Una casa en El Rocío, primer paso para sacar a los inmigrantes del chabolismo
Abdel llegó a España hace seis años. Su familia en Mali tenía demasiados problemas para el día a día, y con 20 años no tenía posibilidades de salir adelante si no era tirando él de la casa. Le hablaron de la vendimia de Jaén, del fideo de Lleida y de la fresa de Huelva, donde ha vivido y trabajado desde entonces. Hace tres años que tiene contrato, y hace un mes que tiene casa.
Su historia, en esencia, se parece mucho a las que cuentan los cientos de inmigrantes que viven en asentamientos chabolistas en la provincia de Huelva. De hecho, muchos de ellos, igual que Abdel, cuentan con documentación en regla y han podido firmar un contrato de trabajo legal. Eso le ha ayudado a dejar su chabola y vivir ahora en una casa en la aldea de El Rocío.
Su vida ha cambiado radicalmente gracias a un programa puesto en marcha por Cáritas Diocesana de Huelva junto a las empresas agrícolas Driscoll's y Berries los Mimbrales, que se han unido para ofrecer a las personas que viven en los asentamientos un trabajo decente y una vivienda digna.
Salir de la chabola antes de dos años
Forma parte de la ayuda que se está organizando mediante empresas y particulares en varios puntos de la provincia. En el caso de este proyecto, se circunscribe a la comarca del Condado de Huelva. En la costa, con Lepe como mayor exponente, el programa denominado ‘Agenda 2020’ ya tiene ubicados a inmigrantes en casas vacías aportadas por los vecinos mediante una iniciativa de alquiler garantizado que quiere sacar a los inmigrantes de los asentamientos antes de dos años. Y no es tarea fácil, vista la cantidad de personas que viven en las chabolas.
De momento, Abdel y sus 22 compañeros de vivienda ya tienen un techo. Proceden de Senegal, Nigeria, Costa de Marfil, Mali, Camerún y Guinea, y hasta hace unas semanas vivían en los asentamientos de Moguer, Mazagón y Lucena.
Para garantizar el éxito de la iniciativa, Cáritas realizó un trabajo previo en los campamentos, donde muchos de sus habitantes tienen documentación, pero no todos contratos. Unir las dos cosas fue la labor final, y una casa en la aldea de El Rocío es el destino elegido. Está a sólo diez minutos de la finca en la que trabajan, con lo que la coordinación ha sido total para lograr los objetivos.
Hasta hace poco “nuestra vida era trabajar donde podíamos, pasar calor en verano y frío en invierno, correr peligro de incendios en las chabolas y vivir como animales. Ahora, tenemos dignidad y un techo”, resume Abdel. La casa en la que viven se encuentra en un aldea donde cada vez más personas han elegido que sea su residencia durante todo el año, aunque en épocas como la romería o el verano el trasiego es continuo. En ese ambiente en torno a la Basílica de la Virgen del Rocío, estas 23 personas han encontrado un nuevo horizonte vital.
La labor de Cáritas se fue directamente hacia frutícola Berries los Mimbrales a la que comunicó la situación de estas personas. Les propuso que les realizase un contrato laboral adaptado al Convenio Colectivo del Sector de Trabajadores del Campo de la Provincia de Huelva. La compañía disponía de la vivienda, con una capacidad para 30 personas, ya que cuenta con varias habitaciones, cuartos de baño, cocina y salón.
Allí se han organizado con un formato de comunidad, mediante unos escalafones que organizan todas las labores de la casa. La misma empresa ofrece un servicio de transporte que les recoge y les deja en su lugar de trabajo.
La situación, para esta personas, se ha estabiizado, La empresa está especializada en las cuatro berries (fresas, arándanos, moras y frambuesas) por lo que ofrece un trabajo estable a medio-largo plazo. Cuando termina la recogida de la fresa, a finales de mayo, comienzan o siguen otras campañas, de modo que el trabajo parece garantizado para todo el año.
“Un cambio de vida que es una esperanza”
Cáritas Diocesana de Huelva considera un éxito su primera experiencia de intermediación laboral que la entidad tiene a nivel confederal con personas que residen en asentamientos chabolistas. La organización refleja en su web oficial que intenta “sembrar esperanzas y cambios, concienciando de que se trata de una realidad que nos atañe a todos”, por lo que considera fundamental que, tanto el sector empresarial como las administraciones competentes, incorporen en su modelo de trabajo este factor social y humano con estas realidades, ya que a la postre “se constituye como un verdadero signo de calidad el acceso a derechos tan fundamentales como: la vivienda, la seguridad, la higiene o la estabilidad emocional”.
El primer ejemplo ya está en marcha. Ahora, se quiere llevar a otros puntos de la provincia, intentando que el paisaje formado por chabolas de cartón y plástico cambie cuanto antes.