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“Muchas familias se interesan en acoger, pero nos dicen que están en paro”

Un niño hace sus deberes en el colegio. |

Rubén Alonso

El acogimiento familiar proporciona de manera temporal un ambiente seguro y cálido a niños, niñas o adolescentes que no pueden ser cuidados en sus hogares por sus padres y madres. Se trata de una alternativa a los centros de acogida que promueve el Instituto Cántabro de Servicios Sociales (ICASS) que, en los últimos años, ha visto cómo el número de familias dispuestas a ello se ha reducido notablemente.

Armando Martínez es el jefe de sección de recursos especializados de la Subdirección de Infancia. Asegura que la principal causa de que cada vez haya menos familias interesadas en la acogida es la crisis. “Muchos llaman y se interesan, pero te dicen que están en paro”, subraya. “Nosotros damos una ayuda económica, pero las familias deben de tener solvencia económica para poder mantener al niño que acojan con sus propios medios”, explica.

“Nosotros hacíamos aproximadamente un par de cursos al año de formación con las familias que mostraban interés y llevamos años en que a duras penas sacamos uno y con muy pocas”, lamenta.

'En Cantabria hay niñ@s que sueñan con construir su futuro y para ello necesitamos familias de acogida'. Bajo este lema, esta institución trata de captar la atención y el interés de las familias para que den el paso y ofrezcan a esos niños el afecto y los estímulos que necesitan para su desarrollo. 

“Son niños que requieren atención y que su vida no ha sido fácil, por lo que es importante rehabilitar ese daño que han sufrido por el trato negligente. Hay que conseguir que esos vínculos inseguros y negativos que han tenido se conviertan en positivos”, señala Martínez.

Manifiesta que “la ley impone que ningún niño menor de seis años debe pasar por un centro de acogida y ese es nuestro objetivo”. Destaca que las familias tienen que tener recursos suficientes económicos y humanos,y que es importante “tener capacidad educadora y motivación”.

Cualquier familia, o persona sola mayor de edad, que resida en Cantabria puede convertirse en una familia de acogida, y para ello solo necesita cumplir una serie de requisitos: compartir su deseo de acoger con el resto de personas de su familia, aceptar que el niño, niña o adolescente que acoja va a seguir manteniendo relación con su familia biológica, participar en un proceso de formación para conocer más a fondo en qué consiste el acogimiento familiar y aceptar el seguimiento y la supervisión de un equipo de profesionales.

A día de hoy en Cantabria no hay ningún niño menor de seis años en un centro de acogida. En total hay 32 bajo acogimiento familiar y 168 en diferentes centros. En ambas cifras están incluidos también aquellos mayores de 18 años que “se les da la opción de continuar porque a esa edad todavía no tienen recursos para ser independientes”, aclara Martínez.

Es por ello que prolongan su situación en un programa de emancipación. “Lo mismo ocurre con las familias, el acogimiento cesa a esa edad pero llegamos a un acuerdo por el que se mantienen las mismas condiciones”, recalca. 

Acogimiento como tránsito

“La idea es complementar la situación de la familia biológica e introducir los cambios que sean necesarios, dotarles de medios y recursos para que puedan recuperar a sus hijos; esa es la finalidad, el retorno”, expone. El tiempo medio que suelen estar en familias de acogida está muy por debajo de los dos años. “Hay familias que repiten, son gente muy valiosa, muy concienciada, muy 'militante' del acogimiento”, manifiesta Martínez.

Resalta la importancia de crear en la sociedad “la conciencia de acogimiento, esa lluvia fina que va calando”. Pone como ejemplo uno de sus eslóganes: 'Con el acogimiento ganamos todos', es decir, ganan los niños y ganan las familias que también disfrutan de una experiencia muy gratificante.

Por otro lado, Martínez hace hincapié en que no hay que confundir el acogimiento con la adopción. Las familias que amparan normalmente todas tienen hijos, muchos de ellos mayores y acogen a más pequeños.

Por tanto, “el acogimiento es un tránsito hacia otra institución que sea preferiblemente su familia biológica o, en caso de que no haya habido forma de restaurar las necesidades que tenían, pasarían a otra familia definitiva, a la adopción”, concluye. 

Fuera de Cantabria

Más allá de nuestras fronteras, en la comunidad vecina, el País Vasco, también se encuentran con la necesidad de familias interesadas en acoger. En mayo de este año, la Diputación Foral de Bizkaia manifestó la necesidad que tenían de encontrar 25 familias dispuestas a cuidar de menores que se encuentran en situación de desamparo.

Por su parte, más recientemente en Guipuzkoa, la Diputación hizo “un llamamiento urgente” el pasado julio demandando estas familias

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