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Otra más
Vaya mes, ¿no? Otra vez. A principios de junio de este año escribía sobre el racismo policial y de cómo convivimos con quienes celebran que se detenga a las personas por motivos raciales, y más si acaban muertas en el proceso.
Y es que parece que sólo el racismo existe cuando ocurren cosas como la cacería de Torre Pacheco, los pogromos, las agresiones y asesinatos racistas, que si han acabado así es porque algo habríamos hecho. Y sí, nuestro mayor delito: seguir vivas reconociendo nuestra dignidad.
Pero nunca dejará de fascinarme la capacidad que tiene este país para sorprenderse con el racismo y sus consecuencias, como si fuese algo nuevo, por lo que se trata de manera puntual y aislada, mientras que la realidad es que es tan común y cotidiano que forma parte del ADN nacional.
Para desgranar el racismo en España, necesitaría ocupar todo el espacio de este medio, porque son demasiados los casos que hay que si lo hiciéramos cronológicamente tendríamos que partir desde el relato de la “Reconquista” católica de la península ibérica, el pogromo gitano de 1749, la trata transatlántica, y un larguísimo etcétera. Pero vaya, no me voy tan lejos, ni siquiera al asesinato de Lucrecia Pérez en 1992, cuyo caso es de especial relevancia dado que fue el primer asesinato racista reconocido por la Justicia como tal, sino que en 2022 se quemaron casas gitanas en Pael de Pacheco (Jaén), los asesinatos en las fronteras constantes con masacres como en las de Melilla, trabajadores migrantes desaparecidos por sus patronos o el asesinato de Abderrahim o Muhammad Munir.
Ya hemos vuelto a ver que el problema es estructural, nuestra mera existencia supone un problema, somos delincuentes. ¿Nuestro delito? Existir. ¿Agravantes? No estar en el margen para ser explotadas hasta la muerte
Y es que, como con Lucrecia, sigue el mismo problema por parte de quienes se dicen progresistas o antifascistas: su incapacidad de dialogar con las otras, las migrantes y racializadas, desdeñando nuestras realidades como algo identitario, que divide a la clase obrera o que es una exageración.
Sí el racismo está mal, ¿por qué? Quiero decir, en estos días demasiadas personas, organizaciones, sindicatos y partidos han salido corriendo a decir que condenan el acto, el racismo y la xenofobia sin mencionar el porqué existe el racismo en España (cuando no, minimizándolo al enésimo caso aislado), cuando ya hemos vuelto a ver que el problema es estructural, nuestra mera existencia supone un problema, somos delincuentes. ¿Nuestro delito? Existir. ¿Agravantes? No estar en el margen para ser explotadas hasta la muerte.
Pero no se habla de perfilamiento racial, ni de racismo inmobiliario. No se habla de que el ministro Marlaska sigue sin siquiera ser investigado tras el trabajo bien hecho en la masacre de Melilla, gracias al apoyo del Gobierno del PSOE y en ese entonces Unidas Podemos, siguen activos los CIE, CETI y CATE y ni tenemos una ley específica contra el racismo porque a nadie le importa.
Consignas como “sólo una raza, la raza humana”, “todas las vidas importan”, “España sin racismo”, tan sólo surten como una especie de check-list para acallar la culpa blanca. Sí, esa que sabe que moralmente es reprobable el racismo, y por eso nadie es racista (ni los que cazan moros), por eso apenas se habla y como mucho se aspira a tener a una persona que no sea blanca (mejor si es migrante) en el equipo que reproduzca ese discurso y nos diga que todo está bien, y que es suficiente lo que se está haciendo.
Sin más, la multiculturalidad no es nada, si ni siquiera apenas se plantean modelos interculturales, lejos estamos de poder hablar de transculturales
Porque el racismo no va de la discriminación entre razas, va de supremacismo blanco, va del dominio occidental sobre el resto del planeta, va de que sólo existamos como víctimas pasivas del racismo, que nuestras vidas se vean reducidas a ella apareciendo en los espacios exclusivamente para relatar y no como sujetas con agencia que aporten.
Además de que se critica o se proponen políticas multiculturales cuando es un término vacío en materia social. Quiero decirte que la multiculturalidad es la mera existencia de diferentes culturas, así que si tu barrio 100% sevillano recibe vecinas manchegas ya es multicultural. Sin más, la multiculturalidad no es nada, si ni siquiera apenas se plantean modelos interculturales, lejos estamos de poder hablar de transculturales. Porque esto implicaría tener conversaciones de igual a igual, con todo lo que eso implica y necesita.
Venimos muchas señalando el racismo de este país desde hace años, y la negligencia de quienes promueven políticas racistas por acción y omisión, usando a Vox y sus allegados políticos como la causa del racismo, porque entre sus propuestas esté por ejemplo deportarnos a las migrantes nacionalizadas también. Como si en los años 80 no hubieran sido ellos los que crearon los CIE, en este último ciclo hubieses fomentado el Nuevo Pacto Europeo de Migraciones y Asilo, o la falta de apoyo a la ILP para la regularización de medio millón de personas (y todas las iniciativas anteriores).
Con todo ello, el racismo jamás puede ser una conversación cómoda si de verdad se pretende su erradicación, pues no habrá justicia social sin justicia racial, y sin justicia no hay paz.
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