Aislamiento voluntario para blindar al máximo la Navidad: “Es un precio muy pequeño por no exponer a mi abuelo”
Marta Bañon, de 27 años, solo sale de casa para poco más que ir al supermercado a hacer la compra. Como mucho se da algún paseo para despejarse. No está contagiada de coronavirus, pero el próximo 20 de diciembre se irá a Pamplona para pasar las Navidades de este año atípico con su familia. Aunque en las comidas y cenas habituales en estas fechas solo se juntará con sus padres y su hermano, ha decidido autoaislarse antes del viaje que emprenderá desde Madrid, donde vive. No quedará con nadie y seguirá teletrabajando como hasta ahora. “Soy bastante sociable, me gusta hacer planes, pero no me supone ningún sacrificio ni sobreesfuerzo evitarlo para poder estar lo más tranquila posible cuando llegue a mi casa con mi familia. Ya he avisado a mis amigas de que no cuenten conmigo hasta que vuelva”, relata.
La regla general para estas fiestas es evitar los desplazamientos y las interacciones sociales para paliar la probabilidad de expansión del virus, sin embargo, se da por hecho que habrá movilidad y encuentros. En este escenario, hacer una cuarentena preventiva como la de Marta antes de viajar o ver a la familia es una de las medidas recomendadas. Se trata de evitar los contactos sociales para mermar riesgos de cara a las fiestas. Lo ideal es que dure, como mínimo diez días, como hacen los contactos estrechos de un contagiado. Se considera que este es tiempo suficiente porque el periodo medio de incubación está en cinco días y la evidencia apunta a que la capacidad de contagio de los asintomáticos se reduce a partir del décimo día casi a cero.
Es también la opción por la que se ha decidido Laura Sánchez, que no se desplazará de Madrid, pero sí pasará la Nochebuena con su abuelo de 96 años. Esta joven de 27 años se dedica al marketing y teletrabaja desde marzo, por lo que desde el próximo día 14 dejará de quedar con la “burbuja social” del puñado de amigos a los que ve habitualmente. Pasó el virus hace meses y se ha hecho una prueba serológica que ha detectado anticuerpos, pero ante las dudas prefiere “prevenir que curar”: “Él tiene claro que no va a ir a casa de nadie, pero hemos decidido que yo vaya a cenar el 24. Se me cae el alma al suelo al pensar en dejarle solo, pero tampoco voy a meterme en su casa y comer con él sin hacer la cuarentena. Es un precio muy pequeño por no exponerle”, cuenta.
“Es la mejor preparación previa. Es verdad que hacerla de forma estricta no es fácil, pero es lo ideal porque cuando la persona llega al sitio al que tiene que llegar, está libre de sospecha”, explica el epidemiólogo Fernando García, miembro de la Asociación Madrileña de Salud Pública (Amasap). Daniel López-Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la OMS, alude a que nada asegura el riesgo cero porque, por ejemplo, “te puedes contagiar en el trayecto del viaje”, pero sí comparte la medida y apunta a que “indudablemente reduce la probabilidad de que una persona sea contagiada, viaje o vea a sus familiares siendo asintomática positiva y transmita el virus”.
Reducir al máximo los contactos
Hacer un autoaislamiento total durante diez días no es fácil. No todo el mundo puede por cuestiones de trabajo o estudios, y hacer la compra, deporte o dar un paseo son necesidades que la mayoría de personas van a mantener. También está la posibilidad de que los conviventes no quieran o puedan hacerlo y se expongan al riesgo de contagiarse. Marta comparte piso con tres compañeras, una de ellas se autoasilará; las otras dos no. En el caso de Laura, vive con sus padres, que también trabajan desde casa, así que solo saldrán a comprar y a caminar. Con todo, confían en que sea eficaz. No es igual ver a familiares o viajar después de varios días sin haber quedado con nadie o casi nadie que hacerlo tras haber tenido mucha vida social, insisten los expertos.
Por eso, si el autoaislamiento a rajatabla no se puede mantener, Fernando García apunta a la importancia de “minimizar los contactos sociales para que se asemeje lo mayor posible a esa cuarentena ideal”. Los especialistas recomiendan reducir las exposiciones al virus al máximo dentro de las posibilidades de cada persona. Y Gobierno y comunidades autónomas pactaron en su plan para las fiestas hacer esta recomendación a los estudiantes que vuelven a casa por Navidad, pero es algo aplicable a cualquiera. “Aún no siendo un autoaislamiento total, si se consigue reducir la socialización y los encuentros con personas que no son parte de la convivencia, sirve muchísimo”, añade López-Acuña. Es muy común que este tipo de reuniones se hagan en interior y sin mascarilla, por lo que es recomendable evitarlas.
“Yo ya he reducido mucho mis contactos porque mi padre es diabético y tiene más de 60 años. No llevo el ritmo de vida que llevaba antes de la COVID. Yo creo que tenemos que concienciarnos de que estas Navidades van a ser diferentes y ser responsables. Y también que hay que saber equilibrar excepciones, por ejemplo, no dejar a nadie solo”, apunta Laura, que solo pretende quitarse la mascarilla con su abuelo cuando estén comiendo. Es también a lo que se refiere Marta, que desde el principio descartó no ir a Pamplona este año con su familia, porque “unas Navidades aquí sola puede ser tremendo”, pero sí lo hará con precaución: “A mi abuela iremos a visitarla, pero con distancia y mascarilla. Y otra de las medidas que tomaré es evitar tener muchos contactos y salir demasiado cuando esté allí para estar tranquila”.
Una “cuarentena social” es lo que hará Andrea a partir de este momento. Vive en Valencia y se irá a su León natal el próximo 23 de diciembre sin fecha de vuelta, porque se muda a la ciudad en la que vive su familia. Y aunque “hay bastante gente de la que me gustaría despedirme, sé que voy a tener que venir más adelante, así que ahora prefiero no ver a nadie”. Su aislamiento será solo social porque tiene que acudir todos los días al salón de peluquería en el que trabaja, por lo que no tiene opción de encerrarse por completo antes. “Si pudiera lo haría, pero es imposible...”, dice. “Me da miedo por mis abuelos, que cenarán con nosotros, así que quiero restringir lo máximo posible riesgos innecesarios”. La precaución sobre con quién y cuándo se reúne con amigos es algo que ya hace desde hace tiempo, explica, “porque al final cada uno somos responsables de lo que hacemos”.
Dentro de su margen de posibilidades, también Laura, una profesora de 43 años que vive en Burgos, intentará evitar los encuentros sociales antes de pasar la Nochevieja con sus padres, que “son de riesgo por su edad”. Su pareja, con el que vive, también es maestro en el mismo instituto que ella, y ambos terminan las clases el día 22. Aunque no llega a los diez días, a partir de ahí, se encerrarán en casa hasta el día 30 y evitarán incluso pasar el 24 y el 25 con familiares para alargar lo máximo posible el aislamiento. “Llevamos desde el principio tomando todas las medidas. Yo hace mucho que no les veo y desde marzo siempre con mascarilla”, cuenta. Pero las cenas y comidas que se aproximan serán un momento de riesgo: “Por eso nos parece buena opción...Mejor dicho, no vemos otra opción. Jamás pondríamos en peligro a nuestros padres”.
Qué más puedes hacer de cara a Navidad
Además de las cuarentenas previas y la reducción de la vida social, lo mejor es no reunirse con no convivientes durante las fiestas. Y si lo hacemos, al aire libre o ventilando la estancia. Es importante que sean encuentros breves, lavarse las manos regularmente y mantener la distancia de seguridad entre comensales. La mascarilla solo debemos quitárnosla a la hora de comer y es importante que solo una de las personas se encargue de servir, se evite picar del mismo plato y se reduzca el tono de voz. Hay personas que se plantean hacerse una prueba antes de viajar o ver a su familia, pero hay que tener en cuenta que no es algo infalible. Puedes encontrar más recomendaciones para las Navidades del coronavirus en este vídeo.
2