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Cuando es el Ayuntamiento el que investiga los abusos de la Iglesia a menores

José Antonio Muñoz Grau, autor del libro 'Amores sotánicos'

Emilio J. Salazar

Alicante —

Son tan numerosos los casos de abusos que la Iglesia ha tratado de silenciar como raras las veces que la política ha intentado esclarecerlos. Con esta premisa, el escritor José Antonio Muñoz Grau se sumerge en su última novela ‘Amores sotánicos’ (editorial Separata) en “los sucesos de La Beneficencia” que la prensa reveló en los años 30, el Ayuntamiento de Orihuela investigó y la Justicia acabó fallando contra un cura por violar a dos menores.

“Fue un hecho que escandalizó a la ciudad”, rememora Grau, “en una época en la que la Iglesia era un referente moral”. La noticia saltó en la prensa local. De una manera genérica se informaba sobre posibles abusos en el orfanato municipal. El director del hospicio ordenó un examen médico a todas las asiladas jóvenes “con objeto de comprobar su virginidad” y dos chicas, de 15 y 17 años, acabaron reconociendo que habían estado sufriendo abusos sexuales durante dos años por parte del sacerdote. De hecho, una de ellas se había quedado embarazada.

El consistorio oriolano, gobernado por la izquierda, decidió entonces tomar cartas en el asunto porque era el responsable último del orfanato conocido como La Beneficencia a cargo de las monjas, pero con el citado director y un administrador como funcionarios municipales. Según recogen las actas municipales a las que ha tenido acceso el autor del libro, en 1932 el alcalde Alberto Escudero decide convocar un pleno extraordinario donde se aprueba la apertura de una comisión de investigación encomendada a la oposición, y en concreto al concejal ultracatólico José Mazón Torrecillas, “pero no profundizó demasiado y se la encomiendan a otro partido de la oposición”, apostilla.

En esa primera fase se comprueba que los dos funcionarios de La Beneficencia “no fueron responsables de los abusos” y se encarga una segunda comisión de investigación tras otro pleno extraordinario. En la celebración del mismo, Muñoz Grau destaca las palabras del primer edil negando con rotundidad las informaciones aparecidas en un diario de Crevillent donde se aseguraba “que le quieren echar el mochuelo del embarazo a un albañil para ocultar el problema”. “Os aseguro que eso no va a ocurrir, cada uno aguantará con su responsabilidad”, respondía el regidor del Partido Republicano Radical Socialista.

Finalmente, y con la presencia del gobernador civil de Alicante, el Ayuntamiento de Orihuela acuerda enviar todas las investigaciones practicadas al juzgado, que determinó una pena de tres años de prisión para el cura. El consistorio también aprueba trasladar a las dos víctimas a otras instituciones, al tiempo que ellas declaran en el juicio los detalles de los abusos, ocurridos en su mayoría en el domicilio particular del religioso.

Por lo que ha podido averiguar este maestro de un colegio católico durante 41 años, el sacerdote, cuya identidad no revela porque no quería “poner el dedo en la llaga”, fue liberado meses antes del estallido de la Guerra Civil, “logra esconderse, sobrevivir y acabó siendo canónigo de la catedral de Orihuela hasta su muerte en los años setenta”.

La identidad de las menores también las protege en la novela y dedica buena parte de ella a contar la historia de la hija de una de ellas hasta la entrada del siglo XXI. Sobre el futuro de la chica que quedó embarazada Muñoz Grau reconoce que con la contienda bélica se le pierde la pista y el resto son incógnitas.

Y todo esto narrado “con el mayor de los respetos” por el autor oriolano, con el trasfondo de la capital de la Vega Baja, un lugar con histórica presencia católica, definido como “satánico y sotánico” por Pablo Neruda en una carta enviada a Miguel Hernández, explica el novelista. “Orihuela es una ciudad especial. Ya me advirtieron cuando empecé las investigaciones hace dos años que no siguiera. Otra persona me sugirió que si seguía adelante presentara el libro fuera de la ciudad”, añade.

Sobre la pederastia eclesial se muestra tajante. “En España la Iglesia ha encargado una comisión de investigación a un obispo que está bajo sospecha por haber ocultado los abusos a menores”, explica Grau en alusión al obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez, criticado por las víctimas por no expulsar al sacerdote José Manuel Ramos Gordon. “Esto no ha ocurrido en el resto de Europa donde ponen a gente independiente que quiere llegar al fondo del asunto”, afirma. “En España está un poco por detrás en este asunto”, se lamenta.

“Y al final los pocos casos de abuso que se conocen en nuestro país constituyen solo la punta del iceberg”, esgrime. “El día que veamos todo el iceberg, igual que acabó con el Titanic, puede acabar haciendo desaparecer una institución como esta”, advierte Grau, conocido también por su activismo al frente de la Comisión Pro-Río Segura.

Trilogía

Con ‘Amores sotánicos’ José Antonio Muñoz Grau cierra una trilogía que empezó con 'Un republicano en Orihuela del Señor' (2014) y continuó con 'Pincelito' (2016), todas basadas en hechos reales. La primera obra narra la desconocida gesta –silenciada por el franquismo- de Paco Ros Alifa, un militante de Unión Republicana que como director del hospital municipal de San Juan Dios de Orihuela salvó la vida a cientos de personas de toda la provincia de Alicante “de los dos bandos” durante la Guerra Civil.

Comparado con el Oskar Schindler de Orihuela, también con el diplomático español Ángel Sanz, “el Ángel de Budapest” por salvar la vida de miles de judíos, Grau cuenta cómo hacía pasar a los condenados a muerte por enfermos para retrasar los fusilamientos. “En cierto modo me salvó la vida a mí y yo a él”, comenta, ya que cuando dio con el nombre de Paco Ros le acababan de diagnosticar un cáncer.

Tras una larga fase de documentación en el Archivo del Ejército de Madrid descubrió que tras la guerra, “la Falange no le perdona que pese a ser de derechas, fuera republicano y defensor de la democracia”. Fue sometido a palizas y el obispo logró frenar dos consejos de guerra contra él. “De esta forma le salvan la vida pero acabó muriendo de las secuelas”.

En un momento de la novela Paco Ros se topa con el protagonista del segundo libro, ‘El Pincelito’, el alias con el que era conocido Ramón Velasco Cosme, comunista reconvertido en sicario, “por diez pesetas mataba sin importarle”, causando estragos durante cinco meses del inicio de la contienda.

Grau se topa con este personaje cuando ve en las noticias que el apodo de ‘El Pincelito’ se le atribuía en la actualidad a Antonio Cosme Velasco quien tras salir de la cárcel por violar a una chica de 13 años, fue quemado vivo por la madre de la joven en Benejúzar. Era el hijo del tristemente famoso comunista.

“Protagonizó en Orihuela y sobre todo en Redován tres crímenes cuyos testigos, ahora con casi cien años de edad, te lo cuentan y se le siguen poniendo los pelos de punta”, asegura. Pero todo cambió el 20 de enero de 1937 cuando asesinó a un torero de Orihuela que también era del partido comunista. “Mató a hombre muy querido y fue cuando la República decidió actuar”.

Entre sus víctimas se encuentra el concejal ultracatólico José Mazón Torrecillas, conocido en ‘Amores sotánicos’ por no investigar los abusos del cura. Esta y otras conexiones le dan pie a Muñoz Grau para preparar otra novela en la que aparecerán varios de los protagonistas de las tres anteriores.

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