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El Gobierno de Aragón autoriza un camping de lujo de 24 hectáreas en una zona de protección de aves de Mequinenza

El paraje de Aubera es una de las zonas tradicionales de pesca de siluro de la cola del pantano de Ribarroja.

Eduardo Bayona

Zaragoza —

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El proyecto del nonato hotel de lujo de la sierra de Aubera de Mequinenza, un paraje semiboscoso situado en la margen derecha de la zona de cola del embalse de Ribarroja en el que es habitual la pesca del siluro, ha resucitado transformado en un cámping de alto standing que ocupará más de 24 hectáreas. El Gobierno de Aragón ha dado el visto bueno al proyecto a pesar de encontrarse en la ZEPA (Zona Especial de Protección de Aves) Matarraña-Aiguabarreix, de afectar a un área forestal con riesgo medio-alto de incendio y de estar incluidos los terrenos tanto en el Plan de Protección del Águila Azor-Perdicera como en el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales del Sector Oriental de Monegros y del Bajo Ebro Aragonés (en trámite).

El Inaga (Instituto Aragonés de Gestión Ambiental) del Gobierno de Aragón ha avalado el proyecto, impulsado por la empresa Ebrus SL, propietaria de la finca agraria de la que forman parte la mayoría de esos terrenos, y ha eximido de someter a una evaluación ambiental estratégica la modificación del plan urbanístico en el que se apoya, que es una nueva versión del inicial, fechado en 2004.

No obstante, el dictamen recoge que “su declaración de impacto ambiental sigue vigente hasta diciembre de 2020”, lo que significa que el proyecto dejará de contar con su paraguas si las obras no comienzan en los tres meses y medio que quedan para finalizar el año. En ese caso, debería ser evaluado de nuevo con las actuales normas, más exigentes que las de principios de la década pasada.

Sin “efectos significativos” ni “prospecciones sistemáticas”

Ni la parte dedicada a la fauna ni tampoco la de la flora incluyeron una prospección “sistemática” de especies a pesar de que en la zona habitan varias especies vulnerables y en peligro de extinción de uno y otro ámbito, señala la resolución del Inaga, que califica de bajos los impactos que la construcción y la explotación del complejo pueden provocar en la vegetación, las figuras de protección ambiental, los suelos o el riesgo de incendio, y como medios los referentes al consumo de recursos naturales y el paisaje.

“La modificación [del proyecto inicial] no tiene efectos significativos sobre el medio ambiente”, concluye el Inaga, que reseña que la nueva versión “reubica instalaciones fuera de zonas de vegetación natural y de hábitat de interés comunitario” (el planteamiento inicial se llevaba 4,5 hectáreas de pinos y sabinas), reduce la superficie de suelo con construcciones, descarta levantar “una edificación hotelera a favor de otras instalaciones de menor impacto sobre el terreno y sobre el paisaje” y “permite disminuir los impactos inicialmente evaluados sobre las figuras de protección ambiental de la zona”.

El proyecto inicial, que obtuvo las últimas autorizaciones en 2010, en plena crisis de la burbuja inmobiliaria, y que no llegó a ejecutarse por cuestiones económicas, incluía un complejo urbanístico con un hotel y una zona de bungalows cuya instalación iba a afectar a una masa forestal y que ahora, tras hacerse los promotores con varios campos que amplían de 15,8 a 24,3 hectáreas la superficie prevista, se extenderán por ellos en línea con el embalse.

“Con este nuevo planteamiento la empresa pretende establecer un modelo turístico más sostenible, abierto al público en general y para el público especializado”, como pescadores y aficionados a la fauna, la ornitología y el agroturismo, señala el Inaga, que a renglón seguido anota que “la modificación del Plan Especial ‘Aubera’ (…) pretende la construcción de un camping de lujo”.

Diez hectáreas y media de bungalows, camping y edificios

El camping propiamente dicho, cada uno de cuyos bungalows de madera ocupará una “superficie mínima” de cien metros cuadrados (los habrá de planta baja y dúplex), tendrá una extensión de 10,47 hectáreas e incluirá una zona de 1,5 con edificios destinados a bar, restaurante, piscina cubierta, almacenes, recepción, supermercado y albergues.

El complejo incluirá otras dos áreas, una de usos deportivos que abarcará la mitad de la extensión total y varias “zonas de espacios libres” para senderismo y “panorámicas”. En estas últimas podrá haber sendas valladas y edificios de refugio de hasta cinco metros cuadrados.

El proyecto contempla “medidas preventivas, correctoras y de seguimiento” sobre la ZEPA, entre las que se incluye la “posibilidad de rehabilitar uno de los edificios de la antigua mina como centro de interpretación de aves dirigido al águila azor perdicera”; algunas impuestas por el PGOU (Plan General de Ordenación Urbana), como plantar un árbol por cada 80 metros cuadrados deconstrucciones, y otras como limpiar la escombrera de la mina y el cargadero de carbón del barranco de Valldurrera o “instalar islas artificiales para proliferación de vegetación riparia y de colonias de ardeidas”.

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