50 años: memoria y homenaje a la resistencia antifranquista
El próximo 27 de septiembre se cumplen 50 años de los últimos fusilamientos del franquismo. Con ellos se cerró la biografía de un dictador que nació matando y murió matando. Cuando el golpe de Estado de 1936, cuando la guerra, cuando la dictadura que vendría después de la guerra y duraría la friolera de casi cuarenta años. Todavía hoy están las cunetas y las fosas de los cementerios llenas de víctimas de esa dictadura, una de las más largas y feroces de la indignidad contemporánea.
En 1975 Franco agonizaba. Lo mantenían artificialmente. Moriría dos meses después de firmar el enterado de cinco penas de muerte, pero el régimen que lo sustentó pugnaba por no perder sus privilegios, unos suculentos privilegios conseguidos sobre centenares de miles de cadáveres. Los últimos años de la dictadura nunca fueron, en absoluto, una dictablanda, como se suele justificar cuando muchas veces se hace referencia a ese periodo del franquismo. Siguió, como los casi cuarenta años anteriores, una época de represión que nunca habría de cesar. Era el propio Estado el que ejercía el terrorismo y, como botón de muestra, tenemos los asesinatos de los cinco jóvenes antifascistas que tuvieron lugar hace ahora cincuenta años: el 27 de septiembre de 1975.
Se hace necesario el recuerdo, el reconocimiento de una resistencia en defensa de la legalidad republicana, una resistencia que iba más allá de la propia resistencia personal o partidista y se alargaba también a otras resistencias, a otras militancias, a otras maneras de enfrentarse al terror de la dictadura franquista. Cómo olvidar a la tan demasiado injustamente olvidada lucha guerrillera de carácter antifascista en muchas grandes ciudades, en muchos pueblos, en los montes, o al más de medio millón de españoles que tuvieron que exiliarse… Memoria y resistencia han de ir juntas en días como estos.
Por eso consideramos que es un deber de la democracia rescatar la memoria de aquel tiempo. Ya cansa afirmar que a quienes esto escribimos no nos mueve ningún sentimiento revanchista, que solo tratamos de que la historia sea conocida para entenderla con justicia. Y si consideramos acertadamente que en Gaza está teniendo lugar un genocidio, no es exagerado calificar de la misma manera al franquismo, cuando decenas de miles de personas fueron ejecutadas siguiendo los dictados de Mola y los suyos en los primeros instantes del golpe: el “exterminio” de quienes piensen diferente. Y a eso bien que se aplicaron desde aquel mismo instante hasta ese 27 de septiembre de 1975.
La represión franquista fue larga y duraría más allá de los tiempos acotados por las fechas de calendarios complacientes. Se sucedieron los juicios sin garantías de defensa que, como los de 1975, acabarían en condenas a muerte, los estados de excepción, la tortura como práctica habitual en las comisarías y los cuarteles de la Guardia Civil, incluso los crímenes perpetrados por la extrema derecha y la policía en una complicidad que desmentía la tranquilidad y ejemplaridad de la transición política a la democracia. Y el colmo: en los años ochenta del pasado siglo veíamos cómo eran ascendidos en el escalafón y condecorados reconocidos torturadores franquistas.
Luchar contra la dictadura era un acto legítimo de enorme valor, porque es legitima la lucha contra la tiranía. Incluso, ya casi en su final, era mirar de cara a la muerte. Ninguna libertad ni garantía democrática protegían a quienes se enfrentaban a ella. Sentenciados a la pena capital antes de ser “juzgados”, cinco jóvenes antifranquistas, con poco más de veinte años, lo sabían. Y pese a ello, Xosé Humberto Baena Alonso, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz, Ángel Otaegi y Juan Paredes, Txiki, no cesaron en esa lucha. Xosé Humberto Baena comenzaba su carta de despedida con una serenidad escalofriante: “Papá, mamá: me ejecutarán mañana…”; o pudo Txiki dedicar a sus hermanos pequeños, en el reverso de una fotografía, las palabras del Che que figuran en su epitafio: “Mañana cuando yo muera, no me vengáis a llorar. Nunca estaré bajo tierra, soy viento de libertad”.
Es cierto que algo ha cambiado en los últimos años: la promulgación de la Ley de Memoria Democrática de 2022 propició avances con respecto a la de Memoria Histórica de 2007 aunque, a nuestro parecer, sigue habiendo bastantes insuficiencias que sin descuidarnos en el tiempo hemos de seguir corrigiendo. Uno de los aspectos notables de la última de las Leyes citadas es el reconocimiento del derecho “a la reparación moral y a la recuperación de su memoria personal, familiar y colectiva”. Al amparo de esa afirmación, a fecha de hoy, algunos familiares de esos asesinados han recibido del Gobierno la nulidad del juicio, otros están a la espera.
En un intento por impugnarla, las Corts Valencianes -con la mayoría absoluta de PP y VOX- aprobaron en 2024 la llamada Ley de Concordia de la Comunitat Valenciana, una Norma en la que, como viene siendo habitual en la extrema derecha cuando se habla de la dictadura franquista, se equiparaba vergonzosamente a víctimas y verdugos. Afortunadamente, el Tribunal Constitucional ha admitido la demanda del Gobierno contra la citada ley, que no era sino una burla, una palada más de tierra sobre los miles de víctimas en la dictadura y en la propia transición a la democracia.
Desde el Colectivo Al Alba pensamos, cincuenta años después, que conmemorar la fecha del 27 de septiembre de 1975 es recordar y rendir homenaje, en las figuras de los cinco jóvenes asesinados, a todas aquellas personas, bastantes de ellas afortunadamente todavía vivas, que -con las diferencias políticas e ideológicas que entre unas y otras existían- lucharon con generosidad contra la dictadura y abrieron paso a las libertades en nuestro país pagando a veces, por no decir siempre, un precio muy alto.
Por todo ello, el colectivo Al Alba y Acció Ciutadana contra la impunitat del franquisme, junto a personas independientes de marcado sentimiento antifascista, familiares y amigos de los jóvenes asesinados, organizaciones sociales diversas en representación de un amplio espectro de la sociedad civil, convocamos, el viernes 26 de septiembre de 2025, en la Universitat de València, a un acto público en memoria y reconocimiento de quienes lucharon por las libertades que tanto ha costado conseguir. Y que siguen luchando para impedir un retroceso en el logro de esas libertades, algo a lo que asistimos todos los días en la boca y las actuaciones de una derecha y una extrema derecha entre las que cada día que pasa cuesta más encontrar alguna diferencia.
*Colectivo Al Alba
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