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Monte de Piedad de Valencia, 140 años ofreciendo 'microcréditos'

La sede del Monte de Piedad de Fundación Bancaja en Valencia

Miguel Giménez

Valencia —

El 12 de mayo de 1878 la Real Sociedad Económica de Amigos del País fundaba, gracias al impulso del humanista Juan Navarro Reverter y con el apoyo de intelectuales de la época como Cirilo Amorós y el Marqués de Campo, el Monte de Piedad de Valencia. Esta institución nacía para atender las demandas sociales de quienes se encontraban en situación de exclusión financiera a través de la concesión de préstamos con determinados bienes como garantía -en la actualidad son únicamente joyas, pero originariamente se admitía el empeño de prendas, libros, muebles, alhajas...-.

Nacidos en Italia en la segunda mitad del siglo XV a inicitiva de los monjes franciscanos para combatir la usura, no llegaron a España hasta el siglo XVI. En España siguen activos poco más de una decena de Montes de Piedad -Caixa Ontinyent estudia recuperarlo después de 53 años- del medio centenar que existían antes de la crisis, siendo el de Madrid, fundado en 1702 por el padre Piquer, capellán del Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, el más antiguo. Estas instituciones se convirtieron en el germen de lo que después serían las cajas de ahorro.

El Monte de Piedad de Valencia, origen de la Caja de Ahorros de Valencia y actualmente dependiente de Fundación Bancaja, permite el acceso a financiación en metálico mediante el empeño de joyas, previa tasación “profesional y fiable”: “Es la opción idónea cuando se necesita un préstamo rápido pero a la vez se quiere preservar el patrimonio que representan las joyas”. La entidad está regulada por la Generalitat Valenciana a través del Protectorado de Fundaciones y el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF).

En la actualidad, la institución da servicio a unos 12.000 clientes y administra una cartera superior a los 25.700 créditos por un importe total de 17,2 millones de euros. La operación media es de unos 750 euros. Los beneficios generados por el Monte de Piedad se destinan a financiar la actividad social y cultural de Fundación Bancaja, de la que es su principal fuente de ingresos -el 48% de su presupuesto, unos 3 millones de euros, proviene del Monte de Piedad-, cuando durante años fue una parte “marginal” del negocio de las entidades bancarias.

Cómo funciona

Un equipo de gemólogos profesionales tasa las joyas y calcula el importe del préstamo (equivalente al 60% de la valoración), que se abona en el momento y en metálico -siempre que la cantidad no supere los 2.500 euros, si es mayor el abono se producirá por medio de un cheque- por un periodo de un año y con la posibilidad de renovación. El interés del préstamo oscila entre el 6,5 (si es menor de 600 euros) y el 8,5% (cantidades superiores a 600 euros) anual, a los que se suman las comisiones de tasación y custodia, que se abonan al vencimiento. Además, las joyas se pueden recuperar en cualquier momento.

Cuando el préstamo ha vencido, se dispone de 35 días para la renovación o cancelación. Una vez cumplido ese periodo, las joyas salen a pública subasta -previo aviso a los propietarios-. Una vez subastadas y deducidos el importe del préstamo, los intereses y gastos ocasionados, la cantidad extra que pudiera generarse queda a disposición del propietario, aunque tan sólo el 3% de las joyas que se dejan en depósito acaban siendo subastadas.

También ofrecen su servicio de subasta de joyas a clientes a quienes pueda interesarles: “Sucede principalmente en el caso de herencias, con joyas de difícil reparto y que los herederos quieren vender”, explica Antonio Vidal, gerente de Monte de Piedad, quien añade: “Nuestros gemólogos tasan las joyas que luego se subastan y, descontados los gastos de tramitación, se les abona el dinero a los propietarios, mientras que si la operación no se hace, no se cobra ni un euro”.

Quién acude al Monte de Piedad

El perfil de quienes acuden al Monte de Piedad en busca de un “microcrédito” -la entidad dispone de cuatro oficinas en Valencia, Alicante, Castellón y Murcia- es el de personas que quieren acceder a crédito de forma sencilla y fácil, “sin necesidad de tener que aportar una nómina”. Además, insiste Vidal en que la alternativa son las entidades de crédito, con intereses de tres a cuatro veces superiores, o los establecimientos de compra-venta de oro, “con intereses de entre el 15 y el 20% al mes”.

El cliente tipo es mujer mayor de 50 años. Así, el 73% de los clientes son mujeres y sólo el 27% son hombre. “A pesar de que tenemos una clientela muy fiel, queremos acceder a un público más joven, y para ello es necesario que la gente nos conozca”, apunta Vidal, quien destaca la estabilidad del negocio durante todo el año: “Puede haber periodos, como junio o diciembre, coincidiendo con las pagas extra, en los que baje un poco, o meses como julio (vacaciones) o enero (tras los gastos de Navidad) en los que suba un poco, pero la variación apenas es del 1%”. Se trata de una actividad “pujante”, que vivió su mejor momento entre 2011 y 2012 pero que ha conseguido estabilizarse y consolidarse como una opción de acceso a crédito en la que “lo que intentamos es dar facilidades a las personas para que no pierdan sus bienes”.

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