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The Guardian en español

Quién va a evitar esta vez el choque entre las potencias nucleares de India y Pakistán

El Ejército paquistaní afirmó que está preparado para responder "con toda su fuerza" a cualquier ataque de la India.

Patrick Wintour

En otros episodios de beligerancia militar entre India y Pakistán, los presidentes de Estados Unidos empleaban la diplomacia para convencer a las dos naciones de que dieran un paso atrás. Así ocurrió en 1999, durante la guerra de Kargil, y también en 2002.

En diciembre de 2008, la entonces responsable de Exteriores estadounidense, Condoleezza Rice, llegó a viajar a la India para persuadir al Gobierno de que diera marcha atrás con sus planes de responder de forma severa a los atentados de Bombay. A cambio, Pakistán sería forzado a cooperar de una forma transparente. No parece que la influencia del actual presidente, Donald Trump, ni la de su secretario de Estado, Mike Pompeo, sean comparables a la que sus predecesores tuvieron en la región.

El mundo unipolar en el que vivieron algunos de los últimos presidentes estadounidenses es cosa del pasado. Ha sido reemplazado por una nueva era de competición entre los grandes poderes de Estados Unidos, Rusia y China. Además, Trump no se ha preocupado por demostrar imparcialidad en la región, poniéndose cada vez más del lado de India y evitando sistemáticamente a Pakistán, en parte por las sospechas estadounidenses sobre la tolerancia del ejército pakistaní con grupos terroristas de ese país y de Afganistán (una acusación que Islamabad niega tajantemente).

Trump dejó clara la nueva política con Pakistán en enero de 2018, cuando dio marcha atrás con los planes de ayuda militar valorados en 1.300 millones de dólares (1.162 millones de euros) y sancionó al país por su supuesto apoyo a grupos terroristas. En Twitter, acusó públicamente a Pakistán de “no corresponder con nada salvo mentiras y engaños”.

Mientras tanto, Trump ha elogiado abiertamente el liderazgo de Narendra Modi, presidente de India, con el que ha firmado múltiples acuerdos de cooperación militar. En 2018, cambió el nombre del Comando del Pacífico estadounidense por el de Comando Indo-Pacífico.

La simple negligencia también explica parte de la pérdida de influencia en la zona. Trump tiene la atención en otro lado, centrado en sacar a Nicolás Maduro de la presidencia venezolana, en entablar amistad con Kim Jong-un y en exprimir a Teherán hasta el punto de que fomentar una revuelta de la clase media iraní.

La única diplomacia que EEUU ha desplegado de forma activa en la región ha sido por un acuerdo de paz que ponga fin a la guerra de Afganistán y permita traer a los soldados estadounidenses de vuelta. El país no tiene, por poner un ejemplo, un secretario de Estado adjunto para el Sur y Centro de Asia. La vicesecretaria adjunta se llama Alice Wells y es una diplomática de carrera muy respetada, pero le falta el peso político de Condoleezza Rice o de Richard Armitage, que se desempeñó como vicesecretario de Estado durante la crisis de 2002 y tiene una lista de contactos en el ejército pakistaní equivalente a dos décadas.

Un conflicto sin fin

Esta crisis entre India y Pakistán parece haber estallado sin previo aviso. Es cierto que en la disputa por Cachemira ha habido varios episodios de tiroteos a través de la línea que separa a los dos ejércitos, así como atentados terroristas a gran escala, pero no había ninguna información de que podría producirse un importante ataque terrorista contra reclutas del ejército indio. Mucho menos, uno tan grande como para provocar una incursión de los cazas indios al otro lado de la frontera.

EEUU no es el único país sorprendido. El tema estuvo ausente en el debate del Foro de Seguridad de Munich hace menos de dos semanas. Durante el turno de preguntas de este martes en el Ministerio de Asuntos Exteriores británico no hubo ni una mención al conflicto inminente. Algo bastante llamativo, teniendo en cuenta el papel que en 1948 tuvo el Reino Unido en el nacimiento de las dos naciones, así como la gran cantidad de personas de Cachemira que hay viviendo en el país.

Pompeo lleva desde el martes tratando de ponerse al día, pidiendo a las dos partes que ejerzan “la moderación” y eviten una escalada. Pero como saben desde hace tiempo los servicios de inteligencia estadounidenses, una guerra entre estos dos países podría salirse de control muy rápidamente. La falta de urgencia de Washington es llamativa.

El abandono de la neutralidad por parte de EEUU ha reducido su poder como potencia mediadora y abierto una vía para una influencia de China en Pakistán que hace veinte años habría sido imposible. China ha entregado a Pakistán tecnología y equipamiento nuclear y de misiles; armas convencionales; y en el marco del 'Corredor Económico China-Pakistán', miles de millones de dólares de inversión en proyectos estratégicos, como el puerto de Gwadar.

Es posible que la diplomacia china sea la decisiva para que se imponga la moderación. La provincia de Khyber-Pakhtunkhwa, no muy lejos de donde los cazas indios atacaron en la mañana del martes, es una de las principales zonas de inversión china en Pakistán. Está proyectado que la carretera Thakot-Havelian, valorada en 1.300 millones de dólares (1.162 millones de euros), pase por Mansehra, un barrio donde se produjeron los ataques aéreos indios. Un importante proyecto hidroeléctrico también está en construcción en la zona; otra acción militar podría poner en peligro las inversiones en el área.

“Esperamos que tanto India como Pakistán sean capaces de actuar con moderación y de adoptar medidas que ayuden a estabilizar la situación en la región y a mejorar las relaciones mutuas”, dijo Lu Kang, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China.

Pero tal vez sea la existencia de armas nucleares, y no la intervención de otros países, lo que termine haciendo retroceder a India y a Pakistán. El ejército indio dobla en números al pakistaní, su armamento es superior y la economía, 8,5 veces mayor. India puede golpear con fuerza, pero según los analistas militares, ese desequilibrio es lo que hace la situación peligrosa: significa que el umbral de Pakistán para usar armas nucleares es relativamente bajo. Un ataque directo de India podría tener consecuencias incalculables.

Traducido por Francisco de Zárate

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