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Las 15 nuevas reservas hidrológicas de Castilla-La Mancha incluyen por primera vez lagunas y aguas subterráneas

Complejo Lagunar de las Torcas de Cañada Hoyo, en Cuenca

Carmen Bachiller

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Castilla-La Mancha cuenta desde este mes con 15 nuevas reservas hidrológicas. Por primera vez se protegen no solo ciertos tramos de los ríos sino también lagos y aguas subterráneas.  La iniciativa está asociada al tercer ciclo de la planificación hidrológica en España y coincide con los cambios en los planes hidrológicos de los ríos. 

En total, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha declarado 67 nuevas reservas hidrológicas y se amplían dos más que ya lo eran. Todas ellas han sido ya incluidas en el Catálogo Nacional de Reservas Hidrológicas.

En Castilla-La Mancha se han declarado ocho nuevas reservas naturales fluviales de las 26 nuevas en todo el país. Casi todas están asociadas al río Tajo. Ya es reserva el Arroyo la Dehesa en 8,65 kilómetros en torno a Galve de Sorbe, en Guadalajara. En esta misma provincia también se protegen 52,3 kilómetros del río Sorbe, uno de los afluentes del Henares.

Se declara reserva fluvial un tramo de algo más de 11 kilómetros en el río Guadiela que discurre entre las provincias de Cuenca y Guadalajara. Asociado al río Guadalquivir se protege un tramo de 23,2 kilómetros del río Robledillo que nace en Sierra Madrona entre los términos municipales de Fuencaliente y Solana del Pino (Ciudad Real).

En la cuenca del Júcar se protege un tramo de algo más de dos kilómetros del Arroyo del Almagrero, también la propia cabecera del río Júcar, casi 12 kilómetros del río Guadazaón, en Cuenca y otros 11,4 kilómetros en el río Mayor del Molinillo.

Además, por primera vez se han declarado 19 reservas naturales lacustres en España, asociadas a los lagos o lagunas. Tres de ellas están en Castilla-La Mancha: la Laguna de Somolinos y la Laguna de Taravilla o de La Parra, ambas en el Alto Tajo, en Guadalajara.

En la cuenca del Júcar se protege el Complejo Lagunar de las Torcas de Cañada Hoyo, en Cuenca. Estas lagunas cársticas están consideradas tesoros limnológicos, ya que se trata de ecosistemas muy frágiles y pobres en nutrientes, cuya conservación debe ser “prioritaria” por su valor como paisajes singulares, por sus características hidrológicas y por sus peculiaridades botánicas.

También por primera vez se han declarado 22 reservas naturales de aguas subterráneas. Cuatro de estas reservas están en comunidad autónoma castellanomanchega: el Manadero del río Bornova, junto a la laguna de Somolinos, en la provincia de Guadalajara (52,10 kilómetros) y Aguaspeña en Checa, también en Guadalajara (15,93 kilómetros) donde un acuífero calcáreo Jurásico que drena el manantial de Aguaspeña da origen a un edificio de rocas tobáceas debido a la acción directa de las aguas subterráneas. Este edificio tobáceo está creciendo y se puede recorrer por una pasarela y acceder a lo alto, donde está el nacimiento del manantial.

En la cuenca del Segura se declara como reserva subterránea protegida al Calar del Mundo (98,81 kilómetros) y en el Júcar se ha considerado el nacimiento del río Huécar, en la localidad conquense de Palomera.

Fue en 2016 cuando un Real Decreto estableció el marco jurídico de las reservas hidrológicas. ¿Qué son y para qué sirven? “El agua es un recurso natural indispensable para la vida por lo que debe ser protegido evitando toda influencia nociva”, señala la legislación actual al establecer su protección. La decisión se ha tomado a partir de la información suministrada por los organismos de cuenca y en especial de la información disponible en la revisión y actualización de los planes hidrológicos de tercer ciclo de cada demarcación (2022-2027).

El Catálogo Nacional de Reservas Hidrológicas cuenta en la actualidad con 222 reservas naturales fluviales. Ahora serán 289 reservas y por primera vez se incluyen reservas naturales en los lagos y reservas naturales subterráneas.

Según la normativa, la declaración de estas reservas fluviales tiene como finalidad “preservar, sin alteraciones, aquellos tramos de ríos con escasa o nula intervención humana”. Entre otros criterios de referencia se tienen en cuenta elementos hidromorfológicos o la calidad de las aguas, sino incluso el propio paisaje. 

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