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Un río, una lengua y una mancomunidad: los lazos de la frontera sur de Catalunya con el otro lado

Pont del Olivar sobre el río Cenia. Imagen cedida por la mancomunidad de la Taula del Sénia.

Belén Toledo

Castellón —

Hace décadas, era una práctica habitual que cuando una familia necesitaba más espacio compraba una habitación de la vivienda vecina. Por eso en muchos pueblos existen casas entrecruzadas, de forma que no se puede derribar una de ellas sin afectar a las demás. Algo parecido sucede en la frontera entre Aragón, Catalunya y la Comunidad Valenciana. Un territorio homogéneo en características, problemas, paisaje y lengua que ahora asiste con una mezcla de preocupación y flema a la posible independencia de una de las partes que lo integran.

Muestra de estos intereses compartidos es la Taula del Sénia. Una mancomunidad que agrupa a 27 municipios de las provincias de Tarragona, Castellón y Teruel. Toma su nombre del río Sénia, cuyo curso es la frontera natural entre la parte catalana y la valenciana. El ente nació en 2003, “aunque siempre ha habido mucha relación entre la gente de los dos lados”, explica su propia página web.

El “tránsito amable”

La lengua es una de las herencias de esta historia en común. En la zona se habla una variedad del catalán que ejerce de “tránsito amable” entre la que se habla en Catalunya y la que predomina en la Comunidad Valenciana, según Miquel Àngel Pradilla, profesor de Filología de la Universidad Rovira i Virgili. Se trata de la variedad tortosina, que se extiende a su vez a lo largo del territorio de la institución religiosa que engloba a los diferentes municipios de la zona: la Diócesis de Tortosa.

Según Pradilla, la existencia de esta variedad lingüística y una diócesis común a todos los pueblos a una orilla y otra del río son el testimonio de los lazos milenarios que han unido a ambas riberas. El filólogo explica que “los romanos establecieron las diócesis apoyándose en las etnias íberas, en este caso la antigua Ilercadonia”. Esto “condicionó el territorio a efectos de sustrato linguístico”.

Que el habla de los habitantes en torno al Sénia haya evolucionado de una forma parecida es “una consecuencia clara de que históricamente ha habido una vida en común entre estas tres zonas que ha acabado homogeneizando una variedad lingüística”, argumenta.

La homogeneidad del territorio se debilitó con la llegada de la democracia, explica Pradilla, debido a que se dividió en tres comunidades autónomas y se produjo una “sectorización de los servicios”. La consecuencia es que a partir de entonces, los habitantes de la zona tienen que desplazarse a centros urbanos más grandes de sus respectivas comunidades autónomas para ir al médico, al instituto o a trámites administrativos. Ya no a ciudades del otro lado del río, más cercanas pero que quedaron en otra demarcación administrativa.

Cerca del río, lejos de la capital

Esto no ocultó que todos estos pueblos siguieron teniendo problemas en común, en especial la emigración, el envejecimiento de la población y la falta de infraestructuras. La causa se comparte a uno y otro lado del río: la lejanía respecto a las capitales autonómicas, que provoca un sentimiento de discriminación. “Vemos el hecho de ser frontera como una riqueza, pero a nivel administrativo sí que es un problema porque estamos lejos de los respectivos centros de poder”, explica el socialista Rhamsés Ripollés, alcalde de Morella (Castellón).

Con el objetivo de unir fuerzas y llamar la atención sobre estos problemas compartidos, se creó en 2003 la Taula del Sénia. Desde entonces, 27 alcaldesas y alcaldes de los pueblos que la componen se reúnen periódicamente. Pertenecen a partidos de ideologías opuestas: PP, PSOE, la antigua CIU, Esquerra Republicana de Catalunya, Partido Aragonesista, Tots i Totes som Vinaròs (una marca asociada a Podemos), independientes y Compromís. Pero ahí se habla de todo menos de partidos políticos.

Se trata de construir “un espacio para hacer proyectos que sería muy difícil llevar adelante por parte de un solo pueblo”, explica la gerente de la mancomunidad, Teresa Adell. Rubén Lombarte, concejal socialista de Penyarroya de Tastavins (Teruel), afirma que “si de alguna cosa me puedo sentir más orgulloso es de representar a mi pueblo en la Taula del Senia. Sempre se han apartado las siglas. Y hemos ido a por inquietudes y necesidades comunes”.

Olivos milenarios

En un territorio esencialmente rural, las iniciativas más exitosas de la Taula se han centrado en el turismo. El proyecto más conocido, que ha salido adelante gracias a la captación de fondos europeos por parte de la mancomunidad, es el de crear rutas, un museo, un itinerario turístico y un trabajo de catalogación en torno a los olivos milenarios que salpican el territorio. A su vez, este proyecto dio lugar a una asociación que engloba a los productores de aceite de estos árboles, que están comercializando su producto bajo una marca común: Aceite Farga Milenaria.

Además, hay fondos para la reindustrialización, talleres de empleo y construcción y mejora de rutas de senderismo. “Había problemas para señalizar los caminos por las diferencias administrativas, y ahora con la mancomunidad se ha podido hacer”, explica Ripollés. Esto, la capacidad para poner de acuerdo a las tres administraciones autonómicas para hacer cosas en común -por ejemplo, un convenio para que los respectivos servicios públicos de empleo colaboren entre sí- es otro de los grandes logros de la Taula, según el alcalde de Morella.

La independencia en el horizonte

En este ambiente de colaboración, todos prefieren pasar de puntillas sobre el proceso de independencia de Catalunya. No hay un plan B preparado para aplicarse en el caso de que el río Sénia se convierta en una frontera entre dos estados. “Cada alcalde tiene su opinión, pero como mancomunidad no nos hemos reunido para hablarlo. No hay una postura común. En la Taula del Sénia lo que queremos es seguir trabajando”, explica la gerente, Teresa Adell.

Todos los alcaldes entrevistados coinciden en que es un tema del que no se habla. “Ni se ha comentado, ni se trata ese tema. Trabajamos en lo que nos une”, explica David Gil (PP), alcalde de La Pobla de Benifassà (Castellón). “No se aborda esto nunca, más que en tono de broma. Se habla solo de territorio”, explica Ramón Muñoz, de la antigua CiU, munícipe de La Galera (Tarragona).

Hubo, sin embargo, un episodio conflictivo en relación con este asunto. Tuvo lugar en 2013, cuando, según el diario Mediterráneo, el entonces alcalde de Benicarló (Castellón), Marcelino Domingo, anunció que dejaba la presidencia de la Taula del Sénia. Adell reconoce que el edil se sintió molesto por las declaraciones favorables a la independencia de algunos alcaldes de la parte catalana. Pero detalla que estas opiniones no se habían vertido en el seno de la mancomunidad “y tanto Benicarló como Domingo siguieron formando parte” del ente.

“No afectará”

A pesar de que se esfuerzan en desligarlo escrupulosamente de su función en la Taula del Sénia, los alcaldes entrevistados sí acceden a explicar su postura personal respecto al asunto. Y sus declaraciones ofrecen un paisaje de ligera preocupación que se combina con una gran seguridad en que, en cualquier caso, nada podrá romper las relaciones entre los pueblos.

El castellonense David Gil, por ejemplo, cree que la independencia “no irá hacia adelante”. El tarraconense Muñoz considera que, si lo hiciera, “no afectará. Aunque fuera un país diferente, seguiría siendo lo mismo. Buscaríamos una solución”. El ambiente social no se ha visto alterado, de momento, según el también castellonense Ripollés, que piensa que hay que “cultivar la convivencia y la cooperación. A veces se nos ha intentado enfrentar con el trasvase del Ebro, con la lengua… Y eso aquí en el territorio no cala ni podemos permitir que lo haga”.

Por su parte, el aragonés Lombarte explica que no está preocupado porque “aquí tenemos una relación con los otros pueblos que no romperíamos por nada del mundo”. No obstante, entiende que “haya gente que sí lo esté porque se podrían romper cosas importantes, como relaciones económicas, familiares…”. El concejal pone como ejemplo la lengua. En su municipio, Peñarroya de Tastavins, y en los otros dos núcleos aragoneses que forman parte de la Taula, se habla el catalán. “Aquí hay mucho autoodio a la lengua propia, y tengo miedo de que pudiera quedar desprotegida si Catalunya sale del Estado”.

Prefijo de Tarragona, número de Castellón

Más allá de sus diferencias de opinión, todos coinciden en los lazos que los unen.“El río no hace de frontera, hace de unión. Las montañas y el río son más de acercamiento que de separación”, explica Gil. “Nos unen la lengua y la cultura, las fronteras son ficticias. Y cada uno se siente en su casa en las tres provincias”, afirma Muñoz.

Los ejemplos de interrelación son incontables. Agricultores con tierras en uno y otro lado del río, relata Adell. Niños que van al instituto en la comunidad autónoma vecina, apunta Pradilla. Familias con miembros emigrados al otro lado, ilustra Ripollés.

En la comarca, ni siquiera los cables telefónicos parecen tener muy claras las fronteras. Para llamar a Herbés (Castellón), hay que marcar el prefijo de Teruel. Para hablar con la Pobla de Benifassà, también en el lado valenciano, los primeros tres números son el 977 de Tarragona. “Era más cómodo traer la línea de allí, por las montañas”, explica Gil. Una de las muchas metáforas de la vida en común de este entrelazado paisaje sentimental.

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