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Los empresarios ven la luz

Xavier Ribera Peris

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“És un no-res total el que domina

l’espai nu de batecs i prejudicis.

És una casa morta,

sense un camí concret, sense un principi”

Anfós Ramon i Garcia. València, 1963

Los empresarios valencianos están preocupados. Al  comprobar  la ineficacia y la impotencia, se plantean  disponer de una estrategia política  que defienda los intereses  del territorio autonómico. Los últimos acontecimientos de repercusión económica así lo avalan. Subyacen la infrafinanciación del País Valenciano y el déficit de inversiones de la Administración Central.Los próximos episodios relacionados con la asignación de recursos a la Comunitat Valenciana tienen escrito su colofón. Sin fuerza parlamentaria, sólo se puede dejar  testimonio simbólico. Así ha ocurrido con el voto forzado por la insensibilidad del Gobierno de Pedro Sánchez. Joan Baldoví, de Compromís, explicitó el malestar por el trato que se daba a la Comunitat Valenciana, al  establecer criterios para adjudicar recursos que no le benefician.

Inermes

El encierro y la pandemia han sido duros y también clarividentes. Los empresarios se preguntan:¿Qué hacemos?  . Podría  completarse con otras interrogaciones: ¿Qué hemos hecho? ¿Qué hicimos cuando aún llegábamos a tiempo? Además de los políticos, la sociedad es un cuerpo vivo que necesita otros factores para situarse  y prevalecer.  El universo empresarial es el único capaz de crear riqueza y proporcionar empleos en la economía real.  Daniel Inerarity, filósofo bilbaíno, con motivo de su libro “Pandemocracia ”  afirmaba estos días en “La Vanguardia: ”Debemos pensarnos más como sujetos que se protegen colectivamente de riesgos muy diferentes a los de la sociedad industrial y que deben entrar en lógicas de poder más cooperativas y menos competitivas“ El riesgo  es que se intente combatir las carencias y debilidades detectadas, con los métodos obsoletos  previos al 14 de marzo de 2020. El mayor hándicap es que cuando  sobrevino la catástrofe pandémica, nos pilló sin los deberes hechos.

Déficits

La desazón en el colectivo empresarial es lógica. Tan coherente, como irracional ha sido su despreocupación ante una problemática empresarial que el Partido Popular, a partir de 1995,  puso en su órbita de intereses partidistas. El País Valenciano lleva tiempo,  desde  la hegemonía de la derecha en la Generalitat, acusando un ritmo de endeudamiento creciente en sus cuentas públicas. Coincide con la reivindicación de la financiación justa y del déficit en inversiones. Ya se denunció en el transcurso de la Cumbre de Orihuela(1989). Convención empresarial  conjunta  de toda la Comunitat Valenciana. Allí se analizó y se reivindicaron las infraestructuras y los recursos que  se necesitaban  para  equipararse a las zonas más desarrolladas de España y Europa.

Nunca de partido

Aquel encuentro, acabó en un intento de desestabilizar la presidencia autonómica de Joan Lerma, por parte  de Cierval,  que presidía, Pedro Agramunt. Sólo se consiguió que Lerma se fortaleciera, ante la pobreza argumental y dialéctica de sus adversarios. Pedro Agramunt, tal como estaba previsto, ascendió a la presidencia del Partido Popular de la Comunidad Valenciana (1990). El derribo de Lerma por Agramunt, nunca se produjo. Tuvo que llegar Eduardo Zaplana desde Benidorm en noviembre de 1995. Para lograrlo, al pairo de un tiempo de cambio político. Las patronales al igual que los medios de comunicación se han de entender con  el poder. Nunca supeditarse ni confundirse con opciones políticas concretas.

Declive

Son los inicios del descarrilamiento de las organizaciones empresariales de la Comunitat  Valenciana. La operación estuvo dirigida por Luís Espinosa, secretario a la vez de la CEV, CIERVAL y AVE (provincial, autonómica y lobby) . Espinosa  tuvo que dimitir, tras la espantada de José María Jiménez de la Iglesia, su presidente, a consecuencia de un desfalco relacionado con los cursos de formación de la CEV.

Delimitar

Los empresarios se preguntan: “¿Siempre ha sido así? No fue así  hasta los acontecimientos que aunaron dos  efectos nocivos. El primero, la integración en una misma patronal de empresas pequeñas, medianas, grandes y multinacionales. Se quebró la supervivencia de las organizaciones con principios democráticos y participativos. Así se liquidó PYMEV, L’Empresarial, y Unió Gremial, que subsiste con dificultad. Existe conflicto de intereses entre grandes y pequeñas empresas, que tienen disidencias y necesidades contrapuestas.—  horarios y aperturas comerciales —junto con los servicios que requiere cada unidad de negocio de acuerdo con su dimensión, necesidades de financiación, interlocución con las administraciones  o asistencia en comercio exterior.

Neurosis

A esta confrontación se añade la relación patológica entre patronales y Cámaras de Comercio. Las  Cámaras de Comercio, son oficiales, existen por  Ley y tienen  la tutela de la Administraciónl. Sus competencias están traspasadas a la Generalitat Valenciana, de la que dependen. Son corporaciones de derecho público que  representan a la totalidad de las empresas de su demarcación.  Las organizaciones empresariales únicamente representan a sus afiliados. Las Cámaras de Comercio, nacieron en 1887, en un momento de crisis y desconcierto. Las entidades empresariales  no existían. Ni eran capaces de ejercer como interlocutoras de la Administración para ordenar el sistema productivo.

Este es el marco fricción de influencia, capacidad e intereses. Entre el control  del mundo empresarial, que quieren ejercer patronales y lobbies, y la  eficacia que pueden tener las Cámaras de Comercio que actúan en red –85 en España, más de 20 en el exterior y miles en todo el mundo—. Bien dotadas y gobernadas, disponen de una marca que puede abrir las puertas privadas y públicas con mayor eficacia, poder y prestigio.

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