1 de mayo: élites decadentes, ciudadanía activa
Los pensionistas, las mujeres, los ciudadanos indignados, todos ponen en jaque las políticas del gobierno, las decisiones de la justicia, denuncian la subordinación laboral, social y humana de las mujeres, y reivindican el derecho a un salario y a una pensión dignos. Hasta aquí no parece que los argumentos que movilizan a la sociedad española respondan a una ideología extremista y revolucionaria. Si a eso añadimos la crisis de estado que ha abierto el laberinto de Cataluña, y lo cocinamos con el desprecio por la universidad y la cultura que demuestra el caso Cifuentes; si le ponemos unas gotas de machismo trasnochado al estilo Pedro Agramunt, y lo maridamos con ese atentado contra la dignidad humana que destila la sentencia balsámica de las violaciones en manada (animales salvajes violando a una hembra), tenemos un paisaje deprimente de crisis social, política y moral. Se pueden añadir más ingredientes, pero con solo estos el menú ya está servido.
La movilización no es consecuencia del populismo, sino que es la reacción honorable de una sociedad perpleja e indignada, muy distante (en lo económico, moral y social) de esa élite todopoderosa y tramposa (casta, grupo social dirigente, manada de bandidos o delincuentes, ¿qué más da?), cuya principal característica es la mediocridad perpetuada a través de pautas de servilismo y complicidad.
La sociedad civil española está a años luz de sus mediocres dirigentes. La tontería y la mediocridad no son cualidades individuales, sino estigmas institucionalizados. Inmoralidad, corrupción, dogmatismo, manipulación, falsedad, endogamia, amiguismo, control de la economía y de las instituciones, cálculo aritmético de beneficios electorales en los asuntos transcendentes. El sistema no es sostenible porque esa élite de tontos antisistema se pasa por el forro la democracia, y solo la entiende como contexto en el que copar órganos de poder y decisión para beneficiarse.
El historiador de la cultura flamenco David van Reybrouck ha publicado recientemente un polémico ensayo que se titula Against elections [Contra las elecciones] (New York, Penhguin Random House, 2018), precedido de un prólogo de Kofi Annan, ex secretario general de la ONU. Annan da la voz de alarma acerca del retroceso y la crisis de confianza que sufre la democracia, a pesar de ser el único sistema político que, según él, puede garantizar la paz, el desarrollo sostenible y el respeto a los derechos humanos. ¿Creen ustedes que con estos mimbres que tenemos se pueden hacer buenos cestos democráticos? ¿Pueden los buitres disfrazarse de palomas y traer paz, desarrollo sostenible y respeto? Si la mayoría de nuestros dirigentes no fuesen patéticos analfabetos sin propósito de enmienda, me atrevería a recomendarles el libro de van Reybrouck. Ya que eso es inútil, al menos léanlo ustedes y reflexionen. Porque esto no tiene vuelta de hoja: hay que pararles los pies y ponerlos en su sitio. Sí, sí, esta es una tribuna indignada!
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