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¿La Europa de la solidaridad o de los mercaderes?

Alexis Marí

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Desde 1948 y tras diversos tratados, Europa ha sido, más desde noviembre de 1993 con la entrada en vigor del Tratado de la Unión Europea, una comunidad política de organización internacional hecha y constituida para construir un gran proyecto común de gobernanza entre países. Todos los Estados que la componen forman entre sí un ente supranacional de una envergadura económico, social y administrativo extraordinaria. La forman a día de hoy casi una treintena de países-estado. Una súper estructura para construir ese proyecto común, o al menos así debería ser. Y con un futuro que siempre quería deparar la unión de regiones y comunidades en una suma de decisiones encontradas que beneficiasen al conjunto de ciudadanos que habitaban en ellas. Repito, ciudadanos. Moneda única también compartida, y una cantidad de información y datos comunes para aliviar el trabajo de funcionarios que antes se volvían locos para resolver problemas tales como los judiciales, policiales entre otros.  Cuenta además con un Banco Central Europeo, que debía canalizar también algunas políticas económicas y monetarias comunes. Debía… Y para finalizar el repaso político-administrativo de la UE, también cuenta con órganos, instancias y organismos con atribuciones diversas como el Comité Económico y Social, Comité de las Regiones, Defensor del Pueblo Europeo, Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. ¿Y qué creen que piensan  sus conciudadanos, amistades y amigos de lo que ha sucedido durante estos dos últimos meses en el seno de la UE con respecto al tratamiento del Covid19? ¿Consideran nuestros gobernantes que la ciudadanía está contenta con la respuesta que ha dado la UE? ¿Ha sido conjunta? ¿Se ha valorado el interés común de los ciudadanos de este espacio y de este territorio? Estoy convencido de que no. Habría que preguntar a 446.824.564 de almas que habitamos en esta parte del mundo. Creo que al menos tienen muchas dudas y bastante miedo.  Considero también que están absolutamente descontentos con las respuestas que han ido ofreciendo cada uno de los países de forma casi automática y también independiente para para paliar al menos el desastre sanitario, económico y social de esta pandemia. Que le pregunten a los italianos que les parece la respuesta de su vecino Alemania, a la hora de auxiliarlos con material sanitario, cuando muchos de estos ciudadanos morían sin ni siquiera poder ser atendidos correctamente por falta de material. No solo ellos. Miren detenidamente la respuesta casi continua de Holanda sobre las ayudas económicas a países como Italia y España. Las respuestas han sido como si viesen a más de 100 millones de trabajadores vagos y que solo viven de las ayudas que vienen de los países del norte. ¡Tremendo! Países miembros que han negado auxilio en forma de material sanitario, alegando que posiblemente lo podrían necesitar para ellos, para sus “nacionales”. Una visión ultranacionalista, ultra proteccionista más propia de aquellos a los que muchas veces señalan con el dedo. ¿Se puede entender en esa construcción supranacional ese tipo de actitudes? Si la respuesta es afirmativa, entonces nos deberemos preguntar de nuevo, en todo caso y a estas alturas de la vida, pasados muchísimos años después de esa voluntad conjunta de caminar unidos, si queremos seguir cogidos de la mano. Si nos necesitamos tanto y sobre todo en estos momentos críticos. Porque los momentos malos no solo pasan por no tener dinero en el bolsillo, que también, sino por no tener donde caerte muerto, y nunca mejor dicho. Por no tener material con que curar la enfermedad del que no habla el mismo idioma que tú, y sobre todo, por no poder ofrecer siquiera una muerte digna. Todo eso está en juego. Tendremos que pensar si esa Europa que se ha creado, es y tiene que ser, la Unión Europea (una verdadera unión) de la solidaridad, o la de los mercaderes. Yo a mi pesar, cada día soy más euroescéptico. Lo siento.

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