Una vida en precario arrasada por las llamas de un incendio
Llegaron a casa de madrugada. Dejaban atrás un día para olvidar. La madre de Marisol había fallecido y ahora solo querían dormir un poco. Pasados 45 minutos, el perro empezó a ladrar, así que acudieron a su llamada y descubrieron que el salón ardía en llamas. Cualquier intento de apagar el fuego resultaba inútil y a los bomberos les estaba costando llegar a la vivienda situada en las estrechas calles del barrio ilicitano del Raval. El incendio no tardó en propagarse al resto de habitaciones. Solo pudieron salvar el álbum de boda y el de la comunión del hijo.
Al día siguiente, el humo empezó a disiparse a la vez que crecía la preocupación de esta familia, que no sabía cómo iba a salir de esta. Una pregunta que, por desgracia, se habían hecho mucho últimamente. Y es que la apurada situación económica que vienen atravesando les había llevado a cancelar el seguro del hogar. “Tuvimos que quitar gastos hasta que volviera a trabajar. Nunca pensé que sería entonces cuando pasaría esto”, se lamenta Marisol Agulló un mes después del suceso.
Tanto ella como su marido representan la cara oculta del discurso oficial que sitúa a España fuera de la crisis económica. Un golpe tras otro. Primero fue Juanjo el que se quedó sin empleo. Consigue de vez en cuando enganchar “días sueltos” gracias a un amigo que lo contrata. Se ha unido también que “son malas fechas” para su profesión, montador de sonido, porque en esta época del año se celebran pocas fiestas o eventos que requieran de su servicio. Ahora, además, se enfrenta a una multa de 2.500 euros por conducir el camión de un compañero sin tener el carné.
Después, Marisol también perdió su trabajo. Una lesión en el pie le obligó a reposo casi dos meses. En el taller de aparado donde estaba sin contrato “no les interesaba que perdiera días” y la echaron. Su profesión, la de coser las piezas del calzado, forma parte de una de las industrias más potentes de la provincia de Alicante que se nutre a su vez de la economía sumergida. “Ser aparadora es lo peor, no tenemos derechos de nada”, concluye Marisol. ¿Sus ingresos? 300 euros mensuales de la antigua renta garantizada (actual renta de inserción).
Ayudas
Desde el último golpe, esta familia no ha parado de encontrar solidaridad. En el instituto del hijo, el IES La Torreta, el alumnado y varios profesores se han volcado y les han donado un dinero con el que han comprado escayola y cables para adecentar la vivienda, que ha quedado totalmente calcinada. Con el esfuerzo de los clientes de una cafetería que está vendiendo papeletas para su causa quizá compren el suelo y “si nos da también para las puertas”.
Algunos muebles usados y mantas les están llegando de ciudadanos anónimos y vecinos que respondieron a la petición de ayuda que una amiga de Marisol había publicado en una página de Facebook que aglutina a 27.000 miembros.
Desde aquel fatídico día, están durmiendo en una caravana en el campo de la madre de Juanjo a la espera de acceder de manera temporal a una vivienda municipal, la cual, podría estar ya lista. Según ha confirmado la concejala de Bienestar Social, Teresa Maciá, la Junta de Gobierno del pasado viernes ha decretado, a través de la línea de ayudas de emergencia social, habilitar un piso en otro barrio próximo para esta familia que podrán ocupar durante tres meses, que es el tiempo estimado para que concluyan las obras de rehabilitación de la vivienda incendiada. A este respecto, el consistorio está “valorando” sufragar parte del presupuesto que les han pasado, cercano a 4.000 euros, para hacer frente a parte de los costes. De momento, Marisol, Juanjo padre y Juanjo hijo, de 17 años, también “están tirando” gracias a la ayuda superior a 1.000 euros en alimentos y otros costes que les ha facilitado la administración local. “Todo esto nos levanta la moral –concluye la aparadora- a ver si salimos del pozo ya”.
