Alfonso X El Sabio, el “nacionalista” que democratizó la cultura con traducciones científicas al castellano
Se acerca el año 2021, en el que se cumplirá el VIII Centenario del nacimiento de Alfonso X El Sabio, un rey pionero en la democratización de la cultura en un país que allá por el siglo XIII todavía no era lo que hoy conocemos como España.
Poco se sabe de los actos que vayan a organizarse en torno a esta efeméride, aunque hay quien ya ha lanzado algunas ideas. Esta misma semana el Ayuntamiento de Toledo presentaba sus presupuestos para 2020 incluyendo una partida de 180.000 euros destinada a los organismos que vayan a encargarse del evento.
En todo caso, uno de los referentes para el aniversario del rey sabio será, sin duda, la Escuela de Traductores de Toledo que surgió a raíz del movimiento cultural iniciado en esta ciudad entre los siglos XII y XIII. Su directora, María Teresa Santamaría, confirma que ya se han producido “contactos informales con las autoridades municipales” para una posible colaboración.
“Alfonso X fue un rey muy moderno e innovador desde el punto de vista cultural”, comenta Santamaría al referirse no solo a su actividad relacionada con la traducción de textos árabes, sino de creación literaria y lingüística tanto en castellano como en otras lenguas.
En este sentido fue importante la influencia de su madre, Beatriz de Suabia, reina consorte de Castilla y de León por su matrimonio con Fernando III El Santo. Ella vivió un tiempo en la Corte de su primo, Federico II de Sicilia, un rey que también apostó por las traducciones del árabe al latín o a lenguas vernáculas. “Eran traducciones sobre cetrería, veterinaria… y llegó a crear una especie de sociedad de poetas. Es algo que Alfonso X recibió de su madre. La influencia se ve clara y corresponde también a un cierto movimiento que se produce en otros lugares de Europa”.
Y es que, frente al orden feudal de la época, la Europa de los siglos XII o XIII vivió una especie de renacimiento cultural. “No comparto la idea de una Edad Media de penumbra cultural, entre otras cosas porque en Toledo existía un importante foco de traducción del árabe al latín en torno a la catedral que no es, ni mucho menos, un antecedente del Scriptorium de Alfonso X. Son momentos diferentes y ambos de gran impulso cultural”.
Después y durante el reinado del rey sabio se vive una etapa de democratización cultural con traducciones del árabe al castellano. Ambos periodos se relacionan hoy en día con un movimiento cultural vinculado a la Escuela de Traductores de Toledo con diferencias “lingüísticas, temáticas y hasta socioculturales”.
El primero fue el del arzobispo Raimundo que, en el siglo XII, impulsó la traducción de obras del árabe al latín. “La llegada de hombres de Iglesia al entorno catedralicio, desde distintos lugares de Europa, permitieron la traducción de textos científicos y técnicos. En buena parte hay una intención de enriquecer el saber científico a nivel europeo, si miramos la obra de Gerardo de Cremona o de Marcos de Toledo. Se extienden rápido por el continente europeo, llegan a las universidades y se convierten en auténticos manuales hasta el siglo XVI”.
Con la llegada del rey Alfonso X, ya en el siglo XIII, comienza la etapa de las traducciones de tratados de astronomía, física, alquimia y matemática. “Su intención era nacionalista. Se trataba de fomentar la creación lingüística y literaria en castellano. Eso tenía que ver no solo con la influencia de su madre sino con sus intereses personales”.
Santamaría recuerda que en aquel momento “la lengua castellana ya estaba lo suficientemente madura para el impulso de la traducción”.
El “mito” de la Escuela de Traductores de Toledo
En este año 2019, la Escuela de Traductores de Toledo ha cumplido 25 años. No se trata de un error. El concepto físico del centro no pasa del cuarto de siglo, desde que la Universidad de Castilla-La Mancha creó un centro de investigación “excepcional y estratégico para toda la región y el país”, defiende su actual directora, y que posiciona a Toledo en el ámbito internacional al contar con arabistas y latinistas de prestigio.
Su labor se centra, por un lado, en la recuperación del patrimonio textual científico, especialmente los textos vinculados a ese movimiento cultural de los siglos XII y XIII que fue origen de la Escuela de Traductores. “Aunque parezca mentira, muchos de estos textos todavía son inéditos. No se conocen porque se conservan en forma de manuscrito en distintas bibliotecas de Europa, incluida la Capitular de Toledo. Intentamos sacarlos a la luz”.
Además, la Escuela de Traductores, a través de sus expertos arabistas, realiza hoy en día análisis sociopolíticos con perspectiva contemporánea, relacionados con los países del norte de África. “En general, sobre nuestra actividad planea siempre esa idea de la traducción como transmisora de saber y de medio de asimilación e integración cultural, tanto en la labor historicista como de relaciones contemporáneas”. Unas relaciones que se han tejido no solo con el mundo árabe sino con el resto de países europeos.
De cara al futuro, la Escuela de Traductores de Toledo tiene puesto el foco en la difusión social de su actividad. “Sorprende que sea tan desconocida. Hay una idea mítica sobre ella, pero luego realmente nadie sabe lo que hacemos y la relevancia que tiene para la comunidad. En eso estamos, en abrirla a la sociedad. La labor que se realiza nos debe importar a todos. Somos los depositarios de unos textos relevantes a nivel europeo y que tienen su origen en nuestra región”.