'Ahora' de Yolanda Morató: la celebración del instante verso a verso
Un mensaje tan claro como su poesía: Ahora (Fundación José Manuel Lara). Así se titula el libro de poesía de la escritora onubense Yolanda Morató. Un canto al carpe diem, de lenguaje directo y temas cotidianos, que no frívolos ni banales. Los poemas de Morato desprenden la misma naturalidad y estar en el mundo que su autora.
Así, nos habla con la misma franqueza de “basura allí esparcida, / contenedores llenos / de objetos tan privados / que son pornografía” que de una maternidad imposible: “sufrí tres abortos, / resbalaron por mis piernas, / una, / dos, / tres veces, / lágrimas teñidas de rojo, / ríos de sangre en señal de duelo, / los comienzos de tres vidas”.
Tras publicar en 2015 Nadie vendrá a salvarnos, Ahora es su segundo libro de poemas. Da clases de filología inglesa en la Universidad de Sevilla y ha traducido a más de veintes escritores. Por esa razón, dice sentir una enorme responsabilidad al publicar.
“Tanto en el cine, como en la literatura, lo primero que tiene que aprender una persona es a ser crítica. A podar lo que sobra. Esa es la ganancia más importante respecto a un primer libro, la experiencia. Hay autocrítica y poda. He escrito poesía toda la vida, pero me he resistido a publicar y por eso publiqué tan tarde mi primer libro, que tiene poemas del año 94”, desentraña la escritora.
Biedma, Juan Ramón y Dickinson, sus referentes
Cita como sus referentes a Jaime Gil de Biedma, Juan Ramón Jiménez o Emily Dickinson. No cree en la prosa poética, pero sí en una poesía “narrativa, del día a día. Me interesa contar una historia y me sorprende que la poesía sea un género aparte de la ficción, porque para mí tiene una parcela dentro de la ficción”.
El carpe diem recorre, como una espina dorsal, cada página de Ahora. Comenzando, claro está, por su título: Ahora. Según Morató, “uno de los males del siglo XXI es el mañana. El problema es que el futuro nunca llega. Ya es presente. Presente significa regalo. Hay que valorar lo que se tiene ahora, porque los planes de futuro nunca llegan. No hago un canto ético al pasado. Es interesante pero no puede ser el eje de nuestra vida. El eje está aquí y ahora”.
“De niña todo olía fuerte”
Y así lo verbaliza en su poema CFC, en el que recuerda que “de niña todo olía fuerte”: “El pasado desprende / ese olor a cerrado / que tienen los armarios / sellados hasta hoy”.
Probablemente el poema que golpea con mayor dureza al lector es La bofetada hipócrita, donde expone con crudeza esa maternidad inviable de los versos transcritos más arriba.
“Es el poema que siento más pegado a mi experiencia. Todo es mercado, todos somos mercado. Y al mercado le interesan los polos opuestos, porque generan mejor el debate. Así, tenemos a las supermadres y a las madres que se niegan a tener hijos. En medio queda un espacio, invisible. Quienes lo ocupan son invisibles y sufren las embestidas de ambos lados”, reflexiona.
La crítica va destinada, en cierta forma, a un tipo de feminismo con el que no se siente identificada: “Guarda tus reproches para otras luchas, / sororidad no significa crear más clubes”.
Criada en los años 80, no faltan las referencias a los vídeojuegos de máquinas recreativas de la época (“vida extra”), la familiaridad con las tecnologías (el poema Pon Pin Puk) y todos esos referentes de la llamada generación EGB, como las gomas MILÁN, la colonia Chispas o la fragancia masculina Jack.
Como profesora universitaria, ve con cierta perplejidad el conservadurismo de algunos de sus estudiantes. “Me asombra la ingenuidad y el cinismo de muchas de las actitudes de la gente que es joven en el siglo XXI, quizás porque tuve una juventud libre y veía La bola de cristal. Cerrar las puertas a cosas que nos incomodan es cerrarse al espíritu crítico”, apunta.