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Vox aparca su guerra cultural y garantiza la estabilidad del Gobierno andaluz de PP y Cs hasta el final de la legislatura

El presidente andaluz, Juanma Moreno, "inaugura" el curso escolar de forma telemática desde el Palacio de San Telmo, contactando con colegios de las ocho provincias.

Daniel Cela

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El Gobierno andaluz de Juan Manuel Moreno se aproxima al ecuador de una legislatura que va cambiar drásticamente el registro suave de la primera mitad del mandato. La Junta afronta una triple crisis de alto voltaje: la gestión de la pandemia de Covid-19 y la crisis sanitaria, económica y sociolaboral que ésta ha provocado, frenando de golpe el turismo, motor de la economía andaluza, y disparando la cifra del paro. La oposición de izquierdas retoma el curso político con más vigor, con una sobreexposición ansiosa de la ex presidenta y secretaria general del PSOE, Susana Díaz, que apunta a Ciudadanos como la parte más frágil del Gobierno, y a sus socios de Vox, como el factor más desestabilizador para la imagen de moderación que está acuñando Moreno.

Se avecina tormenta política al eco de la gran epidemia, pero ese factor desestabilizador que presupone el PSOE ha estrenado el primer Pleno de este periodo de sesiones lanzando un ancla al Gobierno andaluz en minoría para garantizar su estabilidad hasta final de la legislatura. Lo ha expresado con toda la rotundidad posible el portavoz de Vox en el Parlamento andaluz, Alejandro Hernández, en el marco de un debate sobre los Presupuestos Autonómicos de 2021, que inician ahora la fase de negociación parlamentaria.

El borrador de las cuentas del año que viene debe ser aprobado en Consejo de Gobierno antes del 31 de octubre, y el partido que sustenta al Gobierno de PP y Cs ha ofrecido su respaldo por anticipado. “Esta situación de crisis nos exige sacrificios a todos, incluso a los grupos. Es el momento de olvidar determinados postulados maximalistas, por mucho que creamos en ellos de manera indubitada. Ofrecemos y reiteramos nuestra leal colaboración, y le aseguro que esto no es mera retórica. En este tiempo de zozobra, pueden contar con la lealtad de mi grupo”, le ha dicho Hernández a Moreno, durante las preguntas de control al Gobierno en el Parlamento andaluz.

Sin condiciones, a priori

Se trata de una “declaración de intenciones”, avisa Vox, pero sirve para oxigenar al Ejecutivo andaluz y sirve también de pegamento a la triple alianza de la derecha. El partido de extrema derecha aparca su guerra cultural, los “postulados maximalistas” que Hernández menciona, sin concretar, pero que remiten a todas las reivindicaciones ideológicas que más enfrentamientos ha provocado con PP y Cs en la negociación de los presupuestos anteriores: la derogación de las leyes de Igualdad y lucha contra la violencia de género, el teléfono para víctimas de la que ellos llaman “violencia intrafamiliar”, la tauromaquia, la derogación de la Ley de Memoria y su sustitución por una ley de concordia o el durísimo discurso contra los inmigrantes sin papeles, incluido los menores extranjeros no acompañados...

Estos imponderables de Vox, a priori, no condicionarán el pacto de los Presupuestos del año próximo. “Hay más cosas importantes en juego”, dice Hernández. En materia económica y de política fiscal siempre ha habido mucha mayor coincidencia entre los postulados de PP, Cs y Vox. Las cuentas de 2021, aparte de estabilidad, van a ser la herramienta para ordenar los fondos millonarios que recibirá Andalucía para tratar de salir de la crisis socioeconómica que ha desatado la Covid-19.

El mensaje del partido de Santiago Abascal en Andalucía no es novedoso, pero resulta llamativo por cómo y cuándo se traslada. Moreno ya tiene sobre la mesa la oferta de Susana Díaz para negociar y apoyarle los Presupuestos de 2021, con la condición de blindar y preservar los servicios públicos, la sanidad, la educación y las políticas sociales. La socialista acudió a San Telmo, en la ronda de contactos del presidente con los portavoces de todos los grupos, y le “tendió la mano”. “Habla tú con Pablo [Casado], que yo hablo con Pedro [Sánchez]”, le dijo Díaz, vinculando la negociación de las cuentas andaluzas con la de los Presupuestos Generales.

La ex presidenta andaluza quiere jugar a las cartas en dos mesas de póker, se ofrece para mediar en Madrid con los suyos en beneficio de Andalucía, consciente de que las cuentas autonómicas dependen de las entregas a cuenta, el techo de gasto y el límite de déficit que debe decidir el Ministerio de Hacienda. De paso, le echa un cable al presidente del Gobierno en el complejo sudoku de sumar apoyos para las cuentas del Estado.

Pero Sánchez necesita más a Casado que Moreno a Susana Díaz. La socialista ve incompatible que el Gobierno andaluz negocie con ellos y a la vez con Vox. Y al grupo de extrema derecha han dejado de importarle los escarceos de sus socios con la izquierda, porque ahora están seguros de que en Andalucía la política de bloques es inamovible. También este viraje en el discurso del portavoz de Vox en el Parlamento es significativo. El pasado abril, bajo el impacto de la pandemia, Moreno propuso a los grupos y a los agentes sociales una “gran alianza por Andalucía”, y la líder de la oposición recogió el guante, instando a vehicular ese pacto a través de una “comisión parlamentaria por la recuperación económica y social”.

Todos los partidos se sumaron, excepto Vox, que torció el gesto. Hernández afeó a Moreno que tendiese puentes a la izquierda, que venía hablando de aumentar el gasto público frente a la pandemia, y defendió más “austeridad” en la Administración, bajar impuestos y limitar el gasto de los partidos. “Nos sorprende que pueda esperar una ayuda sincera y leal del PSOE y de Adelante Andalucía. No se puede ser amigo de todo el mundo”, sentenció el portavoz de Vox sobre la “gran alianza” del presidente. Cinco meses después, a Hernández no le quita el sueño que Moreno se siente a negociar el Presupuesto con la izquierda. “Negocie con quien quiera. Nosotros no vamos a poner cordones sanitarios, no nos gusta. Nosotros practicamos la democracia frente a discursos sectaristas”, le ha espetado este jueves al presidente.

Paralelismos con Madrid

Vox afianza la estabilidad del Gobierno andaluz en un periodo de turbulencias, mientras en Madrid se estrechan cada vez más los vínculos entre el PSOE y Ciudadanos. En parte, gracias al viraje de Inés Arrimadas, inclinada a apoyar los Presupuestos Generales de Pedro Sánchez antes de unas elecciones catalanas con perspectivas pesimistas para Ciudadanos; pero también, porque en Madrid sobrevuela una moción de censura contra la presidenta popular, Isabel Díaz Ayuso, después de que los socialistas hayan ofrecido la presidencia al partido naranja. La operación no ha prosperado, pero ya está sobre la mesa, y permite a Ciudadanos endurecer su papel en el Gobierno de Madrid y en la inminente negociación de sus Presupuestos Autonómicos.

En Andalucía existe un tablero político similar, con un Ejecutivo de PP y Cs sustentado por Vox. Los populares recuperan terreno en intención de voto a costa de los naranjas, y la ultraderecha amenaza con arrebatarles la condición de socio privilegiado. Pero hasta ahí llegan los paralelismos. El PSOE de Susana Díaz tiene los puentes rotos con Ciudadanos, su socio en la pasada legislatura y, a pesar de las tensiones internas que vive este partido, la ex presidenta apenas encuentra eco en Andalucía de la nueva corriente que abandera Arrimadas. Su margen es más estrecho.

La negociación de los Presupuestos Andaluces de 2021 correrá a cargo del consejero de Hacienda, Juan Bravo, que empezará a sentarse con los grupos a final de septiembre, después de que se celebre el Consejo de Política Fiscal y Financiera, presidido por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Bravo acude predispuesto a volcar gran parte de las necesidades de las cuentas andaluzas en el Gobierno central, la financiación pendiente y el dinero del Fondo Covid para la recuperación que debe llegar de la Unión Europea el año que viene. El PSOE pondrá a negociar a Arellano, responsable del último Presupuesto del Gobierno socialista andaluz. “Tener Presupuesto en 2021 significa credibilidad, estabilidad para salir cuanto antes de la crisis económica que ha introducido la pandemia. Aquí no nos hemos resguardado en ninguna prórroga presupuestaria”, dice Moreno, confiando en tener el mandato de cuatro años en las manos.

La frustrada alianza andaluza 

¿Qué ha ocurrido en estos últimos cinco meses? Desde que el portavoz de Vox reprochó a Moreno que “no se puede ser amigo de todo el mundo” hasta hoy, que le da su beneplácito a negociar las cuentas de 2021 con la izquierda. Lo que ha demostrado este tiempo intermedio es que, pese a la situación crítica provocada por la pandemia, la unidad de las fuerzas políticas en Andalucía es ilusoria. El cisma entre las derechas y las izquierdas (singularmente con el PSOE) es más profundo en el Parlamento que en el Congreso de los Diputados.

Tras la iniciativa de la alianza social y política impulsada por Moreno y por Díaz en abril, Vox respondió votando en contra de la creación de la comisión parlamentaria para la recuperación de Andalucía. Para evitar quedar en minoría frente a los grupos de izquierdas, PP y Cs animaron a su socio de extrema derecha a sumarse al proyecto, y para convencerles, le entregaron la presidencia de la comisión. El partido que rechazaba la gran alianza tomaba el control de la misma. “La aritmética parlamentaria es la que es. Aquí todo el mundo sabe contar y nadie se ha caído de un guindo”, respondió, ufano, el portavoz de Vox. PSOE y Adelante abandonaron la comisión en señal de protesta, y ésta desarrolló su trabajo al margen de la oposición. Los tres partidos de derechas recabaron las propuestas de todos los agentes sociales que pasaron por el Parlamento.

Al final, el presidente de la comisión, el diputado de Vox Manuel Gavira, redactó un dictamen final trufado con todas las guerras culturales de su partido, desde la violencia intrafamiliar -sustitutivo de violencia de género- hasta la tauromaquia y la “frontera de protección microbiológica” contra los migrantes sin papeles. Medidas que están en la línea de flotación ideológica de Vox, pero que PP y Cs entendían “fuera de lugar” para un debate de soluciones contra la crisis provocada por la Covid-19. El dictamen final se rehizo por completo, después de una cascada de enmiendas de los socios, para barrer todo el contenido ideológico de la extrema derecha.

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