Cuando Ortega Smith no pilló la broma de Manuel Burque
Aunque nació en Santa Cruz de Tenerife, se fue a vivir desde muy pequeño a Galicia. Manuel Burque estudió Comunicación Audiovisual en la Universidad de Salamanca y Arte Dramático en Madrid. Tiene una dilatada carrera en el mundo del teatro, el cine, las series y los programas de televisión. Ha sido guionista, director de teatro y cine y actor y colaborador en multitud de producciones. En los últimos tiempos, compagina diversos trabajos que funcionan con gran éxito. Ha sido coguionista, junto a Leticia Dolera, y actor en la serie La vida perfecta. También colabora junto a Quique Peinado en el programa Radio Gaga de #0. En radio, participa habitualmente en el A vivir que son dos días, de Javier del Pino, y tiene su propio programa, Buenismo Bien, junto a Quique Peinado y Henar Álvarez. Mucha gente lo conoce también por sus colaboraciones como falso reportero de “extremo centro” en El Intermedio o por sus actuaciones en las últimas temporadas de El Club de la Comedia.
¿Qué es para ti el humor?
El humor es un susto placentero. La comedia, la risa. La comedia es la manera intelectual y discursiva de hacer reír. Pero con lo que te hace reír, pensado y armado es como me las apaño para darle un susto muy agradable a tu cabeza. Es decir, que tú pienses una cosa y que yo vaya por detrás y te haga cosquillas. Y tú te ríes porque no te lo esperabas. Eso es el humor. Por eso es muy parecido, que esto lo han dicho mil teóricos y mil escritores de comedia, es muy parecido a cuando te ríes cuando te dan un susto. Porque no te lo esperas. Hay un punto de alivio a la sorpresa y a que te pillen desprevenido.
¿Cuál es tu tipo de humor favorito?
A mí, el humor que más me gusta es el humor absurdo grotesco. El humor de Nogera, de los Vengamonjas, de Ignatius. Es lo que más me hace reír. Porque es lo que más me hace reír. Me follan el cerebro. Le dan la vuelta. Lo sacan. Y es lo que más me hace reír. Luego, los sustitos, las sorpresas de comedia más tradicional me agradan, me hacen sonreír pero lo que me hace llorar de la risa es la comedia absurda e irracional, es lo que más me gusta.
¿Y ya te gustaba el humor de pequeño?
Yo de pequeño sentí que hacía reír sin querer. Para mí, la situación estaba siendo muy dramática pero los de alrededor se reían con mis dramas, como puede ser Buster Keaton. No está disfrutando, está sufriendo mucho y los de alrededor se reían. Pues a mí me pasaba lo mismo. Yo siempre he vivido la vida desde el sufrimiento y el drama, pero cuando era pequeño, de repente veía que los de fuera se reían, y eso me protegía. Descubrí una manera de sobrevivir con la comedia. Entonces, decía: “Yo en el colegio sufro muchísimo pero, cuando hago reír parece que agrado a la gente. Entonces no me rechazan tanto como yo siento.” Es una manera de huir, en el fondo, hacer reír.
¿Cómo conseguías hacer reír a tus compañeros de colegio?
Tengo una fotografía mía con 11 años, un jersey superhortera, una cosa horrible, sentado en un sofá que parece sacado de una casa abandonada, con un libro de chistes de Lepe. Y ese era mi manual de supervivencia, los chistes de Lepe. Me los aprendía y los contaba. Por dentro era un sufrimiento, porque si fracasaba, era muy doloroso que la gente no se riese. Yo jamás me propuse hacer comedia. Yo quería estudiar interpretación, hacer cine, cosas serias y dramáticas. En la escuela de interpretación, ya con 21 años, tuve que interpretar a Trigorin que es un personaje, desde mi punto de vista, bastante dramático en La Gaviota de Chéjov. El monólogo que yo representaba en la muestra de final de curso me lo había preparado desde el dolor y la emoción, y el público se reía. Entonces, a medida que escuchaba risas, me iba cabreando más. Y les hacía reír más. Entonces se genera un bucle de: “Que no os quiero hacer reír, coño, yo lo que quiero es que lloréis.” Y no lo conseguía. Entonces, mi profesor de interpretación me dijo: “Bueno, igual es que has orientado el personaje con algo tuyo que te hace reír y eso lo tienes que estirar”. Entonces me metí en la comedia. Pero me metí, de nuevo, como en una balsa de supervivencia.
¿La comedia te ha salvado de algún problema en la vida?
Yo me he dado cuenta de que las cosas más graciosas con las que he hecho comedia son esas situaciones que en su momento fueron dramas absolutos. Por ejemplo, en Ilustres Ignorantes conté cuando de repente, en un bus de Extremadura a Madrid, después de 24 horas sin parar de comer, me entró un apretón en un autobús que no tenía baño. Yo hice comedia con esto. Tuve que ir al tío y decirle que me estoy cagando sin decirle: “¡Me estoy cagando! ¡Tienes que parar!”. Y me dijo: “Pero si va lleno, el bus”. Así que le dije: “Me da igual. Es eso o que tengamos todos un desastre aquí, porque no puedo aguantar más”. Paró. Además solo me abrió a mi, le cerró la puerta a los demás, para que yo bajase y tuviese que hacer el paseillo de la vergüenza. Una cosa muy graciosa contada después, pero que yo la viví con una vergüenza y un dolor terrible. Pero luego, cuando la cuentas, ves que la gente se ríe y desahoga ese dolor que sufriste. Entonces dices: “Vale, ya está, por lo menos he sacado comedia de esto”. Entonces creo que es eso, la comedia es drama y van siempre de la mano. De una u otra manera.
Se dice mucho que la comedia es tragedia más tiempo
Esto se dice porque seguramente quien lo haya dicho lo ha vivido en sus carnes. La comedia es la tragedia más tiempo. Y fíjate, yo me considero más trágico que cómico. Igual la palabra es que como yo me considero más trágico y los demás medio cómico, pues quedamos en que soy tragicómico. En un punto intermedio.
Mucha gente te conoce por tus apariciones televisivas como entrevistador fake
Las bromas son muy delicadas. Ortega Smith, en El Intermedio, cuando le entrevisté haciéndome pasar por periodista de “extremo centro” reaccionó muy mal cuando se dio cuenta. Con lo cual, le deja en una situación muy mediocre. Soy de El Intermedio. No soy de TVE. No soy de Antena 3. No soy de Informativos Telecinco. Soy de El Intermedio. Y vengo, aunque sea en apariencia, de periodista de extrema derecha. Pues él pensó que era en serio. Que le estaban dando voz a un periodistas de muy, muy derechas, de extrema derecha, para hacerle una entrevista seria. Y cuando él de repente se dio cuenta de que no era una entrevista seria y que, de nuevo, era una entrevista trampa, se puso muy agresivo y violentó a todo el equipo.
¿Qué ocurrió exactamente?
Era cuando a Vox lo votaban 400 personas. Cuando todos nos reíamos de Vox. Así que imagino que por tener asesores de este estilo, que no se dan cuenta que le están tomando el pelo, pues le votaban 400 personas. Le estaba haciendo la bromita de: “Te quería regalar una cosa”. Y saqué la bandera con el aguilucho. Y él se enfadó mucho. Y menos mal que no sucedió, pero yo dije: “Perdóname, ha sido un error, ha sido culpa mía, la cortamos ahora mismo, en tu honor”. Y no había tijeras. Yo hubiese cortado la bandera, y me hubiese metido en un lío. Entonces, le sentó fatal. Paró la entrevista y me empezó a mí a cuestionar: “¿Esa ropa es tuya?” “¡Tú me estás tomando el pelo!”. Al ser un tío fuerte y grande acojonó a todo el equipo. Fue una manera muy fea de reaccionar a una broma. ¡Tío! ¡Estás en El Intermedio! ¿Qué te creías? ¿Que te íbamos a entrevistar en serio? ¿En qué mundo vives?“. ¿No te han dicho ni siquiera que El Intermedio es un programa, igual, un poco rojo? ¿Y que es, además, un programa de comedia? ¿Cómo te puedes creer que es una entrevista de verdad? Él pensaba que era de verdad la entrevista.
En tu carrera profesional has hecho de todo ¿Cómo te definirías?
Como decía, en la tragicomedia. Creo que puedo entrar mucho mejor ahí. Porque creo que, en el fondo, los payasos son tragicómicos. En el fondo, soy un payaso. El payaso triste.
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