La antropóloga Yayo Herrero: Es imposible que los seres humanos sobrevivan sin ocuparse unos de otros

Xavier García

Vigo, 11 dic (EFE).- La antropóloga e investigadora Yayo Herrero acaba de publicar 'Metamorfosis', un nuevo ensayo en el que analiza la “policrisis brutal” del mundo occidental, ante la que defiende la importancia de las relaciones de cooperación para llevar a cabo una transformación de nuestra “forma de ser y estar en el planeta”.

“Esa transición ecosocial justa requeriría un importante cambio cultural, una metamorfosis, que implica hacernos conscientes de nuestro sentido de pertenencia a la Tierra, de la imposibilidad de que los seres humanos sobrevivan sin ocuparse unos de otros”, afirma en una entrevista con EFE en Vigo.

En su libro, Herrero analiza en detalle las múltiples crisis que sacuden el planeta, que “lejos de ser bien comprendidas, todavía son opacas para muchísima gente”.

La cultura del extravío

“Hay una policrisis de dimensiones interconectadas que se convierten en una verdadera guerra contra la vida. Hemos construido una forma de entender la economía, la política y la cultura que se desarrolla, no ya de espaldas, sino directamente en contraposición con las bases materiales que permiten sostener la existencia”, argumenta.

Describe una economía que “colisiona frontalmente con las formas en las que se organiza la trama de la vida”, al tiempo que construye una manera “de hacer negocio a partir de la soledad, del individualismo, precisamente de todo aquello que va en contra de la posibilidad de sostener vidas dignas”.

Y se pregunta cómo es posible que una cultura, que se denomina sociedad del desarrollo y que está tan orgullosa de sus propios logros o avances científicos, “no sea capaz de reaccionar” ante las evidencias de esas crisis para “ponernos a salvo de nosotros mismos”.

Herrero la define como la “cultura del extravío”, que “ha configurado una forma de entender al ser humano que no se siente parte de la naturaleza y más bien ha aprendido a mirarla desde la exterioridad, la superioridad y la instrumentalidad”.

“Además es un ser humano que ha alimentado una especie de fantasía de la individualidad, como si fuésemos seres que podamos aspirar a vivir en solitario, cuando la vida humana es individualmente vulnerable”, advierte.

La mutación como respuesta distópica

A esa “cultura del extravío” se le añade “el capitalismo, una forma de organizarnos materialmente que considera que solo tiene valor aquello a lo que se le puede poner un precio”.

“Hay una especie de religión civil que se basa en que todo puede ser destruido con tal de que la economía crezca. El sistema no es capaz de discriminar entre producir trigo o bombas de racimo, ambas producciones se miden exactamente igual”.

El ensayo también disecciona lo que la antropóloga llama “mutación” actual, caracterizada por la emergencia de las ultraderechas autoritarias y el neofascismo, que niegan los problemas ecológicos y sociales, pero que en su actuación “muestran como lo que persiguen realmente es un blindaje de élites y un acaparamiento de recursos”.

“La mutación es esa respuesta distópica a la crisis ecosocial. Una respuesta que no la nombra, no la reconoce pero reacciona ante ella como si el problema que tuviéramos fuese que sobrara gente, que es deshumanizada y estigmatizada” a través de la islamofobia, el rechazo a los gitanos o a los migrantes.

La metamorfosis: el valor del apoyo mutuo

Ante esta situación, Herrero propone la alternativa de la “metamorfosis”, concebida como una “revolución antropológica para caminar hacia una transición ecosocial justa”.

“No es un cambio solamente tecnológico, ni energético sino en la forma de ser y de estar en el mundo, que permitiría embridar la economía dentro de los límites físicos del planeta”, asegura.

En este sentido, el libro aboga por algunas transformaciones educativas y políticas que “en modo alguno son una receta que permita producir un cambio”, pero que “abonan un terreno cultural y social mucho más proclive a salir de situaciones complejas, comportándonos como seres humanos en el mejor sentido de la palabra humanidad”.

La investigadora destaca que a lo largo de la historia, en casos de catástrofe o situaciones difíciles, han surgido “con muchísima frecuencia unas relaciones de colaboración y apoyo mutuo enormes”, como se ha visto por ejemplo en España durante la dana, la pandemia o el apagón.

Por eso, considera “crucial” el papel de las redes de interdependencia y apoyo, que existen y que son “muchas más de las que parecen”, ya que, de lo contrario, “estaríamos casi todos medio muertos por los rincones”.

De no afrontar esa transición necesaria, cree que será muy posible lo que “ya se puede apreciar”: “una deriva política” en la que el “blindaje de las élites -protegidas por el poder económico, político y militar- arrojará cada vez más gente a la periferia e incluso fuera de los márgenes de la vida”.