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El 8M, de nuevo en el epicentro: el feminismo afronta la movilización entre las restricciones por la COVID y el escrutinio político de la derecha

El movimiento feminista llena la Gran Vía de Madrid en el último tramo de la manifestación del 8M de 2020.

Marta Borraz / Ana Requena Aguilar

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El 8M vuelve a estar bajo los focos. A diez días de la reivindicación más simbólica para el feminismo, el movimiento intenta ajustarse a las restricciones impuestas por la COVID-19 para no perder el impulso acumulado en los últimos años, mientras la derecha agita de nuevo el fantasma y vuelve a situar la fecha en la diana. Todo en un escenario epidemiológico de “riesgo alto”, según el semáforo de alertas de Sanidad, y una ocupación hospitalaria que sigue en niveles elevados. Un contexto que, atravesado por aristas políticas, sanitarias y sociales, pone sobre la mesa el difícil equilibrio entre la salud pública y el derecho a la manifestación, que ya se ha ejercido durante estos últimos meses sin tanto escrutinio político.

Después de que este miércoles la ministra de Sanidad, Carolina Darias, rechazara las movilizaciones con un tajante “no ha lugar”, son varias las declaraciones de dirigentes y partidos que se entrecruzaron un día después. Desde el ministerio encargado de la lucha contra la pandemia el mensaje ha sido claro y responde, a juicio de Darias, a la “coherencia con la llamada de prevención y cultura del cuidado” dada la situación de riesgo actual. Una línea que ha seguido posteriormente el Ministerio de Igualdad, que se ha remitido a lo que recomiende la principal autoridad sanitaria. Según los últimos datos, y a pesar de estar en plena caída de los contagios, la incidencia acumulada en España se sitúa en los 205 casos por cada 100.000 habitantes, muy lejos de los objetivos de control de la pandemia.

Aunque las convocatorias son descentralizadas, es Madrid la ciudad que más está acaparando las miradas: por un lado, por ser donde habitualmente se celebran las manifestaciones más multitudinarias; por otro, por haberse convertido en el centro del relato creado por los sectores conservadores en torno al 8M del año pasado. La protesta fue masiva y se celebró pocos días antes de que el Gobierno decretara el confinamiento domiciliario, y cuando ya el coronavirus estaba plenamente expandido, lo que fue utilizado en los meses siguientes, principalmente por el Partido Popular, Vox y medios afines, para desacreditar la gestión del Ejecutivo y, de paso, al feminismo.

Ha sido precisamente el delegado del Gobierno en la comunidad de Madrid, José Manuel Franco, el que primero ha avanzado qué límites se pondrán a las protestas y aunque las ha desaconsejado, ha apuntado a hacer compatible el derecho fundamental a la manifestación con la salud pública y ha justificado así su decisión de autorizar las que no superen las 500 personas. Sin embargo, el consejero de Sanidad del Gobierno autonómico, Enrique Ruiz Escudero, ha advertido de que se estudian más criterios y ha apuntado a que “fruto de lo que vimos el año pasado, el criterio de Salud Pública va en contra de la celebración de estas manifestaciones”.

También este jueves se ha pronunciado la presidenta de la comunidad, Isabel Díaz-Ayuso, que ha señalado a quienes quieren “revivir lo sucedido el pasado 8 de marzo, que dejó de ser el Día de la Mujer, para presenciar lo que se convirtió en el Día de la Mujer Contagiada”. Se ha sumado así a las declaraciones del alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, que ha reclamado que el Gobierno “pida disculpas” por las manifestaciones del año pasado.

Para la politóloga Berta Barbet, el discurso de la derecha alrededor del 8M y su asociación interesada con la pandemia vuelve a coger fuerza por dos motivos. Uno, porque llegado un momento tuvieron que frenarlo: su propio electorado comenzó a salir a la calle a protestar contra las restricciones de movilidad. “No tenía sentido que siguieran con su protesta alrededor de que el 8M fue el disparador de la pandemia mientras de alguna manera avalaban las movilizaciones que se estaban produciendo. Ahora ese electorado está menos frustrado y parece que ya se puede volver al discurso de que nunca nos debieron dejar manifestarnos y unirlo con este 8M”, explica.

Aunque objetivamente se haya desmontado la idea de que el 8M fuera más relevante para la expansión de la pandemia que otras actividades y eventos que también se seguían celebrando entonces, “la evidencia aquí es secundaria porque lo que quieren es reforzar el prejuicio de que este Gobierno, con tal de seguirle el juego al feminismo, nos puso en riesgo”. Es, además, llamativo que los mismo sectores políticos que escrutan ahora lo que sucederá el 8M no hayan puesto el mismo foco en las concentraciones y manifestaciones de otro tipo que sí se han producido en los últimos meses.

Por otro lado, apunta Barbet, el otro motivo por el que el fantasma vuelve a agitarse es la cercanía de la fecha y el intento de desplazar el foco de debate de la igualdad o la violencia machista a la pandemia y la crítica política.

En la calle, pero “con la máxima seguridad”

Desde la Comisión 8M, que ha organizado las huelgas feministas y convocatorias de los últimos años en Madrid, apuntan a que su intención es “salir a la calle”, pero hacerlo “con la máxima precaución y seguridad” y adaptarse al marco de restricciones, pero no han detallado aún cómo. No habrá marchas masivas como las de ediciones anteriores, pero sí una “ocupación del espacio público” por parte del feminismo en un momento “en el que aún hay mucho que reivindicar”, explican fuentes de la Comisión. Más aún, prosiguen, en un momento como el actual, marcado “por las brechas” que “ha hecho evidente la pandemia” en temas como los cuidados, la violencia machista o la precariedad, que sufren más las mujeres.

Sin embargo, las movilizaciones no serán unitarias. Como ya ocurriera el pasado 25N, Día Internacional contra la Violencia Machista, la confrontación entre diferentes sectores del feminismo, entre otras cosas por la Ley Trans que ha elaborado el Ministerio de Igualdad o la prostitución, han llevado a que haya dos convocatorias paralelas: el Movimiento Feminista de Madrid, formado fundamentalmente por organizaciones críticas con la norma y en contra de la autodeterminación de género de las personas trans, ha anunciado que se concentrará el próximo día 8 en la madrileña plaza de Callao, que estará cercada y donde solo podrán estar 250 mujeres previamente acreditadas y respetando las medidas de seguridad vigentes.

En lo que sí coinciden ambas plataformas es en la necesidad de salir a la calle: “La repercusión queremos que sea la misma que cuando hay manifestaciones masivas”y “seguiremos haciendo un 8M combativo y reinvidicativo”, han explicado desde el Movimiento Feminista de Madrid en una rueda de prensa.

Cascada de declaraciones en los partidos

Las discrepancias son evidentes entre los partidos. Desde el Partido Popular, la portavoz en el Congreso, Cuca Gamarra, ha rechazado este jueves que se promuevan y autoricen las manifestaciones debido a que ya el año pasado “fue una irresponsabilidad” permitirlas y “no decir a la ciudadanía cómo estaba” la situación. Un año después, ha justificado la dirigente popular, “algo hemos tenido que aprender”.

Por su parte, en el PSOE, la Secretaría de Igualdad ha avanzado que apoyará los actos que se desarrollen con carácter reivindicativo, pero que “sean compatibles con la situación sanitaria” actual. Sobre ello se ha manifestado Unidas Podemos a través de su portavoz en el Congreso, Pablo Echenique, que ha lamentado que sólo se cuestionen las manifestaciones por el 8M y no otras, y ha asegurado que su partido acudirá a las mismas en caso de que se convoquen. Además, ha reclamado a Darias no ser “tan taxativa” con el derecho de manifestación. Desde Ciudadanos, Edmundo Bal, portavoz adjunto en el Congreso, ha pedido “prudencia” y ha respaldado las declaraciones de la ministra de Sanidad, Carolina Darias.

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