Coaligarse no es mecerse
“Terra indicible, germinal presència,
obsequiada de treball i límits.
Ella tampoc no sap com és la fúria
del temps possible“
Joan Fuster, 1953
El PSOE se crece en el País Valenciano. Ese interés en ser lo que no es, le hace olvidar que es quien más puede perder de cara al 10-N. Los tiros en política también salen por la culata e impactan sobre el disparador. En plena efervescencia electoral no es prudente hacer jaque-mate. Los últimos acontecimientos ocurridos en el Ayuntamiento de València son graves y afectan a la estabilidad política en la Comunitat Valenciana. Debilitan la impronta de la macroalianza de gobierno en las instituciones y en las salas de máquinas de los partidos políticos que la sustentan. Ni en broma se puede aliar la minoría del PSPV con la oposición al Botànic o del Pacte del Rialto (PP,Cs, VOX) porque esa imprudencia le lleva a debilitarse a sí mismo. Es el efecto boomerang. No tiene sentido manifestar en público la desconfianza de los socialistas con respecto a un edil de Compromís. Ni es trasladable una práctica jurídica o empresarial al terreno político, para sembrar de sospecha la figura de un concejal de tu socio mayoritario.
EMT
El problema suscitado en el desvío de dinero de la EMT a unas cuentas de Hong Kong es un robo, mientras no se demuestre lo contrario. Una cuestión que, después de denunciada a la policía, está en manos de los investigadores y posterior acción judicial. Cuya culpabilidad corresponde íntegramente a los delincuentes que lo llevaron a cabo. Otra cosa son los fallos de gestión y procedimientos, que son los mismos que han funcionado en esta empresa municipal desde hace décadas. Detrás del barullo de la EMT está la política y las próximas elecciones generales del 10-N. Es miserable por parte de los partidos políticos de la derecha, aprovechar la circunstancia de un delito común de importante cuantía, para desacreditar a la coalición de gobierno (Compromís, PSPV y U. Podemos).
Derribo
El método por conocido no es menos rastrero. Lo viví en la Cámara de Comercio en 1994. La oposición de la CEV ( Jimenez de la Iglesia, Virosque, Federico Félix, Silvino Navarro, Salvador Fernández Calabuig) al presidente de la Cámara, Enrique Silla, quería derribarlo y no sabían cómo hacerlo. Aprovecharon un robo, de un millón de pesetas, en el Centro de Formación “Lluís Vives” de la Cámara,, que dirigía Javier Manglano Sada, para hacer ver que el dinero había desaparecido y quién se lo podía haber llevado. Javier Manglano “cometió el delito” de ser hermano de Luís Manglano Sada , juez que levantó el caso Naseiro, prehistoria de la financiación delictiva del PP. La maniobra, capitaneada por Vicente Marzal, acabó en manos de la policía como en el caso EMT. ¿Se quiere ir a parar a que Grezzi y por consiguiente Compromís, tienen algo que ver con la desaparición del dinero municipal? Díganlo claro.
Oposición
La labor de oposición que, por cierto, nunca ejerció Aurelio Martínez, candidato frustrado a la alcaldía de València por el PSPV, la han de llevar a cabo los partidos que son adversarios políticos de la mayoría de gobierno. Este planteamiento lógico e inteligente ha fallado en la posición del PSPV en el caso EMT. Los socialistas han votado con la oposición y contra la postura de Compromís. Puede estar convencido Ramón Vilar y los concejales de su grupo, que esta actitud repugna a muchos militantes y votantes de su partido. La lealtad de gobierno que esgrime y reclama la consellera de Justicia, Gabriela Bravo, se la han llevado por los aires Ramón Vilar y sus subalternos. Han sembrado la desconfianza en la coalición progresista del Ayuntamiento del Cap i Casal y han acrecentado el barullo de su estrategia. Es lo más parecido a la habilidad de tirarse piedras sobre su propio tejado.
Futuro
La coalición Compromís ha de reflexionar sobre la oportunidad que tiene de participar en el Consell de la Generalitat y si está haciendo el uso correcto de sus prerrogativas en función del II Pacte del Botànic. Ha repetido en esta legislatura con dos consellerias clave para el bienestar y la felicidad de los valencianos: Economía y Agricultura. No hace falta ponerles apellidos. La economía ha de ser siempre sostenible y para el bien común. La Agricultura es verde por definición y ha de ser respetuosa con el medio ambiente. Pero las dos materias hay que ejercerlas de verdad. Con empeño, conocimiento y compromiso. Hoy tenemos un conseller de Economìa, Rafael Climent, que no sabemos lo que hace. Está desaparecido y sólo comparece en saraos, barracas, festejos y actos protocolarios. La consellera de Agricultura, Mireia Mollá, ha de ponerse las pilas. Nos están robando las peras y las naranjas. El campo valenciano lleva desatendido desde que Lluís Fontdemora Montesinos y Pepe Coll, fueron consellers con el PSOE de Joan Lerma. Los dos conocían la materia y son los únicos que han desarrollado una política agrícola coherente y constructiva. Los demás un desastre. En la política del siglo XXI no se puede perder el tiempo.
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