Los escoltas de Carlos Fabra cuentan al juez el trasiego de ingresos en negro: “Te daba el sobre con dinero”
Los escoltas de Carlos Fabra, agentes de la Policía Local de Castellón, le echaban un cable al entonces presidente de la Diputación de Castellón realizando compras en la farmacia o recogiendo sus características gafas de sol en la óptica. También ingresaban en entidades bancarias sobres con dinero negro que les daba el político del PP, según reconocen en las declaraciones ante el juez que ha instruido el 'caso Fabra II' a las que ha tenido acceso elDiario.es.
—Él te indicaba: “Oye, ¿os importa acercaros uno de los dos, porque éramos dos, al Banco Bilbao Vizcaya e ingresáis esto a mi cuenta?”— declara ante el juez el escolta Santiago Gascón.
Las escenas relatadas por los escoltas del entonces presidente de la Diputación de Castellón dan cuenta del pantano caciquil en el que convirtió el fabrismo a Castellón. “Te daba el sobre, abría el dinero, había dinero efectivamente, y el chico [del banco] lo contaba. Tú firmabas”, rememora el agente. “El recibo se lo daba a Fabra”, añade en su explicación de la mecánica.
El magistrado Jacobo Pin intuye la podredumbre de las escenas narradas y hurga en su interrogatorio.
—¿Aunque usted no la recuerde en concreto, puede imaginar algún motivo, alguna explicación?
—No sé cómo decírselo, nosotros éramos policías, y él era presidente de la Diputación, él trataba, cuando venía Aznar con Aznar, con ministros, con gente muy importante. Nosotros éramos un granito de arena en la inmensidad del desierto —responde el escolta.
Otro escolta, el agente José Pérez López, alude a la cotidianidad de las labores del equipo de seguridad para explicar las gestiones que se le prestaban al político del PP, ya fuera para “recoger las gafas para no desplazar a toda la comitiva” o pasar por ventanilla con un sobre con fajos de billetes del jefe de filas de los populares en Castellón. “Era un sobre cerrado, ibas con el DNI y en ventanilla lo hacías”, detalla el policía.
—Nos decía: “¿Si vas al centro, me puedes ingresar esto?”. Ibas con el DNI, soy policía, no pensaba que estaba haciendo nada malo — se excusa el escolta que, como el resto de sus compañeros declaraba en calidad de investigado.
—Usted no lo vio raro...
—Yo no vi raro hacer gestiones personales para evitar toda la comitiva a recoger unas gafas. Era más práctico y más seguro.
“Nosotros lo que hacíamos era por seguridad, era hacer recados para evitar que él callejeara o estuviera más expuesto”, explica al juez el escolta Jesús Marmeneu Viciano.
—¿En qué consistían estos recados?— pregunta el magistrado Jacobo Pin.
—Operaciones bancarias y, si necesitaba algo de la farmacia, lo comprábamos nosotros.
—¿Lo veían ustedes normal?
—Normal no, dentro de la seguridad.
El juez Jacobo Pin, a pesar de ser un gran conocedor —probablemente el más avezado— de las interioridades del fabrismo en su etapa contemporánea (el poder del clan se remonta al siglo XIX), se sorprende sistemáticamente ante la naturalidad con la que los escoltas sostienen que era de lo más normal el trasiego de fondos en sobres.
—A veces nos decía: “Os está esperando fulanito, le entregáis el sobre, le firmáis lo que le tengáis que firmar y ya está.
—¿Y era don Carlos quien le daba el sobre y era a don Carlos a quien usted entregaba lo que le daban desde el banco?
—El extracto, sí.
El escolta Manuel Izquierdo Segura es otro de los agentes interrogados que veía “bastante normal” todo el tránsito de sobres de Carlos Fabra de aquí para allá.
—¿Era algo habitual?
—Habitual.
—Es decir, no todas las semanas pero sí una vez al mes, una vez cada dos meses (…). ¿Siempre con la misma entidad bancaria?
—No, con varias.
—¿E iban directamente a ventanilla o trataban con el director de la sucursal?
—Yo, en mi caso, con el director.
Cuando el político del PP dejó de ser presidente de la Diputación de Castellón, al dimitir por la investigación dirigida por el juez Jacobo Pin en el 'caso Fabra I', el agente dejó de prestar sus servicios. Aunque se tomó una excedencia y estuvo dos años más trabajando para Carlos Fabra, ya sin cargo institucional y con un pie en la cárcel.
—Tomamos una excedencia, un compañero y yo, y estuvimos dos años más haciéndole el servicio de la escolta.
—¿A título particular?
—No lo sé.
—¿Quién le pagaba a usted?
—Me pagaba una empresa de seguridad.
—¿Recuerda el nombre?
—Sí, Marina d’Or.
Las declaraciones de los cinco escoltas, entre otras, han servido al juez instructor de la causa y a la Fiscalía Anticorrupción para apuntalar los indicios de la presunta actividad delictiva de Carlos Fabra. Aunque comparecieron en calidad de investigados y asistidos por sus respectivos letrados, ninguno ha sido procesado. Sin embargo, la revelación de que Marina d'Or, la conocida empresa de Jesús Ger, abonaba los gastos por la seguridad de Carlos Fabra ha dado pie a que el juez haya solicitado que se abra una nueva causa penal que investigue esos pagos, que también asumió la constructora Becsa, implicada en la financiación ilegal del PP.
El juez ve indicios de un presunto delito de prevaricación en los supuestos pagos y ha pedido que se deduzca testimonio de la declaración de los agentes Manuel Izquierdo Segura y Jesús Marmaneu Viciano. Sería el segundo caso que se investiga a consecuencia de las pesquisas, tras la reapertura de la causa del campo de golf de Borriol. Las derivadas del fabrismo parecen no tener fin.
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