Para morirse de frío. Una canción con música de Peret y de Sam Cooke
Dicen que el invierno va a mejorar un poco. Que el temporal de días pasados seguirá pero con mucha menor intensidad. Ahora la política tiene la mirada puesta en la catalogación de las zonas catastróficas y en la exigencia al gobierno central de los gastos de reparación. Eso está bien. Es necesario. Y de absoluta justicia. Pero hay algo que no ve menguar su nivel de alta intensidad, que continúa siendo un conflicto cruelmente sufrido por la gente más desfavorecida en la ya larguísima crisis que venimos sufriendo desde hace la tira de años. El fío es el frío, aunque amaine su crudeza algunos días. Y habrá gente que volverá a vivir en la calle, entre mantas sobadas y cartones de empaquetar electrodomésticos. Y habrá gente que seguirá viviendo en sus casas pero será como si estuviera viviendo en la calle. No podrá pagar la electricidad, aunque haga menos frío, porque el precio de la electricidad sigue subiendo. El frío baja y la electricidad sube sin parar. Cuando escribo este artículo acaba de alcanzar su cota más alta desde 2013. O sea, dentro de muchas casas tocará seguir tapándose con mantas sobadas y en algunos casos también metiendo en las habitaciones cartones sacados de las cajas para electrodomésticos.
Hace un par de días venía escuchando la radio del auto. Una entrevista con uno de los jefes de las grandes compañías eléctricas. La entrevista duró más de un cuarto de hora. ¿Y saben qué?: no me enteré de nada. Ni la entrevistadora me aclaraba nada con sus preguntas, ni el entrevistado me aclaraba nada con sus respuestas. Hablaron del recibo de la luz, de su complicación a la hora de entenderlo, del precio a que sale el megavatio (¿qué demonios será eso de los megavatios?), de los tanto por ciento en este o aquel apartado (estoy hasta el gorro de esos tanto por ciento que no aclaran absolutamente nada), de las causas internacionales que motivan que el precio sea ése y no otro más reducido, de los distintos motivos (absolutamente ininteligibles) que obligan a las compañías eléctricas a elevar los precios. O sea que eso: quince minutos de charla entre la pareja y yo acabé cambiando ese desbarajuste periodístico por las rumbas de Peret y el único disco de Sam Cooke que contiene una versión fantástica de Unchained melody. Sólo saqué en claro una conclusión de esa entrevista (o lo que fuera), una conclusión, por otra parte, que ya conocía antes de subir el auto. Qué conclusión, pues ésta: mientras la gente se muere de frío por no poder pagar la electricidad en sus casas, las tres principales eléctricas (Endesa, Iberdrola y Gas Natural) han ganado en el último año casi cinco mil millones de euros. Y en los últimos cinco años de crisis asesina, nada menos que más de cuarenta mil millones se han embolsado esas compañías. ¡Viva la sociedad del bienestar! ¡Viva la igualdad que habría de ser imagen de marca en una democracia verdadera! ¡Viva el frío que mata a una gente mientras a otra le llena las cuentas corrientes de una inimaginable pasta gansa!
Una de las canciones de Peret que más me gusta es Pensando en ti. La canción es muy antigua, y muy hermosa, aunque pertenezca a una película horrible. Siempre me gusta escucharla y a veces me emociona. Pues bien, cuando sonaba en la radio del auto antes de dar paso a Sam Cooke, no pensaba en la canción sino en esa gentuza que como Felipe González y José María Aznar forman parte de Gas Natural y Endesa respectivamente. Y hay más, mucha más gentuza de ésa que, cuando acabó su mandato en sus partidos y sus gobiernos, cogió las puertas giratorias para seguir forrándose en las compañías que esa misma gentuza había favorecido cuando eran ministros u ocupaban altos cargos en la administración. Según leo en alguna parte, González dejó hace un par de años su puesto en esa compañía. No lo sé. Lo que sé es que el cinismo y la vida que se pega ese individuo no es la más propia de un socialista convencido de los viejos valores imperantes en la ya prehistórica y finiquitada identidad obrera de su partido.
Este invierno no se acabará cuando vuelva el calorcillo suave de la primavera. Porque lo que ha provocado que bastante gente se muera de frío en las heladas últimas no es únicamente la intolerable política de las eléctricas consentida no sólo por el gobierno sino por la propia democracia. Lo que ha provocado esas y otras desgracias es el poder del dinero y de quienes lo tienen a manos llenas. Es ese poder el que nos sigue gobernando, el que decide que suban o bajen las tarifas de la luz, el que decide lo que sale o no sale en la mayoría de los medios de comunicación, el que decide si hay que condenar a varios años de cárcel al cantante de Def con Dos por sus twits o a una estudiante por otros sobre Carrero Blanco y no hacer ni caso a las soflamas fascistas en honor de Franco y su dictadura de cuarenta años, es ese poder de quienes tienen el dinero el que sigue metiendo en la cárcel a quien roba una gallina (como siempre hemos dicho) y deja en libertad con títulos de honorabilidad a los chorizos que han vaciado, desde el mundo de la política o el de las finanzas (muchas veces, por desgracia, son una misma cosa), las arcas de muchos bancos y estafado a sus confiada clientela.
Sólo el dinero cuenta en esta sociedad que cada vez huele más a la podrida pasta grumosa de los estercoleros.
El tipo de las eléctricas que hablaba por la radio se fue más ancho que largo de la entrevista radiofónica. Los tantos por ciento, para hablar de las tarifas de la electricidad o del paro y el empleo, son una manera de lo más eficaz para que la masacre económica y moral siga haciendo de las suyas. Me quedé con las ganas de que la periodista le preguntara qué le parecía que, mientras él y los suyos habían ganado cuarenta mil millones de euros, miles y miles de personas se estuvieran muriendo de hambre y muchas de ellas de frío en nuestro país. No sé si al final se lo preguntó, pero creo que no. En todo caso, para entonces yo ya andaba con las rumbas de Peret y esa maravilla de Unchained melody en la voz portentosa de Sam Cooke.
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