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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Periodismo y discapacidad

Participantes en la Jornada sobre Tratamiento Informativo de la Discapacidad: los Medios de Comunicación en las Redes Sociales

Nuria del Saz

Periodismo y Discapacidad. Dos términos muy ligados a mi vida. Son tantos años militando en la doble condición que casi no me recuerdo de otra forma. Son dos condiciones que uno va aprendiendo con la experiencia, que va integrando hasta que se adhiere al cuerpo como una segunda piel. Uno se hace periodista y, por presión social, termina convirtiéndose en experto en discapacidad. La marea te lleva constantemente a una orilla, por mucho que nades contra corriente hacia el horizonte. Una orilla que, casi siempre, es la de la discapacidad. Esto me molestaba profundamente en los comienzos de mi carrera profesional, cuando quieres demostrar todo de lo que eres capaz. Cuando quieres que los otros vean más allá de la discapacidad. Que los demás miren hacia ese horizonte al que deseas dirigirte. Pero no. La ola, una y otra vez, te devuelve a la orilla, hasta que comprendes que es una alianza indisoluble. Indisoluble, positiva y que suma. Suma y te distingue, legitimándote a emitir juicios basados en la experiencia propia y de cuantos comparten esa circunstancia.

La semana pasada compartí mesa redonda con otros periodistas con discapacidad en una jornada debate sobre Periodismo y Discapacidad, organizada por la Fundación A la Par, en la que se presentó el informe “Tratamiento informativo de la discapacidad: los medios en las redes sociales”. Sí, estas se han tragado a los medios de comunicación tradicionales en cierta forma, aunque son estos los que siguen marcando el qué, y los más respetuosos a la hora de abordar la discapacidad.

Los intervinientes coincidimos en que los medios de comunicación deben seguir siendo nuestros aliados en el camino hacia la normalización de las personas con discapacidad. Esto no suena novedoso y tampoco ha dado los frutos deseados, pese a los esfuerzos que tanto medios como periodistas hemos hecho a lo largo de los años para tratar de informar adecuadamente. Esfuerzos que, a veces, han rozado lo ridículo. El lenguaje no ofende per se. No hay palabras prohibidas. Pero, a veces se fuerza tanto el lenguaje que perdemos de vista el sentido común. Nos volvemos tan políticamente correctos que se distorsiona la realidad que pretendíamos mostrar.

No todo es lenguaje políticamente correcto.

Los medios son publicidad, noticias, programas de entretenimiento, retransmisiones deportivas, reportajes de calle, preguntas a los ciudadanos. ¿A cuántas personas con discapacidad vemos naturalmente en esos contextos?

¿Cuántas personas con discapacidad son protagonistas en los medios ejerciendo de ciudadanos sin otra etiqueta? ¿Se muestra la discapacidad desde un contexto de normalidad?

¿Cómo vamos a avanzar si los periodistas/los medios llevan décadas repitiendo clichés? Seguimos estancados en la dualidad héroe/persona dependiente.

Si tan avanzada es nuestra sociedad, ¿por qué no vemos en las tertulias a algún tertuliano con discapacidad? ¿En un programa de cultura el testimonio de una profesora de Literatura en silla de ruedas? ¿En un reportaje económico a un experto que sea ciego?

El gran paso, el salto cualitativo hacia la normalización se producirá cuando las personas con discapacidad seamos verdadera y significativamente visibles en cualquier ámbito. En el de la comunicación, hemos retrocedido. Durante los noventa había muchos más periodistas con discapacidad en los medios. Algunos logramos salir de los programas de corte social o específicamente sobre discapacidad, pese a que la marea, como mencionaba arriba, te arrastra hacia el punto de partida. Pero, con el nuevo siglo, comenzaron a escasear las oportunidades laborales para los periodistas con discapacidad, pese a que en las facultades crecía el número de estudiantes dis.

Para terminar, me quedo con la reflexión que uno de los participantes puso sobre la mesa. Verdaderamente queremos construir la casa por el tejado, cuando las personas con discapacidad ni siquiera podemos disfrutar de lo más básico: la accesibilidad universal. Conviene recordar que la discapacidad, según recoge la OMS, es reflejo de la interacción de las características del individuo y las características de la sociedad en la que vive. Vivimos en entornos en los que las personas en silla de ruedas siguen teniendo que acceder a los edificios por la puerta de atrás, que es la única con rampa. En esas seguimos.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

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