Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

CV Opinión cintillo

Salvar el Museo Olavide

0

Hace apenas unos años tuve ocasión de tutorizar el trabajo de fin de Máster de Historia de la Ciencia y Comunicación científica que en nuestra Universidad de València realizó una joven y entusiasta investigadora, Amaya Maruri, sobre “La representación iconográfica de las tiñas en la obra del Dr. Olavide.” Hoy Amaya es conservadora del Museo que la Universidad Complutense ha decidido clausurar. Supe por ella que hace un par de décadas se descubrieron en los sótanos del Hospital del Niño Jesús más de doscientas cajas de madera que contenían una impresionante colección de figuras de cerca del siglo XIX que ilustraban enfermedades dermatológicas. Una colección que había permanecido intacta como un fósil al deterioro del tiempo y que representaba algo más que una imagen de la enfermedad, porque también era reflejo de los seres humanos que las padecían y las sociedades que habitaban. Comenzó entonces un proyecto de recuperación patrimonial de gran originalidad e incuestionable valor histórico, que contó con la iniciativa del dermatólogo Luis Conde Salazar, recientemente fallecido, y el patrocinio de la Academia Española de Dermatología y Venereología. Supe por Amaya que el apoyo a esa recuperación era precario, y hoy he conocido el fatal desenlace, que nos devuelve a la España oscura del atraso y la desmemoria. En Europa abundan tanto en las universidades como en los museos colecciones de materiales médicos y científicos, conservadas y valoradas con el mayor celo.

Conozco bien las colecciones anatómicas de figuras de cera de la Universidad de Florencia, una forma de arte que desde el siglo XVII en Italia llamaron ceroplastica y que jugó un papel importante en la enseñanza de la medicina y en la representación material de la enfermedad. Ese arte se extendió por toda Europa y en Francia llamaron moulages a esas representaciones didácticas de la enfermedad.

Cualquier ciudadano que viste Viena pasará por las impresionantes colecciones del museo Josephinum de Historia de la Medicina, ubicado en un espléndido edificio clasicista que es patrimonio nacional. Inaugurado en 1785, el Josephinum contiene los famosísimos modelos anatómicos de cera encargados y adquiridos por el emperador José II a los artistas de Florencia. Estos valiosos objetos se transportaron con gran esfuerzo a Viena y hoy se exponen en sus vitrinas originales de madera de palisandro y cristal veneciano. Viena es un paraíso para el arte visual del cuerpo humano en su dimensión anatómica y patológica, porque también su famosa Torre de los Locos (Irrturm) alberga una espléndida colección de piezas de anatomía patológica, malformaciones y tumores. Colecciones semejantes encontramos en universidades de Europa Central, Italia o Reino Unido.

La colección del Museo Olavide no es menos importante. Es única en el mundo para la representación de las enfermedades dermatológicas y los ciudadanos que las padecían, un tesoro que hay que preservar, cuidar y poner en valor, si queremos estar a la altura de nuestros paisanos europeos y preservar nuestra tradición cultural y científica. No importa el valor artístico y museológico de las piezas, documentos y objetos, además la historia visual posee un gran poder evocador y es una perspectiva innovadora en la historiografía de la ciencia de los últimos años. Por todo ello, sería imperdonable que la magnífica colección del Museo Olavide volviese a las cajas de donde salió. Si las universidades públicas se encuentran acosadas por la falta de financiación de políticas ultraliberales y carecen de recursos, tendrán que ser otras instituciones culturales las que actúen de modo subsidiario. No podemos renunciar a nuestro patrimonio, que es una parte esencial de nuestra historia y nuestra memoria sanitaria y científica.  

Etiquetas
stats