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Sobre este blog

Días de Empresa es un espacio en el que eldiarioand quiere contar las historias de las empresas andaluzas. Cómo discurre sus días, cómo nacen y cómo se consolidan, y cómo, desde aquí, desde Andalucía se construye sociedad a través de las iniciativas empresariales.

Claros Sociedad Cooperativa Andaluza, cuidando a las personas desde la calidez

Una cooperativa que pone en el centro a las personas

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“Queremos cuidar bien. Y para cuidar bien, hay que cuidar también a quien cuida”. Con esta frase, Antonio Richard Reina, director general de Claros Sociedad Cooperativa Andaluza, condensa toda una filosofía de atención centrada en las personas, no en el beneficio. Una idea que ha guiado el camino de esta cooperativa desde que, a mediados de los años ochenta, comenzó a prestar ayuda a domicilio en los pueblos andaluces. Hoy, Claros gestiona seis residencias, centros de día y servicios en decenas de municipios. Pero sigue fiel a su espíritu: cuidar con dignidad.

“La historia de Claros es muy bonita”, arranca Richard. “Nacemos de la fusión de cinco pequeñas cooperativas que, en los años ochenta, surgieron como respuesta local a una necesidad urgente: cuidar a las personas mayores en los pueblos”. Aquellas primeras cuidadoras no tenían formación profesional ni estructura, pero sí experiencia y compromiso. “La primera ley estatal de servicios sociales asignaba fondos a los ayuntamientos para atender a mayores. Sin personal propio, los municipios recurrieron a mujeres del entorno. Y así nació la ayuda a domicilio en España”.

Cinco de esas cooperativas decidieron unirse en 2001. “Veían que, con el crecimiento de la atención domiciliaria, empezaban a llegar empresas de capital que querían quedarse con las licitaciones. Si no se unían, perderían su trabajo”, explica el director general. Esa unión fue Claros, que hoy divide sus sedes social, administrativa y operativa entre Sevilla, Granada y Jerez de la Frontera.

En la actualidad, Claros S.C.A. atiende a un total de 16.597 personas a través de su red de centros, ayuda a domicilio y otros servicios. Cuenta con una capacidad total de 918 plazas en residencias, de las cuales 602 son públicas y 316 concertadas, además de 128 plazas en centros de día y 188 en unidades de estancia diurna. La cooperativa genera 3.492 empleos directos y está integrada por 47 personas socias, de las cuales 30 son trabajadoras y 17 colaboradoras. Su volumen de negocio alcanza los 68,7 millones de euros anuales, reflejo de una actividad sostenida y de impacto social en el territorio.

Cuarenta años cuidando con dignidad

“Llevamos cuidando 40 años en Andalucía. Y lo hacemos con una filosofía clara: las personas están por encima del capital”. En Claros, muchas de las socias fundadoras siguen activas. “Nos siguen guiando. Nos insisten en que cuidemos al trabajador. Porque ellas fueron trabajadoras y saben lo que significa que te traten con dignidad”.

Esa es la lógica que vertebra el modelo. “Nos obsesiona el trato exquisito a quienes cuidan. Si están bien, el cuidado es mejor. Eso para nosotros es lineal”. Claros no reparte beneficios entre socios: los reinvierte en formación, mejoras laborales y desarrollo local. “Somos sin ánimo de lucro, pero también sin ánimo de pérdida. Un año que acaba a cero es un buen año”.

La cooperativa gestiona seis residencias (cuatro en Andalucía, una en Canarias y una en Segovia), además de una amplia red de atención domiciliaria. Pero no hay un modelo uniforme. “Una residencia en Canarias no puede funcionar igual que una en Segovia. Las personas son distintas, los profesionales también. Nos adaptamos a cada contexto”.

Lo que sí es común es la apuesta por la “calidez”. “La profesionalidad se da por hecha. Lo que pedimos a nuestras trabajadoras es que sean cálidas, que cuiden con humanidad. Que escuchen, acompañen, que entiendan que el cuidado es también emocional”. Esa calidez se contagia. “Se genera un ambiente distinto. Es lo que nos diferencia”.

El personal que trabaja en Claros se involucra como parte de su ADN

Una cooperativa cercana

En un país que envejece rápidamente, Claros se enfrenta al reto de cuidar a más personas sin desbordar la calidad del servicio. “En los últimos diez años hemos multiplicado por cinco el volumen de atención. Hay muchísima necesidad. Y nuestra apuesta es clara: que la gente viva donde quiera vivir. Si alguien de 85 años quiere estar en su casa, hay que poner todos los medios para que pueda hacerlo”.

La cooperativa defiende la desinstitucionalización. “Las personas tienen derecho a decidir cómo quieren vivir. Nosotros solo debemos acompañarlas en esa decisión”. Para ello, trabajan en modelos centrados en la persona. “Queremos saber qué le gusta hacer, qué quiere comer, de qué quiere hablar. Ese es el verdadero centro”.

Cada vez que Claros entra en un nuevo municipio, lo hace buscando crear empleo local. “Intentamos que todo el personal sea del pueblo. Eso no solo fija población, sino que genera confianza, arraigo y compromiso”. En paralelo, mantienen acuerdos con ayuntamientos para formar a personas en situación de exclusión y ofrecerles una salida profesional.

También apuestan por la intercooperación. “Si hay una cooperativa local, no competimos. Colaboramos. A través la Federación Andaluza de Empresas Cooperativas, nos ayudamos unas a otras. Hay espacio para todos. No vemos al otro como un enemigo sino como un aliado”.

Claros ha introducido tecnologías como domótica, sensores de caídas, inteligencia artificial para optimizar procesos. “Pero no queremos que la tecnología deshumanice el cuidado. Un robot puede ayudar, pero no puede acompañar. No puede consolar”. Están explorando también nuevos modelos: viviendas cooperativas con servicios comunes, apartamentos con atención compartida. “Lo importante es que la persona elija. Que tenga opciones”.

Claros sigue expandiéndose con nuevos centros como el de día de Otura

Lecciones de la pandemia

“Durante el COVID, muchos trabajadores se quedaron a vivir en las residencias. Fue muy duro. Pero se creó un vínculo muy fuerte entre los residentes y los profesionales. Eso se quedó para siempre”. Claros reivindica el trabajo invisible que hizo el sector y lamenta la estigmatización. “Se nos juzgó con dureza, pero el compromiso fue absoluto”.

Hoy, esa experiencia ha reforzado la apuesta por el cuidado emocional. “Nuestros usuarios nos agradecieron mucho el esfuerzo. Y eso nos reafirma en que cuidar no es solo hacer tareas. Es estar, escuchar, vincularse”. “Queremos ser colaboradores leales de la administración pública. Hay quien huye de las licitaciones. Nosotros creemos en la gobernanza público-cooperativa. Estamos genéticamente unidos a ese modelo”.

A medio plazo, Claros se marca un objetivo: mejorar las condiciones laborales de sus trabajadoras. “El sector de los cuidados está precarizado. Y eso no puede ser. Necesitamos mejores sueldos, más formación, más reconocimiento. Si el trabajador está bien, el cuidado es mejor. Y ese es el éxito que buscamos: cuidar bien”. Una cooperativa que, desde los pueblos de Andalucía, demuestra que otra forma de cuidar es posible. Y que cuando se pone a las personas en el centro, todo lo demás encaja.

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