UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.
La sed crónica ahoga a Hebrón
Desde la localidad de Sa’ir, en el norte, hasta el campamento de refugiados de Al-Fawwar, en el sur, el agua se ha convertido en un bien escaso, casi un lujo. Lo que comenzó con cortes esporádicos se ha convertido en una crisis crónica, atravesada por factores económicos, sociales y políticos que se entrelazan y agravan mutuamente.
Miles de hogares sobreviven sin gota de agua
En Sa’ir, donde se encuentra uno de los principales depósitos de agua que abastecen a la Gobernación, los residentes llevan más de dos meses sufriendo una escasez extrema.
“La cantidad de agua que llegaba a las casas ya era insuficiente”, asegura Baha’ Froukh, un vecino del barrio. “Ahora hay zonaz enteras que llevan mucho tiempo sin agua. La gente se ve obligada a buscar fuentes alternativas, pero eso provoca graves problemas y mucha preocupación”, añade.
Al sur, en el campamento para personas refugiadas de Al-Fawwar —un enclave que en otro tiempo suministraba agua a Hebrón y Belén—, la situación es igualmente desesperada.
“Sufrimos cortes de agua constantes. La ocupación israelí controla la distribución y restringe el suministro. Aunque hemos presentado numerosas quejas ante la Autoridad Palestina del Agua, la cantidad que nos dan sigue siendo insuficiente. Todas las zonas tenemos el mismo problema” explica Ziyad Al-‘Athamna, refugiado y vecino del campamento.
El precio de la escasez es asfixiante. “Algunas familias han cavado pozos, lo que tiene un coste que puede superar los 30.000 séqueles israelíes (unos 7.500 euros). Una cifra inalcanzable para la mayoría”, explica Al-‘Athamna. “Otras compran agua en camiones cisterna móviles a precios exorbitantes, lo que añade aún más presión a los hogares ya empobrecidos”, continúa.
Y no es solo el agua. Los frecuentes cortes eléctricos y el desempleo generalizado intensifican la precariedad. El resultado es una región entera atrapada en una espiral de pobreza y vulnerabilidad.
Mohannad Shehada, empleado del gobierno, también ha tenido que recurrir a los camiones cisterna a pesar de no haber recibido su sueldo público en meses: “Intentamos sobrevivir con pequeños trabajos informales, pero las condiciones son extremadamente difíciles”.
En su casa, el impacto de esta crisis es total: “No tenemos ni una gota de agua. No podemos cocinar, limpiar o mantener una higiene mínima. Siempre decimos que aquí la vida es ”ka-al-‘ama w-al-zift“ (como ceguera y asfalto). Es decir, dura y sombría”.
Testimonios como el suyo se repiten por toda la región. Miles de familias en Hebrón sobreviven como pueden mientras los servicios básicos continúan deteriorándose.
70 días de espera para 24 horas de agua
El alcalde de Hebrón, Tayseer Abu Sneineh, señala una cifra alarmante: la ciudad necesita más de 45.000 metros cúbicos de agua al día, pero recibe menos del 20%.
Además, en muchas zonas, los hogares solo reciben agua durante 24 horas cada 40 o 70 días. En este estrecho margen, las familias intentan llenar tanques, cubos, bidones y todo lo que tienen a mano. El resto del tiempo, dependen de los camiones cisterna o, simplemente, prescinden del agua.
Esta escasez aumenta los riesgos para la salud, socava la estabilidad social y económica, y perjudica gravemente el medioambiente.
Sneineh señala el control ejercido por Israel sobre los recursos hídricos como la raíz estructural del problema: “La ocupación nos prohíbe a las personas palestinas perforar nuevos pozos y nos obliga a depender de la compañía israelí Mekorot, que regula los volúmenes de suministro. Las negociaciones con Israel retrasan continuamente el reconocimiento de nuestros derechos hídricos. La situación es insostenible”.
La municipalidad está presionando a la Autoridad Palestina del Agua para que aumente la distribución y reduzca las pérdidas, que superan el 30%, pero los obstáculos son enormes.
La suspensión de las operaciones de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) a principios de año ha paralizado un proyecto de infraestructura hídrica valorado en 32 millones de dólares, congelando cualquier posibilidad de mejora a corto plazo.
Sneineh subraya la necesidad de una acción colectiva: “Los municipios, la ciudadanía y la Autoridad Palestina del Agua deben unirse para presionar a la ocupación y minimizar las pérdidas. Cada gota que se ahorra tiene un beneficio real para la población”.
El derecho al agua no puede esperar
La crisis hídrica que atraviesa Hebrón no es solo una cuestión de infraestructura: es el reflejo de décadas de ocupación, abandono y falta de voluntad política.
Mientras tanto, miles de personas viven sin acceso regular y suficiente al agua, lo que supone una auténtica amenaza para su salud y su vida, empeorando las ya difíciles condiciones humanitarias a las que se enfrentan.
Ignorar esta emergencia equivale a aceptar que miles de personas palestinas sean privadas del derecho fundamental al agua potable. Se necesita una acción urgente y coordinada que involucre a todas las partes implicadas y garantice un suministro justo y sostenible para toda la población.
Porque sin agua, no hay vida. Y sin justicia hídrica, no hay dignidad posible.
Sobre este blog
UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.
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