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El iceberg estadístico: las claves de la nueva etapa de la pandemia en Euskadi

Un grupo de personas pasea por Bilbao con mascarillas

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Las elecciones vascas se celebraron en julio porque las cifras de la pandemia iban a ser las “más bajas” y porque el rebrote de la COVID-19 iba a llegar en otoño, según los informes del ‘número dos’ de la Sanidad vasca, Iñaki Berraondo. Pero ese día 12 de julio –como antes algunos de junio y después todos y cada uno de los que siguieron a los comicios- el R0 ya marcaba más de 1. El R0 o número reproductivo básico marca cuántos casos de COVID-19 se derivan de cada positivo y si supera esa barrera indica que la pandemia está en expansión. En su momento, fue un criterio crítico para vetar el salto de la fase 0 a la fase 1 de la desescalada.

Ahora, solamente una semana después, Euskadi ha recibido el impacto de que entre el sábado y el domingo han aparecido casi 200 nuevos positivos, una cifra propia de la fase -1, de cuando solamente tener perro era salvoconducto para salir a pasear. A expensas de lo que pueda ocurrir en los próximos días, la progresión es muy mala, ya que el sábado eran 115 los casos, el viernes 68 y a principios de julio la media era de cinco o seis una vez superado el susto de los rebrotes en los hospitales de Txagorritxu y Basurto.

“Pero 60 casos ahora no son como 60 casos en mayo”, alega la consejera Nekane Murga, que lleva meses multiplicándose en reuniones y comparecencias de prensa. En Euskadi siempre se dicen antes las pruebas que se hacen que los positivos que se han hallado y siempre se ha querido dejar claro que, si hay muchos casos, es porque se hacen muchas pruebas. “Ahora vemos más parte del iceberg”, ha ejemplificado la responsable de Salud, ahora en funciones pero con voluntad de continuar a un cargo al que llegó en 2019 después de que la investigación sobre las irregularidades OPE de Osakidetza de 2018 se llevará por delante a Jon Darpón.

En efecto, la vasca es una de las comunidades autónomas junto con La Rioja, Asturias o Navarra a la cabeza en test PCR en relación a su población. Pero también es cierto que 7.000 de los alrededor de 21.000 positivos totales se han identificado tarde, con pruebas serológicas que detectan anticuerpos y restos de una enfermedad pasada. Basta preguntar en Vitoria a quienes tuvieron claros síntomas en marzo para descubrir que muchos de ellos jamás fueron diagnosticados correctamente. Un reportaje en ‘The Guardian’ llamaba ‘contagion point’ a aquella Vitoria de finales de invierno con vuelos directos a Bérgamo y una probada capacidad exportadora del neovirus hacia La Rioja, hacia Navarra o incluso hacia Extremadura o Castilla-La Mancha.

No le falta razón a Murga tampoco cuando explica que, en cuanto se detecta un brote en este momento, se montan unas carpas allá donde toque, y se llama a filas a los posibles afectados para que les tomen muestras. El 900 20 30 50 que desesperaba a los primeros infectados –se llegó a decir que no llamaran más que los que hubieran viajado a Wuhan o Lombardía- ahora funciona razonablemente rápido.

Este sistema de alertas de salud pública se ha activado con celeridad en Ordizia, en Eibar, en Tolosa, en Eskoriatza y en otros puntos. Las carpas han brotado, sobre todo, en una Gipuzkoa que ha pasado de vivir casi de espaldas a la pandemia –salvo en sus residencias, con cientos de fallecidos- a estar en el primer plano informativo. Un dato: Gipuzkoa entró al estado de alarma y al confinamiento general con 46 casos y solamente este domingo ha marcado 93. Lo que se han visto son ‘screenings’ multitudinarios que permiten actuar más rápido que antes. Si se detecta a un asintomático, se le retira de la circulación y ya se corta la transmisión, algo que antes no sucedía.

Gipuzkoa entró al estado de alarma y al confinamiento general con 46 casos y solamente este domingo ha marcado 93

Además, se ha reforzado el equipo de rastreadores para trazar los recorridos de los infectados y buscar sus contactos. Lo que no está claro es cuántos son esos Sherlock Holmes del coronavirus, ya que a veces eran 34 y este sábado eran 180 susceptibles de ser más y más si la cosa se tuerce. ¿O es que 140 son personal de apoyo y los rastreadores, como tales, no pasan de 40? Quizás ocurra como con las camas de UCI -se llegaron a dar varias cifras diferentes durante los momentos más críticos- o como con los respiradores de Turquía –a veces estaban comprados, a veces era casi ofensivo preguntar por ello porque nunca habían existido y a veces habían sido “birlados” por algún intermediario-.

¿Pero cuánto iceberg estamos viendo? Este sábado, en números redondos, se realizaron 5.000 PCR. Los 200 positivos arrojarían un porcentaje de infección del 4%. El 30 de abril, Osakidetza registró un total de 5.200 PCR, de nuevo en números redondos. 126 dieron positivo, ni el 2,5%. Se hacen muchas pruebas, sí, pero también hay muchos positivos. En la gráfica se puede ver toda la evolución de test y de positivos.

Los cambios más significativos de esta nueva etapa de la pandemia son dos. Primera clave: la edad media de los infectados. Se ha pasado de una enfermedad de mayores y de residencias a una de adolescentes, fiestas de Selectividad y colonias. El 43% de los infectados entre el sábado y el domingo tenían entre 10 y 19 años mientras en las residencias sólo quedan unos pocos casos en Bizkaia. El ocio, la movilidad y cierta dejadez con las medidas preventivas son tres factores detrás de estas cifras. Así las cosas –segunda clave- ahora la presión sobre el sistema sanitario es mucho menor. En la UCI solamente quedan dos personas y, aunque no se sabe muy bien la cifra por la confusión estadística de Osakidetza, en los hospitales quedarían unas 150 en planta. Lejos quedan los días de 200 respiradores ocupados y todos los grandes hospitales vascos al borde del colapso.

Entretanto, en pleno repunte de casos, Osakidetza ha decido cambiar su política de comunicación de datos de la pandemia. A falta de los ajustes definitivos, parece que en el resumen que enviará de lunes a viernes desaparecerán algunos datos como los posibles fallecimientos. Solamente los miércoles se mandará el dossier completo que se enviaba hasta la fecha cada mediodía. En realidad, el baile estadístico ha acompañado a los datos diarios casi desde el principio, con positivos que iban y venían, centros enteros que se excluían de la lista de hospitales (como San Onofre en Vitoria) o como cuando Euskadi obró el milagro de tener más personas recuperadas que enfermas sin que nadie le diera la menor importancia. Y ya advirtió Murga de que los 1.623 fallecidos actuales podrían ser también ‘ajustados’ ya que se alega que muchos tenían COVID-19 pero también otras patologías graves que fueron la causa principal del fallecimiento.

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