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Sobre este blog

Ciencia Crítica pretende ser una plataforma para revisar y analizar la Ciencia, su propio funcionamiento, las circunstancias que la hacen posible, la interfaz con la sociedad y los temas históricos o actuales que le plantean desafíos. Escribimos aquí Fernando Valladares, Raquel Pérez Gómez, Joaquín Hortal, Adrián Escudero, Miguel Ángel Rodríguez-Gironés, Luis Santamaría, Silvia Pérez Espona, Ana Campos y Astrid Wagner.

Razones para la confianza

Razones para la confianza

Fernando Valladares / Luis Santamaría / Jordi Moya / Miguel Ángel Rodríguez-Gironés / Joaquín Hortal / Adrián Escudero / Fernando Valladares, Luis Santamaría, Jordi Moya, Miguel Angel Rodriguez-Gironés, Joaquín Hortal y Adrián Escudero

En tiempos de crisis, sean crisis de valores, crisis económicas o crisis existenciales, aumentan los contrastes entre lo que inspira confianza y lo que no. En una reciente encuesta, la sociedad española volvió a otorgar a los científicos el máximo grado de confianza, siendo la clase política y las entidades financieras el polo radicalmente opuesto. En un análisis de esta encuesta se presentan estos resultados como una confirmación de una tendencia a largo plazo, de forma que la crisis ha acentuado el contraste, pero los niveles de confianza en la comunidad científica siempre han sido muy altos.

¿Por qué esta confianza en los científicos a pesar del modesto nivel científico de la sociedad española que revelan otras encuestas y estudios? Posiblemente, el método científico y la forma de proceder de los científicos estén en la base de esta confianza, aunque la sociedad no siempre conozca los detalles de cómo funciona la ciencia y de los resultados y conclusiones que alcanza. El hecho de que los científicos en lugar de disimular su ignorancia, la declaren abiertamente para poder trabajar sobre ella, sumado a la actitud crítica y a la búsqueda del debate fértil para plantear siempre alternativas y mejoras, no sólo no despierta desconfianza del tipo “esta gente no sabe” sino que más bien al contrario, genera apoyos y una buena percepción según se desprende de estas encuestas.

En este mundo de contrastes y paradojas, el colectivo mejor valorado en nuestro país no encuentra un apoyo económico proporcional. Ante el escenario actual de crisis económica y parálisis ante el gasto público, el presupuesto asignado a la investigación decrece año a año, no se abren plazas o contratos ni para cubrir las bajas (sean temporales o permanentes), se cierran centros y se somete a una dura prueba de inanición a las universidades y al principal organismo científico de nuestro país (el CSIC, Consejo Superior de Investigaciones Científicas) que es, dicho sea de paso, ni más ni menos que la novena institución mundial en producción científica.

Podríamos pensar que de poco vale que los científicos resulten tan bien valorados por la sociedad si esta valoración viene acompañada de medidas económicas que condenan su trabajo presente y futuro. Pero no es así. A los científicos nos llena de orgullo sentir esa confianza que generan en la sociedad y forma parte de su código profesional hacer bien las cosas sin otro motivo ni objetivo que el de hacer bien las cosas. Esta actitud no se debe a que el colectivo este formado por santos varones y damas, sino que es consecuencia directa de su método de trabajo.

El conocimiento no se puede encontrar haciendo trampas. Los científicos no somos más honrados que los demás, pero la ciencia es en sí misma un proceso para detectar fraudes, sean estos causados por la mala intención o por errores (de lógica o empíricos). El fraude existe en la ciencia, pero solo se mantiene un tiempo relativamente breve, tanto más breve cuanto más importante sea el tema y más científicos trabajen en él. En la ciencia las teorías se evalúan constantemente y los experimentos se repiten una y otra vez.

En un momento en el que los escándalos políticos salpican las páginas de todos los periódicos, los científicos seguimos abordando las preguntas que permitirán conocer mejor el mundo que nos rodea. Y este proceso tiene sentido en sí mismo y promociona el bienestar humano, mucho antes de que se cristalice en patentes de valor comercial. Posiblemente esta actitud de la ciencia y los científicos transmita la confianza que detectan las encuestas. Ojala los recortes no debiliten demasiado este pilar esencial para el progreso de la humanidad.

Con este blog que ahora arranca, media docena de científicos nos proponemos compartir nuestras reflexiones sobre la ciencia en tiempos de crisis, sean actuales, pasadas o futuras, sobre la necesidad de una visión crítica, con fundamento científico, para afrontar los desafíos sean del tipo que sean (sociales, económicos, tecnológicos o, en definitiva, humanos). Buscamos mostrar el lado sensible de la ciencia, las dudas con las que la ciencia progresa y ha progresado y los desafíos a los que se enfrenta. Buscamos poner en valor la razón, la lógica, la importancia de los datos, las herramientas para analizarlos y el rigor al generalizarlos o aplicarlos a otros ámbitos. Queremos contribuir a una sociedad más crítica, que ejerza esta crítica desde la información y la formación. Que empuje la ciencia y sea a la vez empujada por ella. Por eso, unos cuantos científicos más, de los muchos que ya lo hacen cada día, nos asomaremos a esta ventana pública a escribir y leer, a enseñar y aprender, con el método científico en la mano y la confianza en la interacción fértil con esa sociedad que, a pesar de los recortes, aun paga nuestros salarios.

Sobre este blog

Ciencia Crítica pretende ser una plataforma para revisar y analizar la Ciencia, su propio funcionamiento, las circunstancias que la hacen posible, la interfaz con la sociedad y los temas históricos o actuales que le plantean desafíos. Escribimos aquí Fernando Valladares, Raquel Pérez Gómez, Joaquín Hortal, Adrián Escudero, Miguel Ángel Rodríguez-Gironés, Luis Santamaría, Silvia Pérez Espona, Ana Campos y Astrid Wagner.

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