España. La presencia del guineano en España levantará la polémica por las numerosas denuncias que pesan contra él por corrupción y falta de respeto a los derechos humanos.
[if gte mso 9]>