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Sobre este blog

ANDALUCÍA es, según la constitución, una nacionalidad histórica que vivió momentos de esplendor en el pasado y luego pasó a jugar un papel de cuartel, granero y mano de obra. Esta degradación llega a su punto álgido con el fascismo que deja a los andaluces en el imaginario popular como pobres analfabetos alegres y vagos -valga la contradicción- Ahora, hijas e hijos de Andalucía, intentamos contar nuestra historia con la dignidad, igualdad y justicia que esta se merece. (Columna coordinada por Juan Antonio Pavón Losada y Grecia Mallorca). Más en https://www.instagram.com/unrelatoandaluz/

La seducción de los jardines andaluces en Sorolla

Jardines andaluces en Sorolla
25 de diciembre de 2025 19:12 h

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En cada zona del mundo podemos ver diferentes tipos de jardines, que son el fruto de la conjunción de un sinfín de elementos -naturales y artificiales-, que lo hacen especiales y diferentes de los de otros lugares.

En nuestra Andalucía nunca ha existido tampoco ninguna época en la que hubiera habido un único modelo de jardín, sino que siempre han coexistido diversos. 

Pero hay un dato que no puedo dejar pasar si tengo la oportunidad de hablar de estos temas. Atención...: algunos de los jardines de uso continuado, vivos actualmente y más antiguos documentados en todo el mundo, los tenemos en nuestra tierra, y son el Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral de Córdoba y algunos de la Alhambra y el Generalife. ¿Y en qué se parecen estos a los famosos patios cordobeses, o a los jardines del Alcázar de Sevilla, a los de los Cármenes granadinos, o a los otros tantos jardines de cada ciudad y pueblo andaluces? Nada, y todo. Son diferentes, pero todos son jardines andaluces, de herencia romana y andalusí. Son nuestro aire acondicionado, nuestro refugio, nuestro lugar de encuentro (tanto con otras personas como contigo misma), nuestro pequeño paraíso…

«¡Oh, habitantes de al-Andalus,

qué felicidad la vuestra al tener aguas,

sombras, ríos y árboles!

No existe el Jardín de la Eterna Felicidad

sino en vuestra tierra;

si yo pudiera elegir,

es este lugar el que escogería.

No penséis que mañana entraréis en el Infierno.

¡No se entra en el Infierno tras haber estado

en el Paraíso».

Ibn Jafaya, s. XII

Fueron muchos los viajeros que quedaron fascinados por estos jardines, como atestiguan las crónicas que escribían, y han servido de inspiración a incontables obras de todos los ámbitos artísticos. Nuestros jardines andaluces han inspirado pinturas, obras literarias, música, etc., como a nuestro compositor gaditano Manuel de Falla, o al neoyorquino Washington Irving. 

Sorolla y los jardines andaluces

Recientemente se ha inaugurado en el Alcázar de Sevilla una exposición temporal sobre el pintor valenciano Joaquín Sorolla, con cuadros que pintó en los jardines del mismo monumento. Se titula «Sorolla en el Alcázar de Sevilla». Entre 1908 y 1918, Sorolla plasmó en lienzos, no solo los jardines del Alcázar, sino también los de la Alhambra de Granada.

Todo lo que encontramos en estos espacios, es decir, la arquitectura, la vegetación, el cielo, la tierra, las cerámicas, las fuentes, los estanques, los animales, etc., ofrecen un sinfín de posibilidades. No solo por poderlos representar desde diferentes ángulos, sino porque cambian permanentemente. Al realizar visitas guiadas por el Alcázar, muchas personas suelen comentarme lo hermoso que han de estar los jardines durante la primavera, a lo que siempre respondo igual: los jardines están hermosos siempre, pues en cada hora y en cada mes del año hay unas luces, unos colores y unos aromas diferentes. Si yo tuviese que pintar jardines por Andalucía, no sabría ni por dónde empezar, ni qué hora del día escogería, pero no me preocuparía por tener que esperar a primavera, porque esto está precioso todo el año.

Los jardines de la Alhambra de Granada y del Alcázar de Sevilla ofrecieron a Sorolla una amplia gama de recursos expresivos. No los pintó por encargo, ni con la idea inicial de venderlos. Algunos los pintó para llevarlos a algunas exposiciones en el extranjero, pero principalmente los pintó de manera íntima, para sí mismo. Colocaba su caballete en el rincón que le inspiraba y pintaba para su disfrute y deleite, y también para explorar los efectos de la luz sobre los colores y las superficies. 

Sorolla comenzó a trabajar el tema de los jardines en su obra, con los de la Granja de San Ildefonso (Segovia) en 1906. Allí pintó aquellos hermosos jardines barrocos, voluptuosos y monumentales. Sin embargo, fue en Andalucía donde se enamoró de la pintura de jardín, seducido y emocionado por la simbiosis de la riqueza botánica, la arquitectura andalusí, los sonidos del agua, la sensación de refugio mediante espacios compartimentados, la cerámica, etc. También están los elementos intangibles de los jardines, aquellos que no podemos ver, pero que podemos oír, oler y sentir. No los vemos en los cuadros, pero inspiraron al pintor y los podemos intuir.

«Aquella música del agua la oía yo cada vez y menos al mismo tiempo; menos, porque ya no era externa sino íntima, mía; el agua era mi sangre, mi vida, y yo oía la música de mi vida y de mi sangre en el agua que corría».

El poeta onubense Juan Ramón Jiménez fue amigo de Joaquín Sorolla.

Creo que la belleza de estos cuadros de Sorolla está en lo pintoresco. Este es un término que se consolidó en el siglo XVIII como una categoría estética, muy empleado cuando nos referimos a la jardinería y la arquitectura paisajística. Estos cuadros de Sorolla plasman estos jardines, de forma aparentemente sencilla y espontánea, su aspecto acogedor, encantador, agradable, caprichoso, irregular e imprevisible.

En los jardines desempeña un papel primordial el agua, y Sorolla pintó las fuentes, surtidores, canalillos, estanques y albercas. Con estos podía ordenar el cuadro de determinada manera, romper la horizontalidad del espacio, añadir movimiento con pequeñas pinceladas, y jugar con los reflejos. El agua se refleja en su alrededor proyectando luces en movimiento, y su alrededor se refleja en el agua como si esta fuese un espejo.

El paraíso de Sorolla, un jardín andaluz para su casa

Los jardines de la Alhambra y del Alcázar cautivaron a Sorolla hasta tal punto que, para no separarse nunca de ellos, los trató de reproducir en su casa. Durante sus escapadas viajeras, además de pintar, también aprovechaba para comprar objetos con los que decoraría su hogar en Madrid, que comenzó a construir hacia 1912.

En las cartas que escribía a su amada esposa Clotilde le contaba las ideas que iba tomando:

“...una fuente pequeña para el patio de entrada que es una preciosidad […] dos columnas magníficas con capiteles soberbios, una reja, un farol enorme para la escalera y probables más columnas para un emparrado que quiero hacer en el jardín”.

“He recogido mucha simiente de arrayán y me llevaré unos cientos de brotes para ponerlos en el jardín”

“Dile a Joaquín que me envíe las dimensiones del jardín con el proyecto dibujado para contar el boj que necesito. Yo quiero que todas las plantas sean granadinas, aquí es muy barato todo, quiero llevar rosales y claveles. He comprado un naranjo y un limonero”.

Sorolla está considerado el precursor de un estilo de jardín denominado neo-sevillano, que se impuso en España a comienzos del siglo XX. Así, el pintor español más reconocido mundialmente en vida, diseñó un jardín andaluz en el centro de Madrid, para disfrutar de un remando de paz al final de su vida, pintándolos hasta su fallecimiento. Podemos visitarlo en el Museo de Sorolla.

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ANDALUCÍA es, según la constitución, una nacionalidad histórica que vivió momentos de esplendor en el pasado y luego pasó a jugar un papel de cuartel, granero y mano de obra. Esta degradación llega a su punto álgido con el fascismo que deja a los andaluces en el imaginario popular como pobres analfabetos alegres y vagos -valga la contradicción- Ahora, hijas e hijos de Andalucía, intentamos contar nuestra historia con la dignidad, igualdad y justicia que esta se merece. (Columna coordinada por Juan Antonio Pavón Losada y Grecia Mallorca). Más en https://www.instagram.com/unrelatoandaluz/

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