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Ser joven, un valor

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Hace solo unos días, España madrugaba una vez más para sentarse frente a la televisión y seguir el desarrollo de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. La selección española de baloncesto, bajo la denominación popular de la familia, cayó en cuartos de final frente al potente equipo de EE.UU. Una derrota que ha sido considerada como el fin de un ciclo histórico porqué puso punto y final a la magnífica trayectoria de una generación que durante dos décadas ha conseguido los principales éxitos que se pueden alcanzar en este deporte.

La retirada de Pau Gasol lo es también del más destacado representante de este formidable conjunto de deportistas que no solo ha conseguido triunfos deportivos, sino que nos ha hecho soñar con su gen competitivo, su entusiasmo y su calidad humana. Un equipo que se forjó con jóvenes de poco más de 20 años y que han demostrado que la juventud no está reñida con la responsabilidad, la entrega, el buen hacer y el respeto más absoluto a los valores deportivos. Porque esos jóvenes que a principios de siglo comenzaron a dar sus primeros pasos como deportistas de élite, ahora son ejemplo y guía para las futuras generaciones.

El ejemplo de la selección española de baloncesto me ha llevado a reflexionar respecto al valor de la juventud, ahora que en unos días (el próximo 12 de agosto) va a celebrarse el Día Internacional de la Juventud. Durante los últimos la pandemia ha llevado a poner el foco en la responsabilidad de los jóvenes en este duro combate que estamos librando para poner freno a la COVID-19. A esa generación de jóvenes les hemos pedido que, además de cumplir las restricciones aprobadas por las Administraciones Públicas, siguieran respetando las normas, llevaran puesta la mascarilla, protegieran a sus mayores y, en definitiva, que extremaran la responsabilidad en este periodo vacacional. Salvo casos contados, la mayoría de ellas y ellos han demostrado que la juventud no es sinónimo de irresponsabilidad ni de relajación de las medidas sanitarias aprobadas.

Reconocer el papel de la juventud y la responsabilidad que ha asumido en esta situación tan crítica a nivel sanitario, social y económico no significa que no pongamos en valor el papel de otras muchas generaciones. Los sanitarios han sido un ejemplo de lucha y coraje durante estos dos años, como primera línea de contención contra el virus. La labor y el buen hacer de médicos, enfermeros y enfermeras o celadores ha sido clave para combatir con mayor acierto este enemigo invisible que es la COVID-19. Su experiencia, igual que la de los alcaldes y alcaldesas, científicos y científicas y responsables públicos ha contribuido a construir el escudo social necesario para que, sin ir más lejos, el proceso de vacunación esté a niveles óptimos a inicios de agosto y la inmunidad de nuestra población vaya a ser una realidad lo antes posible.

Experiencia, en este caso, ha sido sinónimo de implicación personal, horas de trabajo, esfuerzo y dedicación. En definitiva, juventud y experiencia se han convertido en elementos clave de una realidad global en la que cada uno ha desempeñado un papel y la suma del conjunto es más importante que la función individual de cada uno de ellos. No hay uno más importante que otro. La fórmula de nuestro éxito para superar este contexto adverso ha sido la suma de cada una de estas individualidades.

Durante estos años de pandemia los gobernantes han demostrado que para gestionar una crisis sin precedentes como la que hemos vivido es imprescindible conocer el todo, el contexto, la suma de experiencia, la aportación de personas expertas y conducirse con responsabilidad anteponiendo la salud de las personas a otro tipo de intereses.

El 12 de agosto celebramos el Día Mundial de la Juventud, un momento que invita a los poderes públicos a promover el papel de las futuras generaciones en los procesos de cambio y generar un espacio para impulsar conciencia sobre los desafíos y problemas a los que estos se enfrentan: la era post-pandémica, lograr un modelo económico más resiliente y sostenible, convivir en una sociedad más feminista, diversa y justa.

Ser joven es un valor, el PSPV-PSOE lo sabe y lo reconoce, pero no olvida que no es el único principio inspirador a tener en cuenta. El valor de la experiencia también nos ayuda a comprender la vida, a nuestra sociedad y nos permite evaluarnos de forma positiva. Por qué solo si reconocemos el papel de todas las generaciones que conviven en nuestra sociedad podremos adquirir la conciencia social que nos permite articular las mejores políticas. 

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