Pimpinela en campaña: la ruptura entre Díaz y Marín alienta los reproches cruzados
La crónica de campaña de este sábado discurrió por los derroteros de Pimpinela, porque a nadie se le ocurrió mejor referencia aplicable al tablero político. A mediodía tanto Susana Díaz como Albert Rivera ya habían visto a Pimpinela en el ojo ajeno. Díaz vio Pimpinela en Ciudadanos, a quien afeó literalmente que ahora quiera irse y olvidar su nombre. Rivera vio Pimpinela en Sánchez y Casado, a quienes recordó que los que pelean se desean: “¿Habéis visto estos días a Pimpinela? ¿Pablo Casado y Pedro Sánchez? Se pelean en público, pero pactan en privado el Poder Judicial”.
En realidad, quienes han partido peras y no parece que vayan a retomar la relación, sobre todo porque uno no quiere, son Susana Díaz y Juan Marín, que lleva toda la campaña y parte de la precampaña repitiendo que él con Susana Díaz nunca más. Por eso la candidata le recordó sus tres años de convivencia: “Le ha dicho [Rivera a Marín]: Olvídalo todo, olvida su nombre… Olvida lo que hayáis hecho”.
De este triángulo ha quedado excluido Adelante Andalucía, a quien Díaz no hizo ni una sola referencia en su discurso en Málaga, quizá porque deberá lograr su apoyo si no obtiene mayoría absoluta y Moreno y Marín cumplen sus promesas de no facilitarle la investidura. La ruptura entre Díaz y Marín, al parecer irremediable, tiene como efecto que la única candidata a ocupar el hueco de Ciudadanos como sostén de un gobierno socialista sea Teresa Rodríguez.
Rodríguez, mientras, estuvo en Cádiz, donde habló de violencia contra las mujeres y anunció que, si es por ella, habrá una Consejería de Feminismo para centralizar la lucha contra la violencia “material, simbólica e institucional” que sufren las mujeres.
Los actos principales de este sábado confirmaron que la campaña se desarrolla en dos escenarios paralelos, en el que aún no encuentra acomodo Adelante Andalucía. En uno están Pablo Casado y Albert Rivera, lanzando mensajes en clave nacional, incluso con grandilocuentes referencias a la Historia, en mayúsculas. En el otro está Susana Díaz, apelando a sus rivales a la derecha con un discurso netamente andalucista, y obviando descaradamente al rival a su izquierda, Adelante Andalucía, a quien ni menciona ni para bien ni para mal.
La representación se repitió con Casado en Córdoba oscureciendo al candidato Moreno con referencias a la colonización de América. También vino Rivera a Sevilla a tratar de centrar a Ciudadanos, mientras que Susana Díaz pasó por Málaga tirando de andalucismo. Adelante Andalucía, autoproclamada “alternativa útil al susanismo”, hizo el anuncio de la Consejería de feminismo, habló de violencia machista y aprovechó la ocasión para mencionar a Arrimadas cuando dijo que no quiso ir a la última manifestación del 8M porque era “anticapitalista”. Rodríguez contestó: “Claro que es anticapitalista, Mari, claro”.
Susana Díaz está aprovechando la ausencia más o menos forzada de Pedro Sánchez para hacer de la necesidad virtud. A falta del secretario general del partido, en su discurso no hay lugar, esta vez, para los mensajes nacionales que abundan en los actos del PP, que ha desplegado doble caravana para Casado y Moreno (y otras dos más), o en los de Ciudadanos, en los que Inés Arrimadas y Rivera se han turnado el papel estelar.
Díaz ha visto el hueco y ha corrido para llenarlo. “La gente dice… esta gente [el PSOE-A] no tiene que pedir permiso para defender a Andalucía, llevan la blanca y verde en el ADN”, dijo Díaz en Málaga. La candidata del PSOE se presenta en los mítines de blanco y verde, apela a Blas Infante y si hace falta canta por Carlos Cano. Todo es andalucismo frente a los partidos que “faltan al respeto” a Andalucía tratando de dirimir en la región las cuentas pendientes que traen de Madrid.
Con su nueva proclama sobre la grandeza del pasado imperial, Casado contribuyó a reforzar el argumento de Susana Díaz y de paso eclipsó los esfuerzos del candidato Moreno por hacerse notar. Dijo Casado en Sevilla que “nosotros no colonizábamos, hacíamos una España más grande”, como si el mismo término hubiese aparecido por generación espontánea.
La boutade de Casado hizo que se oyera mucho menos lo que dijo Moreno en Huelva, donde recogió el guante de los temores del PSOE sobre el posible voto oculto al PP. La razón, dijo Moreno, es que hay votantes del PP que no lo dicen “porque tiene consecuencias en términos personales y familiares como de empleo y de ayudas”, informa Europa Press.
Críticas a izquierda y a derecha
Por su parte, Rivera no hizo caso a los médicos y se presentó en Sevilla pese a la lesión que se hizo jugando al tenis. Después de haber pasado meses en pelea con Casado por el electorado de derechas, Rivera vino a resituarse en el tablero. La fórmula que eligió fue repartir por igual a ambos lados, como ya hizo Marín en el arranque de campaña: para Rivera, el PP es “un partido de delincuentes y mafiosos” y el sanchismo, “una plaga bíblica”.
Sin embargo, esto no oculta que el rival con quien Ciudadanos quiere abrazarse al final de la pelea es con el PP. Rivera ya anunció que optaría por el PP si la suma con Ciudadanos lo permite, de modo que la pugna es a dos niveles: en uno está Susana Díaz contra lo que ella llama “las derechas”, peleando por el premio mayor del Palacio de San Telmo; en el otro, están Ciudadanos y el PP, en pugna por la hegemonía de la derecha en España y por ver cómo se reparten el poder en Andalucía, en el eventual caso de que sumen mayoría absoluta.
En ese pelearse para, si todo va bien, reencontrarse y quererse se entiende mejor que la referencia sea Pimpinela. Quizá al final se pregunten el uno al otro, como el dúo musical, qué vienen a buscar.