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Cruz Roja atiende a menores de hasta 13 años por violencia machista: “Los agresores usan programas espía para controlarlas”

Una técnica de Cruz Roja atiende a una mujer víctima de violencia machista

Carlos Navarro Castelló

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La violencia machista no entiende de edades. Así se desprende de las atenciones que realiza Cruz Roja en la Comunitat Valenciana a mujeres que han sufrido episodios de malos tratos y que cada año son más.

La entidad gestiona el programa Atenpro, lanzado y financiado por el Gobierno y la Federación de Municipios y Provincias, a través del cual se les facilita un teléfono móvil con botón de alarma y geolocalizador, además de apoyo emocional y asesoramiento jurídico.

Según han informado fuentes de Cruz Roja a eldiario.es, en estos momentos atienden en virtud de este programa a 3.087 mujeres víctimas de violencia machista, un 20% más que en 2018.

Por provincias, en el presente ejercicio cuentan con este servicio de apoyo 1.020 mujeres en Alicante, 350 en Castellón y 1.708 en València.

La tasa más alta de usuarias activas por millón de mujeres de 15 y más años la registra la Comunitat Valenciana (1.416,1), seguida del Principado de Asturias (1.325,7).

Según explica Patricia Peris, responsable de los programas relacionados con mujeres de la entidad, la horquilla de edades de todas ellas oscila entre los 13 años de la más joven a los 92 de la más mayor. Del total de las mujeres atendidas en estos momentos, 59 son menores edad, si bien es cierto que “entre los menores también hay hijos de mujeres maltratadas”.

En este sentido, explica que todas las usuarias del programa Atenpro tienen el dispositivo de alarma porque han sufrido violencia que puede ser “tanto física como psicológica” y añade que en el caso de los menores de edad se dan ambas situaciones.

Peris explica que no hay “un perfil claro”, aunque los casos más habituales se dan en mujeres “de entre 30 y 45 años”. Además, “en torno a un 80% son españolas, pero este dato es engañoso porque muchas inmigrantes no denuncian por desconocimiento de la legislación y también en el caso de las que no tienen papeles por miedo a que las puedan expulsar”.

Sobre la forma de atender a las mujeres, independientemente de la edad, comenta que se les ofrece un apoyo multidisciplinar: “Intervenimos desde todas las áreas porque es importante empoderar a la mujer, necesitamos que sea consciente de todas las capacidades y fortalezas que tiene y ayudarle a mejorar su autoestima y su red de apoyo”.

Según explica, “la mayoría de víctimas están muy aisladas porque su agresor se ha encargado de fomentar ese aislamiento y esa dependencia respecto a ellos, es algo que apreciamos sobre en los casos de las víctimas más mayores, pero también entre las mas jóvenes”.

En el caso de las menores, asegura que les llama mucho la atención “cómo las aíslan, cómo dejan de tener su círculo de amigas, ya que el círculo de amigos importante es el de él o incluso no salen si no es en presencia de él; esto lo veíamos en mujeres mayores por la cultura patriarcal que había antes, pero sí que llama la atención ese retroceso ahora, ese aislamiento”.

Otra característica a tener en cuenta en el caso de las más jóvenes es el aspecto sexual: “Desde muy jóvenes están sometidas a prácticas sexuales inadecuadas o violentas dentro de esa relación de maltrato hasta el punto de que lo normalizan y no lo detectan, pese a llevar a cabo prácticas no deseadas simplemente por evitar enfadarles o que les agredan”.

Peris asegura que se encuentran a chicas “muy jóvenes cuyas primeras prácticas sexuales han sido ya muy violentas y cuesta mucho que lo identifiquen, por eso es muy importante trabajar ese punto para que las relaciones posteriores sean normales”.

En cuanto al uso de las nuevas tecnologías, es otra herramienta victimizadora que utilizan los agresores: “Introducen programas espía para conocer la ubicación de la víctima en cada momento, algo que incluso mantienen cuando la relación ha finalizado para seguir ejerciendo ese control sobre ellas”.

Según Peris, “lo primero es la toma de conciencia sobre su situación de víctimas de violencia porque muchas veces el contacto con los recursos de protección se puede dar por un hecho concreto, por una agresión más violenta de lo normal, o porque una tercera persona lo presencia, y eso genera la denuncia, pero no significa que estén preparadas para romper esa relación porque se sienten culpables, avergonzadas y normalizan o justifican al agresor; por eso fomentamos esa toma de conciencia primero y fomentamos la autoestima”.

Actualmente, debido a la situación de confinamiento por la pandemia, desde Cruz Roja están llamando a todas las mujeres integradas en el programa Atenpro, para comprobar que están en bien y que tienen todas sus necesidades cubiertas, así como también a las 600 beneficiarias del plan Mujer en Dificultad Social de la entidad que incluye a mujeres en riesgo de exclusión social (víctimas de trata, inmigrantes sin papeles, entre otros colectivos) a las que se ofrece un acompañamiento social, atención jurídica y psicológica tanto individual como grupal, para que tejan redes de amistad entre ellas y realicen actividades juntas.

A todas aquellas que por falta de recursos o por vivir solas y ser más vulnerables no pueden cubrir sus necesidades básicas se les lleva tanto alimentos como productos de higiene.

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