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El octogenario Rappaneau vuelve al cine corrosivo con “Grandes familias”

El octogenario Rappaneau vuelve al cine corrosivo con "Grandes familias"

EFE

Madrid —

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El director y guionista francés Jean-Paul Rappaneau regresa al cine después de doce años con “Grandes familias”, una sátira de la decadencia de los apellidos ilustres de la burguesía francesa que tiene mucho de autobiográfico y “un poco de revancha”, con toques certeros y corrosivos que hacen reír.

Así lo ha explicado el veterano realizador a Efe en una entrevista que tuvo lugar la semana “Tu cita con el cine francés”, que organizó Unifrance en el mes de abril, en la que el director hizo gala de su sentido del humor y de sus ganas de seguir rodando; es más, comentó, por él, “de jubilarse, nada”.

“La verdad que me he sentido muy feliz rodando, es algo que me ha dado muchas alegría en mi vida y me resulta imposible pensar en no volver a sentirme así”, se confiesa el realizador, que debutó en 1966 con “La vie de château”, una cinta en blanco y negro y con Catherine Deneuve como protagonista, ambientada en la ocupación alemana.

“Me gusta mezclar géneros y mezclar en mis películas muchas capas: comedia, drama, política... y sobre todo, no concibo una película sin una historia de amor. Y sin celos, para mí no hay trama”, desvela.

Y de todo eso hay en “Grandes familias”, una traducción del original “Belles familles” que no acaba de gustar a Rappaneau porque cree que no recoge todo el subtexto de “ilustre tontería” de estas familias añejas que, por otro lado, hay en todos los países, dice.

La trama comienza cuando un financiero francés que vive en Shangai con su novia se entera por su madre y su hermano mientras está de viaje en París de que la casa de su niñez en el pueblo de Ambray se va a vender, y se acerca al pueblo para ver qué pasa de primera mano. Pero allí se encuentra con que, en la venta, están de por medio la amante de su padre y la hija de ésta.

Como le gusta a Rappaneau, la película mezcla los problemas más actuales de las villas francesas, desde la especulación a la burbuja inmobiliaria o la influencias políticas en los proyectos urbanísticos, con un nuevo rico que se mete a promotor inmobiliario por amor; una historia un tanto disparatada que, no obstante, contiene diálogos que podrían ser extraídos de cualquier telediario.

Eso sí, con un “final más holliwoodiense” que Rappaneau sabe que “suena un poco falso”, pero que prefirió así “para darle un aire más positivo”.

“Reconozco que hay cierta ironía por mi parte en este guion, me sentí como en casa escribiendo esta historia. Están ahí mis amigos de la infancia: uno acabo siendo alcalde, el otro promotor y el último, notario, pero se metió en asuntos turbios y acabó en la cárcel”, comenta el director.

El octogenario cineasta, toda una leyenda en su país desde que en 1991 dirigiera el “Cyrano de Bergerac” más recordado, el que protagonizó el narigudo Gerard Depardieu, hoy es un galán perseguido por la prensa rosa a causa de los rumores de una boda inminente, otro rasgo de la personalidad de este creador que se ríe de todo, “y por qué no”, se pregunta.

Sonríe cuando se refiere a los actores de “Grandes familias” que, dice, “acudieron a 'salvar al soldado Rappenau'”.

Un reparto encabezado por el internacional Mathiew Amalric (“Gran Hotel Budapest”, “007 Quantum of Solace”) que cuenta con la bellísima Marine Vatch (“Joven y bonita”), además de otros grandes del cine francés como Gilles Lellouche o Suzanne Varenne.

“Siempre quise rodar con ellos”, ha señalado el director, ganador de varios premios César y David de Donatello (los “Goya” de Francia e Italia).

La película llegará este viernes a las salas españolas.

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