Dice la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 19 que todo individuo tiene “derecho a investigar y recibir informaciones y opiniones, así como a difundirlas sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. La opinión, la información y la expresión no son ejercicios exclusivos de los periodistas ni de las personas contratadas por un medio de comunicación. Todos podemos y debemos actuar como periodistas: para denunciar, para proponer, para contar, para que nada quede oculto, para conquistar el altavoz que nos corresponde y que tantas veces está ausente en los medios de comunicación.
El objetivo -y la obsesión- de esta sección será ese: lograr que la comunidad de usuarios, lectores y socios de eldiario.es contribuya activamente en la vigilancia de este medio para enriquecerlo y mejorarlo a través de la crítica y las sugerencias.
Esta sección es abierta y colectiva. Sólo podrá ser si la construimos entre todos. Sois vosotros, la comunidad de lectores de eldiario.es, quienes os encargaréis -a través de un formulario que estará activo en los próximos días- de dotar de forma y fondo una tribuna tan fundamental como ésta, en la que cada domingo abordaremos los retos, las faltas, los vicios, los defectos, las ausencias y los hallazgos en los contenidos informativos de eldiario.es.
Seré defensora del lector pero también continuaré escribiendo análisis e información. Naturalmente, cuando lleguen quejas relacionadas con mi labor, no actuaré como defensora. En esos casos será el director de este medio quien asuma la tarea de representaros.
La información es un servicio público imprescindible, un pilar básico básico de las sociedades libres y democráticas. Una sociedad mal informada es más fácilmente manipulable. Decía el maestro de periodistas Ryszard Kapuscinski que el periodista debe ejercer su profesión con la intención de provocar algún tipo de cambio y de remover conciencias. En ese carácter intencional del oficio no hay cabida para la equidistancia. Los informadores deben tomar partido, siempre: a favor de los derechos humanos, de las víctimas, de la justicia, de la igualdad, de la solidaridad.
Uno de los vicios más habituales de esta profesión es el de la práctica de la equidistancia a través del periodismo ‘de versiones’. Aquel que otorga la misma credibilidad a todos, en un tramposo intento por parecer neutral, se sitúa al mismo nivel moral a abusadores y abusados, a opresores y oprimidos, como si hubiera tantas verdades como personas y ninguna verdad real. Pero la verdad existe y se halla en los hechos.
Ser periodista es saber sospechar del poder y vigilarlo de cerca, porque es de él de donde proceden de los abusos. Como afirmó el periodista Horacio Verbitsky, “periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar”.
Dicho de otro modo, y usando las palabras del fotoperiodista Philip Jones Griffiths, el periodismo siempre es subversivo. No es tarea fácil, y menos en una época en la que abunda un periodismo aliado del poder y empeñado en tratar la información como si fuera una simple mercancía con la que lograr beneficios económicos a corto plazo, en detrimento de la calidad.
Tanto es así, que los ciudadanos nos vemos cada vez más invadidos por el infoentretenimiento y por noticias que repiten -incluso textualmente- el contenido de las notas de prensa de organismos oficiales o de las grandes agencias de noticias.
En un momento en el que se está experimentando un claro retroceso en los derechos básicos recogidos por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y por las Constituciones más avanzadas, es deber de todos -periodistas y ciudadanos- exigir una información que no rinda pleitesía al poder, que escarbe en la raíz de de los problemas actuales y que ofrezca un altavoz a quienes no lo tienen.
Todo lo demás no será periodismo, sino ocultación y propaganda.
Internet es una herramienta que facilita la existencia de ese periodismo independiente. Frente a muchos grandes medios de comunicación convencionales, que requieren de enormes inversiones y gastos en impresión, distribución o emisión, y que, por tanto, necesitan créditos bancarios y el respaldo económico de grandes corporaciones, la Red facilita la comunicación, abarata la transmisión de datos y democratiza la información. A través de ella podemos conseguir un periodismo más libre, independiente e inclusivo que no se limite a contar los qués y cuándos, sino que pueda profundizar en los porqúes.
Como señala David Simon, ex periodista y guionista de magníficas series de televisión como The Wire, “el porqué es lo que convierte el periodismo en un juego de adultos, y la única manera de explicar el porqué es mediante periodistas absoluta y enteramente comprometidos con la cobertura de un asunto determinado”.
Tanto periodistas como ciudadanos -esto es cosa de todos- tenemos la obligación de reivindicar un ejercicio honesto, ético e independiente de la profesión periodística, centrado en la búsqueda de los porqués y no en la copia de las notas de prensa oficiales ni en la repetición de los discursos institucionales.
Estoy segura de que la gran comunidad de lectores y socios de eldiario.es contribuirá con esta tarea. Vosotros formáis parte de este proyecto. Espero vuestras aportaciones, críticas y propuestas. Confío en poder representaros como merecéis.