Los menores de 40 años suponen ya el 46% de los contagios detectados en Catalunya
Los casos de COVID-19 que se detectan entre los jóvenes va en aumento. Al menos en Catalunya. Si en el pico de la epidemia los menores de 40 años tenían poco peso entre los casos que se diagnosticaban, en torno al 15% a finales de marzo, ahora suponen ya el 46%, un porcentaje parecido al que representan respecto al conjunto de la población.
El crecimiento de infecciones entre los jóvenes ha encendido las alarmas de las autoridades sanitarias catalanas, que desde hace semanas lanzan mensajes de responsabilidad hacia estos grupos de edad. “No por ser más jóvenes nos hemos de sentir más inmunes”, proclamaba recientemente la consellera de Salud de la Generalitat, Alba Vergés, tras recordar que la mitad de los ingresados en la UCI del hospital Arnau de Vilanova, en Lleida, tienen alrededor de 40 años.
Las voces de alarma se han redoblado este viernes desde Lleida, donde la comarca del Segrià permanece confinada desde hace una semana. El delegado del Govern, Ramon Farré, ha calificado de “insostenibles” los contagios entre la población de 15 a 29 años, y el alcalde de Lleida, Miquel Pueyo, ha asegurado que se trata de un “problema real” que va “más allá de rumores y tópicos”. “No es ninguna broma”, ha clamado.
Si en Catalunya la población menor de 40 años representa el 46% de los contagiados que se han detectado en los últimos 14 días, en Lleida representa un porcentaje ligeramente superior, del 48,2%. Según los datos oficiales del Departamento de Salud, no se apreció en esta región un significativo aumento de casos en los últimos días entre los jóvenes, aunque sí se observa un pico en la franja de 10 a 19 años alrededor del 26 de junio.
Las franjas de edad más jóvenes son las que más han crecido en porcentaje de contagios sobre el total. Desde principios de mayo, los de 10 a 19 años han pasado de prácticamente del 0% al 7%. Los de 20 a 29 años, del 7% al 16%. Y los de 30 a 39 años, del 9 al 19%. Sin embargo, la franja que sigue en cabeza de los contagios es la de 40 a 49 años (un 22%), lo que se explica también debido a la importancia de la transmisión en los entornos laborales.
Afloran jóvenes leves que antes no se detectaban
El aumento no ha cogido por sorpresa a los epidemiólogos y expertos en salud pública. Para algunos, una explicación es que se están realizando más pruebas PCR que en marzo. Ahora los casos en jóvenes, que suelen tener síntomas más leves, sí se diagnostican, mientras que antes no se podía porque las pruebas se reservaban para los que ingresaban en estado grave en el hospital, normalmente de edad más avanzada.
“Ahora disponemos de una capacidad de detección muy superior, y si antes la población a la que hacíamos pruebas tenían una sintomatología clara, ahora también detectamos a leves y asintomáticos”, resume Xavier Martínez, jefe de Sección del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. Sin ir más lejos, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, lleva días explicando en sus comparecencias que cerca del 60% de los casos detectados son asintomáticos y que esto puede ser considerado una buena noticia.
Otro factor que puede explicar el mayor porcentaje de jóvenes contagiados sobre el total es que no hay tantos brotes en geriátricos como en marzo o abril. A finales de ese mes, los mayores de 80 años suponían el 45% de las infecciones, puesto que tras semanas de confinamiento el virus circulaba casi exclusivamente en esos centros. “Ahora, al no tener brotes en residencias, se pueden estar uniformizando los clústers por edad”, apunta Enrique Álvarez, investigador del grupo de Biología Computacional y Sistemas Complejos (BIOCOM-SC) de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).
Atentos a su posible relajación
Con todo, las fuentes consultadas no relativizan el aumento de contagios entre los menores de 40 años. Al contrario. Aun sabiendo que responde en parte a la efectividad en la detección, alertan que son un perfil de población que puede contribuir a una mayor difusión del virus, porque mantiene más relaciones sociales que la gente mayor y puede tener menor sensación de riesgo, ya que suelen superar la enfermedad más fácilmente.
“Es probable que la percepción de no vulnerabilidad entre ellos contribuya a la transmisión, esto es algo que podemos deducir”, sostiene Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS). Más contundente se muestra Martínez, del Vall d'Hebron: “Es probable que la menor sensación de peligro les lleve a relajar las medidas de prevención”.
Además, añaden, la forma en que los más jóvenes se relacionan entre ellos también es distinta a la de los mayores. Suelen mantener más reuniones de grupo, entre amigos, e incluso encadenar varias de ellas en pocos días. Esto, teniendo en cuenta que muchos de los contagiados son asintomáticos, supone un mayor riesgo. Álvarez lo formula con un ejemplo: “Si tienes una persona joven poco sintomática que se encuentra una noche con 15 personas y, al día siguiente, tiene una comida familiar, le genera un buen problema a Salud Pública”.
Sea como sea, los expertos consultados recomiendan huir de la culpabilización cuando desde las autoridades se dirigen a los jóvenes para reclamarles que cumplan las medidas de distanciamiento y seguridad. “Culpar a un colectivo siempre es contraproducente desde el punto de vista de la salud pública. Claro que hay comportamientos graves, pero son anécdotas. Si hay menos sensación de vulnerabilidad y más ganas de socializar tras meses encerrados, esto hay que abordarlo desde el punto de vista de la prevención”, resume Hernández.
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