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La tragedia de la dana de los ancianos de Picanya: “Fue muy triste oír a los abuelos gritando y no poder hacer nada”

El hijo de una de las fallecidas en las casa de Picanya, en una imagen de TVE tomada pocos días después de la dana.

Lucas Marco

València —

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La jueza de la dana sigue investigando el uso del servicio de teleasisitencia por parte de varios de los ancianos fallecidos en la dana del 29 de octubre de 2024. Una de las víctimas mortales fue O. L. F. A., una mujer con movilidad reducida que permanecía en su casa de Picanya, a tiro de piedra del barranco del Poyo, con su cuidadora, una trabajadora de origen colombiano que se mantuvo con ella hasta el final. La cuidadora, E. C. J. G., acudió aquella trágica tarde a casa de la anciana, situada en un grupo de viviendas propiedad de una empresa pública de la Generalitat Valenciana. Se trataba de un precario grupo de viviendas de planta baja en la que vivían vecinos de edad avanzada que se conocían desde hace años.

Una inscripción con barro en los días posteriores en una de las viviendas arrasadas daba cuenta de la tragedia: “Adiós mamá no pudimos llegar a tiempo. Perdón”, escribió el hijo de una de las víctimas, que incluyó un corazón.

Un mes antes de la dana, según declaró la cuidadora ante la jueza, hubo un incendio y se les evacuó, por lo que pensó que, ante la crecida en el barranco, se les desalojaría preventivamente. “Normalmente, a los abuelos los evacúan”, pensaba la mujer.

Avisó a una vecina, pero el agua ya entraba en las casas. “Fue todo muy rápido, nunca pensó que fuera tanto, le puso unas bolsas en los pies para que no se mojara”, declaró la testigo. La anciana, según destacó la testigo, apretó el botón del servicio de la teleasistencia.

La cuidadora, previsora, le dio algo de comer de cara a la previsible evacuación, aunque el agua ya les llegaba “por las rodillas”. “De repente, les entró agua y lo arrasó todo, no sabía por donde sacarla”, relató ante la jueza el pasado 13 de noviembre, según el acta de la declaración a la que ha tenido acceso elDiario.es.

La trabajadora —como buenamente pudo— consiguió subir a la anciana a un mueble, que acabó partiéndose. Luego, cogió un bolso y cargó con la mujer “para sacarla de allí y pedir ayuda”. Sin embargo, “cuando salieron no había nadie”.

La cuidadora contó que mientras cargaba con la anciana con movilidad reducida, otras personas que vivían en las mismas casas de Picanya “le gritaban que los sacaran y no podía hacer nada”. “Fue muy triste de oír a todos los abuelos gritando y ella sin poder hacer nada”, declaró la testigo.

La corriente “creció mucho” y llegó a despedirse de la anciana ante la fuerza del agua que la arrastraba “hacia el barranco” del Poyo. Desafortunadamente, acabó soltándose y solo pudo sujetarse a un palo que le tendió otro vecino.

Cuando “bajó un poco” el agua, se acercó a donde estaba la anciana, que aún respiraba, y estuvo con ella hasta que un vecino la ayudó y pudieron colocarla en una mesa. Sobre las 23.00, la mujer expiró, pese a los intentos de reanimación por parte de la cuidadora.

Las escenas descritas por la testigo fueron dantescas. Otro anciano, que estaba medicado, “se estaba quedando dormido y se estaba ahogando”.

“Cuando su hermano la encontró, fueron a buscar a más abuelos, estaban asustados y los taparon con gorros y toallas que encontraron en sus casas”, indica el acta de la declaración de la testigo.

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