Lo mejor de Louise Bourgeois quizá no eran las arañas: “Su obra textil todavía no tiene el lugar que merece”
A veces los libros vienen por parejas. Le ha sucedido a una gaditana afincada en Francia, Sara Herrera Peralta (Trebujena, 1980), con un trabajo en profundidad en torno a la obra de la artista plástica Louise Bourgeois, que ha dado lugar a dos volúmenes distintos: Me fui como una tormenta (Consonni), un texto híbrido entre el diario, la autoficción y el ensayo, y El piar de los pájaros y el goteo del agua que cae del techo (La Bella Varsovia), un poemario en el que caben la prosa, fragmentos narrativos e imágenes, incluyendo fotografías y vídeos.
“Ambos libros forman parte de un mismo proyecto que se interroga acerca de la creación, los medios y los materiales que utilizamos para crear, el espacio en el que lo hacemos, pero también cómo impacta la maternidad en el desarrollo de una obra creativa”, explica. “Soy madre de dos niños maravillosos, para mí lo cotidiano siempre ha sido materia poética. Por lo tanto, la vida, inevitablemente, atraviesa la obra”, agrega la gaditana.
Aunque Bourgeois, francesa nacionalizada estadounidense, es conocida popularmente por su producción más monumental, sobre todo por aquellas arañas que se han lucido en las grandes capitales de todo el mundo, Herrera Peralta quiso poner el foco en una de sus facetas menos divulgadas: su obra escrita y textil. “Creo que la cuestión no está tanto en el tamaño de la obra, sino en la disciplina artística”, comenta.
La obra bordada de Louise Bourgeois, así como sus diarios, poemas o canciones, “ha sido probablemente menos tratada por la crítica, menos representada en los museos y, por lo tanto, es menos conocida por el gran público, porque el arte textil ha sido históricamente silenciado, no ha tenido el lugar que tienen otras disciplinas artísticas”, reflexiona Herrera Peralta.
“Precisamente porque la escritura y la obra textil de Bourgeois me parecen claves para comprender el conjunto de la obra de una artista multidisciplinar como ella (esculpía, grababa, dibujaba, cosía, bordaba, escribía...), quise acercarme a ese rincón a través de sus manos”, prosigue, antes de concluir que “en esa marginalización observé la de tantas otras mujeres que han creado a lo largo de siglos, que siguen creando, siendo ignoradas, marginadas, silenciadas”.
Vuelta al tejido
Sara Herrera Peralta recuerda que Bourgeois ayudó en el taller familiar de sus padres durante su infancia y, como la escritura, la obra textil se manifiesta a lo largo de toda su producción artística (por ejemplo en sus celdas), pero estuvo particularmente presente en sus libros de artista (Oda a la Bièvre, por ejemplo) y en otras obras al final de su vida, cuando volvió al tejido de una forma mucho más pronunciada.
“Su obra textil era tan importante para ella como el resto de las que creó, y con ella hacía, deshacía y rehacía (uno de sus mantras) utilizando la creación como una especie de exorcismo. En su trabajo de memoria, presente en todas las disciplinas artísticas, también en su obra textil, Bourgeois reutilizaba viejas prendas de ropa, flores de sombreros antiguos, botones, perlas, conservadas en los cajores y armarios de su casa, para crear las piezas de arte. A través de ese proceso, trabajaba acerca de su propio pasado, en particular sobre su infancia, reutilizando prendas que habían pertenecido a miembros de generaciones anteriores de su familia. Nada para Bourgeois era menor”, explica la autora gaditana.
Precisamente, “su vuelta al tejido, que la última exposición que prepara en vida presentara dibujos, versos y bordados sobre pañuelos y trapos de cocina, podría responder en cierta forma a tu pregunta. ¿Un ajuste de cuentas? ¿Un homenaje a su madre? ¿Una caricia para la niña que fue? Jean Frémon, que conoció profundamente su obra, que la acompañó y que presentó esta última exposición que Bourgeois terminó de preparar meses antes de fallecer, dijo de sus últimos bordados que eran impactantes composiciones que evocaban la soledad, el envejecimiento, la frustración y la anulación. Si Bourgeois utilizó el bordado para representar esto, ¿no te parece que escribió, así, cómo de importante era su obra textil en el conjunto de su creación artística?”, sugiere Herrera Peralta.
Espacio doméstico y silencio
Cabe imaginar al espectador de algunas de esas obras falsamente ‘menores’ de Bourgeois preguntándose burdamente cómo puede ser arte algo que hacía su abuela. En el fondo de esa marginalización, apunta Herrera Peralta, descansa el desprecio de lo que entraba en el campo de las tareas del hogar, excluidas del hipotético olimpo de la creación. “Esta el desprecio a lo que llamamos ‘las labores’ pero también el desprecio a quienes tradicionalmente han llevado a cabo esas creaciones”, lamenta.
“Cualquiera puede pintar un cuadro en casa y no por eso cuando admiramos un cuadro en las paredes de un museo decimos ‘esto qué va a ser arte, si mi primo, mi vecina, o yo también podría pintarlo’. Sin embargo, no miramos igual un bordado que un cuadro. Me importa la mirada y el porqué de la forma en qué miramos. No juzgamos sólo la obra de arte como obra final, sino que lo hacemos también según quién y cómo, en qué condiciones, la ha creado”, argumenta la artista.
Herrera Peralta continúa: “Me interesa tanto la búsqueda en el proceso creativo como la obra final. La marginalización del arte textil, la invisibilidad de tantístimas mujeres escritoras, me parecen dos razones evidentes para que hoy podamos hacernos las preguntas justas y adecuadas. Y sí, por supuesto, el hecho de que esas creaciones, realizadas por mujeres, se hayan llevado a cabo dentro del espacio doméstico ha contribuido al silencio al que nos referimos”.
Tal vez no sea casual que ahora muchas chicas jóvenes están volviendo a esas tareas y encontrando muchos beneficios personales, acaso como una toma de conciencia al respecto. “No sé si hay más o menos personas que hace unos años cosiendo o bordando. Es evidente que las redes sociales contribuyen a visibilizarlo. Pero también hay muchas mujeres creando, investigando, descubriendo, compartiendo otras muchas cosas”, subraya. En cualquier caso, “no, creo que el arte textil y la escritura llevada a cabo por mujeres, no tienen aún el lugar que merecen; ni en los museos, ni en los libros, ni en los medios, ni en el sistema educativo, ni en los espacios públicos”, sentencia.
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