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Patético

Aarón Cano

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Cuando lo que debería ser el contenido del discurso político se degrada en busca de un eslogan, empieza su decadencia hacia lo que podríamos llamar “tombolización”, no creo que sea necesario explicar el significado de este término.

El debate político se ha convertido en una ida y venida de mensajes efectistas, pero vacíos, así el que más grita y más irreverente es, se proclama ganador por la vía del share. Para ser claros deberíamos comenzar a llamar a las cosas por su nombre , dejando de llamar debate a aquello que en el fondo, porqué no decirlo en la forma también, no es más que un cruce de argumentos, donde nadie da la razón a nadie del bando contrario, donde se disponen unos frente a otros como si fuera el auténtico Tómbola, y con el único mérito de la disensión. Cualquier cosa, independientemente del contenido, vale para intentar convencer, todo depende de quién lo diga y como lo diga, no lo que diga, dirigidos por un moderador que se autocaricaturiza muy bien en su papel, queriendo aparentar un semblante reflexivo pero es incapaces de aportar algo al tema de discusión

Esta burda teatralización de la política tiene consecuencias dolosas para la política real, se desnaturaliza aunque parezca justo lo contrario. Aún así la semana pasada por un momento, los platos, cedieron la iniciativa al Congreso de los Diputados.

Esto se consiguió porque el debate en sí dio mucho juego por las intervenciones de algunos portavoces, como la de Pedro Sánchez porque su mensaje fue claro, tanto en continente como contenido, realizó un análisis crítico objetivamente bueno que provocó que nada de lo que sucedió fuera del parlamento tuviera relevancia mediática, porque el centro del debate político fue el parlamento, como así debería ser siempre. Podemos suspendió su rueda de prensa posterior a la intervención de Rajoy, sabedores que no iba a ocupar ni media página en la prensa escrita, y de Ciudadanos, nada se supo. Pedro Sánchez devolvió el debate político al Congreso, sacó de sus casillas a Rajoy con una receta sencilla, le dijo lo que piensa la mayor parte de la sociedad española. Solo fue eso y cómo lo dijo lo que sacó de su “Tancredismo” al presidente del Gobierno.

Con la contrarréplica Rajoy intentó que la constante mediática se impusiera sobre la razón del Debate político, esa constante donde el que más grita y es más maleducado, en este caso, gana, pero el Parlamento no es un plató.

Y lo que consiguió el Presidente del gobierno no es más que realizar un estúpido ejercicio de patetismo, que le dejó en evidencia y que certificó lo que ya sabíamos antes de dar la réplica a Pedro Sánchez, que su discurso fue una gran mentira, donde intentando tapar la realidad que nos atrapa nos intentó insultar a la mayor parte de los españoles/as diciéndonos no solo que lo malo ha pasado sino que empezamos a estar bien.

Y es que hay que recordar que leer sin comprender es una pérdida de tiempo.

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