Un panorama triste

El panorama es este: cinco décadas después aún sigue sin alcanzarse ni remotamente el 0,7% que los países occidentales se prometieron aportar de sus riquezas a la cooperación y auxilio del Sur Global, con el objetivo de reducir la pobreza y el hambre y las guerras derivadas de la pobreza y el hambre. La cifra quedará como hito de la melancolía de lo imposible. La pobreza sigue carcomiendo amplísimas zonas del planeta, mientras que las guerras siguen provocando más hambruna. Los asesinatos en las colas del hambre en Palestina… Si no se puede acabar con la barbarie en Gaza, no sé qué puede esperarse de la cumbre de la ONU en Sevilla.

Qué paradoja que la cita en Sevilla de gobernantes, empresarios y ONG para hallar una vía de solución a la pobreza se celebre pocos días después de otra cita en Europa, esta en La Haya, en la que las potencias occidentales acordasen aumentar el gasto en defensa. Los mismos países que llevan años sin encontrar un modo de destinar el 0,7% a la cooperación, no han tenido reparos en prometerse que se gastarán un 5% en armas, que habrán de comprar a Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, no solo menosprecia la cumbre de la ONU en Sevilla sino que ha suprimido el programa de su gobierno de cooperación. No solo Trump, Reino Unido, con un gobierno laborista, ha anunciado la reducción del 0,5% al 0,3% de su PIB en ayuda al exterior. Otros países le seguirán. España no lo bajará, se mantiene en el 0,3%, pero muy lejos aún del 0,7%.

Todo ello redundará en un panorama más desolador: menos alimentos, vacunas, medicamentos y programas sociales que se cobrarán miles de vidas. Mujeres y niños, para los que los programas de cooperación son vitales en los países pobres, serán los más perjudicados. La migración ordenada será otro imposible. ¿Quién no va a querer salir como sea de un Sahel violento, sin esperanza de vida y con terroristas copando sus gobiernos? La reacción contra cualquier movimiento migratorio será otro caldo de cultivo para la crueldad con los fanáticos ultraderechistas creciendo en número y poder en las democracias occidentales.

La perspectiva es aún más alarmante y triste si se observa cómo las ideologías defensoras de la cooperación como esencia de sus programas están de capa caída. El poder e influencia de socialdemócratas, de los a su izquierda, los verdes… están tocados, no sé si de muerte, pero tocados.

El anti ‘woke’ gana adeptos entre los jóvenes, precisamente el segmento de edad más propicio en otro tiempo a la solidaridad, a la defensa de valores de igualdad… Otros tiempos en los que el llamado ahora ‘woke’ arrastraba a los gobiernos conservadores a competir por el mismo ideal del 0,7%. Ahora la derecha tradicional se ve remolcada por la extrema derecha como esos gobiernos autonómicos del PP maniatados por Vox para destinar menos aún a la cooperación exterior.

Al anfitrión de la Conferencia sobre Financiación al Desarrollo de la ONU, al ‘héroe’ contra el 5% del gasto en armas, al ejemplo de resistente o raro en Europa con políticas de bienestar social que no solo no merman el crecimiento económico, si no lo contrario, los acontecimientos de bombas lapa le están minando

En Andalucía la mayoría del PP ha frenado por ahora el objetivo de Vox de acabar con la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Pero como denuncia Toni Valero, coordinador general de IU Andalucía, resulta un “ejercicio de hipocresía” que Juan Manuel Moreno saque pecho de la conferencia de la ONU, “mientras el Gobierno andaluz recorta las partidas a la solidaridad y la cooperación y no quiere acoger a menores migrantes no acompañados”.

En una entrevista a elDiario.es Andalucía, la presidenta de la Coordinadora Andaluza de ONGD, Patricia Sánchez, abunda sobre la reducción en casi un 90% del presupuesto a la cooperación durante los últimos 15 años en Andalucía y se pregunta cómo esta comunidad “tiene año tras año el mayor presupuesto de su historia y cada vez invierte menos en ayuda al desarrollo”.

El caso del Gobierno progresista de España es dramático, el de su presidente, Pedro Sánchez, aún más. Al anfitrión de la Conferencia sobre Financiación al Desarrollo de la ONU, al ‘héroe’ contra el 5% del gasto en armas, al ejemplo de resistente o raro en Europa con políticas de bienestar social que no solo no merman el crecimiento económico, sino lo contrario, los acontecimientos de bombas lapa le están minando. Es difícil hacer calar el mensaje del papel crucial de España con su presidencia para que el mundo sea mejor, más solidario y con menos guerras, cuando el mismo día de la puesta de largo de la conferencia de Sevilla, el que ha sido su hombre de máxima confianza entra en la cárcel por presunta corrupción.

Este es el panorama: el objetivo del 0,7% de la riqueza occidental para paliar hambrunas y alimentar dignidades en el Sur Global seguirá siendo en 2030, al paso que vamos, una quimera. La cuestión es si también lo será que perduren las ideas y programas políticos y gobiernos que sostengan dicho objetivo.