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La Santa Semana de los santos valores

La ministra de Defensa, Dolores de Cospedal, ha decretado la bandera a media asta en Semana Santa. Foto. EFE

Rosa María Artal

Cómo será de santa España que hasta los días de una determinada época del año -ésta en la que nos encontramos- son santos.  La santidad no existe en el diccionario de la Real Academia con su definición propia, es la “cualidad de santo”. El sujeto se antepone a la acción. Santo cuenta entre sus acepciones la de definir a alguien o algo como “de especial virtud y ejemplo”. En la iglesia católica se le da culto, especifica la RAE.

En fervor de santidad, se está marcando una vuelta a las viejas tradiciones de una España muy determinada. No  se apuesta por los Premios Nobel que ya no nos otorgan, sino por la sociedad que nos incrustó el nacionalcatolicismo. La Ministra Cospedal ordena por segundo año consecutivo que ondee la bandera a media asta en los centros militares, cuarteles y el propio ministerio, como señal de luto por la muerte de Cristo, supuestamente hace 21 siglos. En un país cuya Constitución determina el carácter aconfesional del Estado. Es la misma política que practicó los más duros recortes sociales cuando presidía Castilla-La Mancha sin apiadarse ni de los enfermos, ni siquiera de niños en esa penosa situación.

Redondeando la faena, el alcalde de Santa Cruz de La Palma (PSOE)  firma la suspensión de actividades lúdicas en los bares de la ciudad el jueves y viernes de Semana Santa. Recogimiento por decreto.  Como en el franquismo y su peculiar moral. Twitter bendice  hashtag sagrados y las pantallas de TVE sin ir más lejos se llenan de procesiones de imágenes dolientes. Criaturas, enlutadas ellas, de blanco ellos, recorren las calles comiendo chicle si es el caso, en procesión organizada por un colegio público de Rincón de la Victoria, Málaga.

Pasando a mayores, el gobierno español del siglo XXI vuelve a otorgar la gracia del indulto a presos como cualquier monarca medieval.  Los afortunados se encuentran ya consagrados en el BOE, según nos cuenta la Fundación Civio.  Han sido perdonados por delitos de salud pública, tráfico de drogas, robo y falso testimonio, y entre ellos hay cinco cofradías de Semana Santa que gozan de ese privilegio.  

Una parte de España gusta de  la escenografía de la Semana Santa aunque no preste atención a la nada especial  virtud o ejemplo de sus gobernantes y mandos varios que estimulan este formato. No deja de ser paradójico que la exaltación de las formas externas de la tradición católica se produzca en un país impregnado de odio y sed de venganza. De mentiras, corrupción, abusos de autoridad u oportunismos despiadados. Por ahí sí sangrarían las heridas de un Cristo como Dios manda.

En la Semana Santa de los santos próceres, millones de españoles se sienten reconfortados y compensados de todas sus carencias porque han detenido a Puigdemont. Los insultos y la furia se palpan en el aire ante cualquier disidencia. Se prima el aplastamiento sin fisuras. Asciende el discurso del odio al punto de llevar a la agenda pública  a la extrema derecha neta. El veneno de la infracaverna mediática alcanza cotas superiores. Mientras, rojos de antaño que aún se creen progresistas esparcen bromas para iniciados en sus códigos whatsapperos hacia Pugdemont, sin que se haya oído en años una queja similar hacia los desmanes de la derecha nacional. Media población se ha descubierto un corazoncito españolista que poner a disposición de la causa.

En esta Semana Santa, la Cristina Cifuentes del falso Máster usa la amenaza de querella contra el periodismo de eldiario.es para tapar sus vergüenzas. ¿Con dinero público? Ella siempre tiene la cuenta a cero, dice. No hemos reparado suficiente en la doble mordaza que busca segar  la información y utilizar los tribunales como coacción con el consiguiente desembolso económico en defensa. Esta semana tan santa se cumplen 3 años, por cierto, de la que eufemísticamente llamaron Ley de Seguridad Ciudadana y que cuenta ya con múltiples victimas de ese ataque a la libertad de expresión. Los partidos que secundan al gobierno del PP la mantienen en vigor. En olor de santidad, en pestazo de desfachatez.

Como todas las semanas menos santas que esta, nos enteramos que el Ministerio de Sanidad de la ministra Dolors Monserrat ha fichado a una alto cargo de Feijóo imputada por homicidio al retrasar fármacos contra la hepatitis. En la ejemplaridad de los santos días no falta ni atentar contra la salud de las personas. Por ahorrar, despiadadamente, en cubrir necesidades vitales.

Esta Semana Santa culmina con Carmen Martínez Bordiú, nieta del General Franco, solicitando, tras la muerte de su madre, el título que la Corona otorgó a la familia del dictador. Con su petición y con el procedimiento iniciado a tal fin por el Ministerio de Catalá: Justicia publicó este lunes -santo- en el BOE la renovación del Ducado de Franco. Con Grandeza de España. La Grandeza de España cuenta desde hace décadas con los Franco entre sus filas, por ser familiares de quienes son. 

Y como cada semana, santa o no, los mismos que imponen los ritos religiosos vulnerarán todos los mandamientos del catolicismo, salvo el de santificar las fiestas.  Se saltan esa parte de los evangelios donde se cuenta cómo Jesús de Nazaret corrió a latigazos a los fariseos y mercaderes del templo. Les importa a muchos de ellos tanto como el resto de las normas de la moral.  Una buenas procesiones, unos buenos ritos, golpes en el pecho, una subasta de torrijas, y a seguir fastidiando al prójimo, pisando y usando al débil.

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