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GRÁFICO: El voto joven se está volviendo infiel y promiscuo

Juan Rodríguez Teruel

La noche electoral del 25 de mayo puso fin a las especulaciones y confirmó lo que muchos temían y otros deseaban: mucho cambio y mucha novedad. Por supuesto, se castigó al partido de gobierno, y el PP perdió algunos millones de votantes. Pero también se castigó el mal llamado ‘bipartidismo’, y el PSOE perdió otros tantos millones. Y también se castigó ‘lo viejo’, de modo que IU y UPyD (que ya nos es tan nueva) dejaron de ganar terreno ante la competencia de partidos noveles que aspiran al mismo ‘territorio de caza’ electoral (en expresión de Panebianco).

Muchos analistas han personificado este vendaval electoral en el auge de Podemos, con unos resultados espectaculares. Pero probablemente, Podemos es la expresión más que el motor, la consecuencia más que la causa, de una transformación de la forma de votar que se está fraguando entre los electores jóvenes, aquellos que marcarán la evolución política de España en los próximos 25 años.

Y resulta curioso señalar que había indicios muy sólidos para ver por dónde iban a ir los tiros. Y sobre todo para intuir por dónde irán en el futuro.

Según la encuesta pre-electoral del CIS (abril de 2014), cuatro de cada diez electores sostenían la afirmación “en las elecciones europeas puede ser conveniente votar por un partido diferente al que se vota en las elecciones generales”. Esto es, electores potencialmente volátiles.

Gráfico 1. Predisposición a cambiar de voto e intención de voto por edad

Lo más llamativo es que ese perfil de potencial elector volátil depende mucho de la edad. Como muestra el Gráfico 1, la mitad de los menores de 45 años están dispuestos a votar partidos diferentes en elecciones europeas y generales. A medida que los electores son mayores, su disposición a cambiar de partido decrece. Sólo en los mayores de 65 años es mayor el apoyo a la idea de que “Lo normal es votar al mismo partido en las elecciones europeas y en las elecciones generales”.

Esta relación inversa entre disposición a la volatilidad y la edad es exactamente opuesta a la intención de votar a PP o PSOE, intención que decrece con la edad: la predisposición a votar PP o PSOE era el doble entre los mayores de 65 años que entre los menores de 35 años.

Gráfico 2. Predisposición a cambiar de voto en elecciones europeas 2004-2014

¿Hasta qué punto esto era normal? Si observamos las encuestas pre-electorales del CIS de 2004 y 2009, vemos cambios a más. El Gráfico 2 nos muestra cómo ha ido creciendo el volumen de volátiles potenciales en los últimos diez años frente a los ‘leales’. En 2014, por primera vez (comparando incluso con pre-electorales anteriores), los volátiles son más que los leales.

Más volátiles y más jóvenes. Pero, ¿qué consecuencias podría tener esta volatilidad? Como muestra el Gráfico 3, la propensión a la volatilidad es mayor entre el centro y la izquierda y decrece a medida que los electores se sienten más de derecha. Además, notemos el cambio producido desde 2009. Si entonces la volatilidad adoptaba una distribución ‘normal’ (mayor en el centro y menor en los extremos), ahora es un fenómeno de izquierda (donde supera el 50% de los electores).

Gráfico 3. Predisposición a cambiar de voto según ideología

Por eso, no es de extrañar que PSOE e IU sean los partidos que podrían verse más afectados por ello, impacto que aumenta considerablemente desde 2009 hasta la actualidad. En cambio, el PP parece menos vulnerable (aunque también en aumento), especialmente si tenemos en cuenta la baja predisposición a la volatilidad entre electores de derecha.

Gráfico 4. Predisposición a cambiar de voto según recuerdo de voto en generales

¿Quiénes son estos electores volátiles? Podríamos pensar que son individuos pocos sofisticados, desinteresados, sin estudios, pasotas de la política. Pero los datos del CIS nos dicen lo contrario: jóvenes sobradamente preparados e informados, a los que les interesa la política y que querían ir a votar. Sin duda, este perfil debe mejorarse en próximos estudios, pero suscita una cuestión trascendental: ¿están cambiando las preferencias electorales de los hijos de las clases medias en España?

Conclusión preliminar: más volatilidad que parece ir ligada a una nueva generación que emerge y cuyos efectos se hacen principalmente entre los partidos tradicionales de la izquierda. ¡Ojo! También puede deparar sorpresas negativas para los nuevos partidos en 2015, si muchos de estos votantes deciden, efectivamente, cambiar de nuevo su voto en las próximas generales.

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