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Roger Waters golpea el muro levantado por los “cerdos” de la política

Roger Waters durante 'Us + Them Live', una gira cargada de denuncia política

José Antonio Luna

El muro de The Wall continúa sumando ladrillos. En tiempos de Donald Trump, Le Pen o Putin, gritar We don't need no education (con un significado todavía sujeto a debate) deja de ser un acto de rebeldía para convertirse en algo necesario. Así lo cree Roger Waters en Us+Them Live, un espectáculo que llega al WiZink Center de Madrid, su última parada en España, para señalar directamente y sin ningún tapujo a los “cerdos” de la política.

En un pabellón a rebosar, donde poco o nada importaba que fuera un jueves laborable, el bajista británico consiguió reunir a un público heterogéneo que no entendía de generaciones. Con canas o sin ellas, todos gritaron al unísono unos temas ya convertidos en himnos de revolución antisistema. Porque cada contexto tiene su muro de Berlín particular, y el de este, como repitió Waters en más de una ocasión, se encuentra construido a base de racismo, machismo y pobreza. Derribarlo no es fácil.

Las luces se apagaron con 20 minutos de retraso sobre la hora prevista, y fue entonces cuando en mitad del clamor generalizado resonaron los primeros acordes de The Dark Side of the Moon (1973) que servirían de punto de partida para las casi dos horas de concierto. Tras One of These Days, tema que revolucionó el auditorio a base de punteos de guitarra e imágenes psicodélicas, llegaba el turno de otra de las canciones más míticas de la banda: Time. Un tictac de relojes, ya familiar para muchos, que hacía de prólogo para lo que estaba por venir.

Pero Waters no fue el único protagonista de la función. Jonathan Wilson se encargó de reemplazar las partes realizadas por David Gilmour consiguiendo que, por algunos momentos, casi no llegara a notarse su ausencia. Casi. También resaltaron las coristas Jess Wolfe y Holly Laessig, responsables de, entre otras cosas, poner voz al considerado como uno de los solos vocales más impresionantes de la historia del rock: el de The Great Gig in the Sky.

Como si 74 años no significaran nada, el músico de Reino Unido se movía de un lado al otro del escenario agitando los brazos a ritmo de Welcome To The Machine. El único momento menos enérgico, quizá, estuvo representado por los tres temas de su último disco en solitario, Is this the life we really want? (2017). Sin embargo, resultaron ser la antesala de uno de los instantes más bellos e hipnóticos, el de Wish you were here.

En la pantalla de más de 30 metros de ancho y 20 de alto aparecieron dos grandes manos que se desfragmentaban en pétalos justo antes de tocarse con los dedos. “We're just two lost souls swimming in a fish bowl, year after year” (somos solo dos almas perdidas nadando en una pecera, año tras año), cantaba Waters al son de la guitarra acústica.

La última parte del primer set daba pistas del tono político y de denuncia que empezaría a adquirir el concierto. La legendaria Another Brick in the Wall (partes 2 y 3) llegó para demostrar que en pleno 2018 todavía hay quien se empeña en remarcar las fronteras. La potencia de esta pieza estaba remarcada por la presencia de 12 adolescentes encapuchados con trajes de Guantánamo que escondían un mensaje tras sus monos naranjas: “resist” (resistid). “A todos sitios donde vamos encontramos miles de niños. Estos son de Madrid”, aclaraba el propio Waters antes de anunciar el descanso.

Roger Waters contra todos

“Podéis ser nuestros hermanos o nuestro 'Gran Hermano', pero no ambos”, se leía en la pantalla durante el intermedio en referencia al presidente de Facebook. Pero no fue el único. “En EEUU: Trump. En Hungría: Orbán. En Francia: Le Pen. En Austria: Kurz. En el Reino Unido: Farage. En Rusia: Putin”, apareció en letras rojas. Us + Them Live estaba dispuesto a no dejar títere con cabeza, y no había empezado lo peor.

Sobre el WiZink Center de Madrid comenzó a descender una estructura que acabó convirtiéndose en la Battersea Power Station de Londres que ilustra Animals (1977). Por supuesto, con cerdo incluido. De hecho, el tema Pigs adquirió forma de bofetón musical para ridiculizar al presidente de los Estados Unidos y tacharle de“farsante” en repetidas ocasiones.

“Los cerdos gobiernan el mundo”, mostraba un grupo de actores caracterizados como el animal. “Que se jodan los cerdos”, proclamó Roger Waters con otra pancarta ante la gran ovación del público. Y al final del tema, por si todavía no había quedado claro, todo el pabellón se vistió con cuatro palabras enormes: “Trump, eres un gilipollas”.

La réplica de aquel terremoto antipolítico acabaría extendiéndose a otros personajes. Money sirvió para señalar la avaricia y la corrupción del G8, del FMI, de Merkel o incluso de Mariano Rajoy, que fue recibido con una oleada de aplausos. Después de toda una metralleta de palabras y calificativos sobre aquellos que como forma de vida tienen “un coche nuevo, caviar y una fantasía de cuatro estrellas”, Us and Them llegaba entre elogios para mostrar la otra parte, igual de majestuosa y emotiva: la instrumental.

“No hay un lado oscuro de la luna, realmente todo es oscuro”, Waters aprovechó el colofón final del tercer álbum más vendido de la historia de la música, The Dark Side Of The Moon, para eclipsar a los allí presentes. No solo con unos acordes ya universales, también con un espectáculo único: varios rayos de luz aparecieron sobre el escenario hasta crear el simbólico prisma que ilustra la portada del disco.

“Todavía creemos en los derechos humanos, pero hay otra gente que no lo hace. Necesito que el amor de este sitio se traslade al resto del mundo”, afirmó el bajista británico justo antes de concluir con Mother y Comfortably numb, dejando entre el auditorio una sensación a medio camino entre la alegría y la melancolía, una propia de haber asistido a un espectáculo único.

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