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Caso Sara: la madre previno a su novio de la presencia policial mientras el 112 intentaba reanimar a la pequeña

La madre de la niña de cuatro años violada y asesinada por su pareja, acusada también por comisión por omisión.

Laura Cornejo

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Davinia M.G, la madre la pequeña de cuatro años violada y asesinada por su pareja a pesar de que un médico activó el protocolo por malos tratos 22 días antes, alertó a su novio de la presencia policial mientras el 112 intentaba reanimar a la niña. “Ten cuidado son todos policías, son los mismos que intervinieron la otra vez, que van de civil”, escribió en un whatsapp.

Eran las 11.09 horas del 2 de agosto de 2017. La mujer acudió a su vivienda después de que él la avisase de que a la pequeña le pasaba algo y que la estaban atendiendo los médicos de emergencias. Ella, militar, se había ido a trabajar a las 7.30 de la mañana. Pasadas las nueve, Roberto H.H, asegura que se “encontró” a la niña en su cama, sin respirar. Acabó avisando al 112. La pequeña fue agredida sexualmente, tenía graves lesiones en los genitales y fue golpeada en la cabeza en repetidas ocasiones. Pero, a pesar de la gravedad de la situación, aunque Davinia sabía que la niña estaba sola en casa con Roberto y con su hermana de 12 años, sólo pensó en protegerle a él y le advirtió de la presencia policial en la casa.

“Nunca pensé que había sido él, no hasta que conocí la autopsia”, ha declarado a preguntas la fiscal en la segunda jornada de juicio en la Audiencia Provincial de Valladolid. El interrogatorio del Ministerio Público estuvo encaminado a que el tribunal del jurado entendiese la figura jurídica de comisión por omisión. Aunque el autor material del crimen es Roberto H.H, la madre también está acusada, precisamente por conocer los hechos y no actuar. Los dos se exponen a una peticion de prisión permanete revisable.

La fiscal fue minuciosa y las preguntas muy sencillas. Davinia fue confirmando punto por punto cómo estuvo al tanto de las lesiones que sufrió la niña desde que Roberto entró en su vida, mes y medio antes de que la matase. Según la fiscal, estaba más interesada en que su relación prosperase que en proteger a su hija. De hecho, ella misma reconoció que su expareja y padre de la pequeña, dormía o se duchaba en la vivienda sin que su novio lo supiera.

Amigos presos, móviles para “movidas ilegales” y Juventudes Nacionalistas Revolucionarias

Se conocieron a través de una red social de contactos en abril y físicamente un mes después. Durante su declaración reconoció que Roberto le pidió que dijese a la Policía -cuando investigaban las circunstancias de la muerte de la niña- que se conocían de antes, “para que no hiciesen más preguntas”. Es parte de la información que la Policía recuperó del whatsapp de Davinia. Ni las confidencias más extrañas de su nuevo novio la hacían desconfiar. Le contó por ejemplo que “el 80%” de sus amigos estaban en prisión, que uno de ellos mató a una pareja en la cama, que otros acabó en la cárcel por no hacerle caso y “descuidar las comunicaciones” y acabaron detenidos como “banda organizada” y que tenía varios teléfonos para sus “movidas ilegales”.

Aun así, las niñas estuvieron a cargo de Roberto durante días. “Yo no juzgo a los demás por sus amigos”, dijo a la fiscal. Hay mensajes más llamativos, como uno en el que después de hablar de tríos sexuales, le dice que la niña le ha “tocado la cola” y le ha dicho que los niños “molan”. Para Davinia eso no era un asunto de “sexualidad”. La mujer también restó importancia a los mensajes que le mandó contra los rumanos, porque ella le había contado que su ex y padre de Sara, rumano, no la había tratado bien y había pegado a la hija mayor. “Los rumanos son machistas, celosos, vagos, maltratadores, gentuza, qué asco les tengo”, dijo en un mensaje. Tampoco prestó atención cuando él le contó que pertenecía a las Juventudes Nacionalistas Revolucionarias, un grupo de ideología nazi.

La relación de su novio con sus hijas, dice, era buena. “Se levantaba por la noche, iba a la habitación de Sara a arroparla”, comentó. Pero, si las señales que daba Roberto en sus mensajes no la alertaron, tampoco las lesiones que empezó a presentar la niña. El 11 de julio la pequeña despertó con la boca inflamada y decidió llevarla a urgencias pese a que su novio no estaba de acuerdo. Es cuando el doctor que la atendió descubrió los hematomas y activó el protocolo por presuntos malos tratos que hizo intervenir a la Policía y a la Fiscalía de Menores.

Un golpe que le deformó media cara

Lejos de lamentar el estado en que llegó la niña (con la boca inflamada, una quemadura en una mano, un uñero y hematomas por todo el cuerpo) criticó que no se la atendiese correctamente y se diese prioridad “a los presuntos malos tratos”. Según ella, los hematomas que Sara tenía en el pecho, los brazos y el interior de los muslos, eran fruto de “juegos” y “pellizcos” con su hermana mayor.

A partir de ese momento el objetivo de Davinia fue evitar a los Servicios Sociales, que se entrevistaron una vez con ella y con las niñas y fijaron hasta dos visitas domiciliarias que canceló. Mientras, Sara siguió sufriendo lesiones. La más llamativa se produjo el día 28 de julio. Roberto le remitió una foto en la que la niña aparecía con la cara deformada por un fuerte golpe. Dijo que se la había encontrado así. Tenía un gran moratón de la sien a la mejilla. La 'trataron' con frío de una bolsa de congelados y una pomada. Los tíos de la niña, al verla, insistieron en que debía llevarla al hospital, pero ella los echó de casa. “Es que mis hermanos son muy dramáticos, siempre se meten en mi vida”, justificó.

Roberto, que ante la bronca familiar se fue de casa esa tarde, le decía en mensajes que ni se le ocurriese sacar a la niña de casa. Davinia se mostró molesta por la huida de su novio: “¡Encima me dejó a mí con todo el marrón!”, llegó a decirle a la fiscal.

Esa misma mañana, las funcionarias del Servicio de Protección a la Infancia habían acudido a la casa. Desconectaron el timbre. La niña, dice, fue “mejorando” y “comió y todo”. “No ví riesgo vital, si lo hubiese visto la habría llevado al hospital con todas las consencuencias”, dijo la madre. Para nada se planteó que la niña estaba con Roberto cuando supuestamente se golpeó con una mesa, creyó esa versión. Su novio le había reprochado que en la habitación de Sara parecía que hubiese habido “un terremoto”. “La cama no tiene sábanas y está meada”, le escribió. Los días posteriores, Davinia no salió de casa, y escribió a su novio que le quería, que le haría caso en todo, que nadie vería a así a la niña. Y así lo hizo, mientras la niña “fue mejorando”.

El 2 de agosto, Sara se levantó a las siete de la mañana, se vistió y quiso irse con su madre a trabajar. Ella la metió en la cama con su novio -esta versión difiere de la que dio él, que negó haber estado en la cama con la niña jamás-. Pasadas la 9, él la llamó 9 veces. Cuando ella devolvió la llamada, sobre las 11, el 112 intentaba reanimar a la niña. Al llegar a casa, vio a Sara sobre la alfombra, rodeada de médicos. “¿Vió algo raro en la niña, algo que le llamase la atención?”, preguntó la fiscal. “Tenía una uña del pie arrancada”, dijo. Pero tampoco pensó que a la niña la habían dado una paliza, sino que quizás el golpe de la cara era más grave de lo que pensaba. Pero previno a su novio con mensajes, le infundió ánimos, e intentaron tejer una versión común para explicar el golpe previo que tenía Sara. Todo está en los whatsapp.

Sara falleció al día siguiente. En la autopsia se determinó que sufrió una hemorragia cerebral por golpes contra una superficie plana o con un objeto romo y que además tenía graves lesiones en la zona genital como consecuencia de una violación anal y vaginal. Davinia y Roberto fueron detenidos ese mismo día. Desde prisión ella le envió 30 cartas, recordó la fiscal. “Y él a mí 60”, espetó.

La declaración de Roberto fue más escueta. Sólo admitió preguntas de su abogado. Negó tener un interés especial por Sara y no por Davinia, aunque reconoció que en el mes y medio de relación con su madre sólo mantuvo relaciones sexuales con ella cuatro veces. No tocó a la niña ni para cambiarle un pañal porque le daba “mucho asco”. La convivencia con la mujer y sus hijas no fue muy intensa porque se dedicaba a hacer chapuzas, pero sí que pasó días con las niñas. Admitió que reprochó a Davinia que llevase a la niña al hospital por un problema en la boca, porque no le gusta “colapsar urgencias”. De la alerta por malos tratos se enteró poco después, pero pensó que era algo arreglado hasta que los hermanos de Davinia, al ver que la niña tenía un moratón en la mejilla la advirtieron de que acabaría perdiendo la custodia.

Roberto no supo explicar ni una sola lesión. El fuerte golpe en la cara que tenia la niña el día 28, fue, según él por un golpe con una mesa, pero él no lo vió, sólo la “encontró” así. Le puso “una bolsa de guisantes congelados en la cara” hasta que llegó su madre. “Me dijo que le pusiera una pomada que tenía para los golpes, pero había muchas cremas y esperé a que volviese ella del trabajo”, añadió.

Cuando Davinia llegó a la vivienda, lo hizo acompañada de su hermano, a pesar de que Roberto no quería que subiese “porque no era momento para recibir visitas”. Él tampoco se planteó llevar a la cría a un hospital. Ni siquiera cuando horas más tarde, el edema le había inflamado y amoratado “los dos ojos”. “La niña después estaba más dócil, comía poco y estaba desganada”, recordó.

En esa misma línea exculpatoria, relató cómo el día 2 de agosto vio que la puerta de la habitacion de la niña estaba cerrada, algo que le extrañó, y al entrar notó “olor a gimnasio, a aire concentrado”. Cuando subió la persiana vio que la niña estaba en la cama, con un brazo colgando y no respiraba. Tras intentar contactar con la madre sin éxito, llamó al 112. Siguió sus indicaciones para hacerle el boca a boca, pero cree que la niña estaba atragantada con algo porque “no expiraba a meterle aire”. Justifica la sangre hallada en el interior de su pantalón por la herida que tenía la niña en el pie, por una uña arrancada y porque sangraba por la boca. Aseguró que no la había agredido sexuamente, que tiene sobrinos y viene “de una familia normal”

El juicio se retomará este lunes con la declaración de los médicos que examinaron a Sara y apuntaron a los presuntos malos tratos y la de los policías que intervinieron.

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