Fernando y David, agricultor y peluquero, dos exmilitares con el petate a Madrid
Fernando Tello hace hoy de agricultor en los campos de Cordobilla de Lácara, 42 km al norte de Mérida, y David Thovar, de Badajoz, ha intentado volver a la vida civil con una peluquería pero no le ha ido bien y está en el paro.
Exmilitares, soldado y cabo respectivamente, están a punto de calzarse las botas para a partir de este viernes salir caminando hacia Madrid desde Badajoz, 400 kilómetros, donde confluir el 26 de noviembre con otras personas descontentas con el trato que les han dado las Fuerzas Armadas, en una protesta nacional con la entrega de una queja al Defensor del Pueblo.
Ambos, hoy con 37 y 35 años, fueron despedidos de la milicia con el procedimiento de no renovarles el acuerdo de ‘compromiso’ –que no contrato- por el que se rigen miles de miembros de tropa y marinería, con una precariedad que en todo caso tiene los días contados porque si a los 45 años no han conseguido ser personal ‘de carrera’ se van a la calle.
En este último caso con 600 euros al mes para siempre, pero tienen prohibido cualquier otro trabajo en la Administración, sin embargo en el de ellos fue peor, salieron “con una mano detrás y otra adelante” según describe para eldiarioex Jorge Bravo, secretario general de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME).
A Fernando Tello le dijeron, tras volver de Irak, que no estaba apto para el servicio, dándose la circunstancia de que a cualquier efecto el Gobierno no reconoce aquella intervención como militar, “pero yo te aseguro que allí no fuimos a repartir bolígrafos”, protesta el ahora agricultor.
El caso de David Thovar, que servía en un cuartel de Badajoz, fue distinto, le acusaron de una falta y por eso no le renovaron el compromiso, aunque sospecha que influyó el ser gay.
Desde la sede de Defensa en Badajoz
Este viernes, junto a la Delegación Provincial del Ministerio de Defensa en Badajoz, explicarán el problema de los soldados españoles –y también de otros colectivos como el de padres que han perdido a sus hijos militares y no se sienten recompensados- y luego cogen a las dos de la tarde la carretera para en etapas de 30 kilómetros diarios plantarse en Madrid.
Donde la AUME no les haya conseguido alojamiento “montaremos la tienda de campaña como buenos militares, y a dormir”. Son semanas del año con frío y lluvia “pero estamos acostumbrados y preparados”.
Es muy variado el repertorio de casos por el que ex miembros de la Defensa española se sienten maltratados, pero un gran contingente es el de los militares ‘temporales’ –clase de tropa con documento de ‘compromiso’ a falta de contrato- que a los 45 años corren riesgo de ir a la calle.
Algo previsto en la Ley de Tropa y Marinería, explica el secretario general de la AUME Jorge Bravo, pero en ella también se prevé la formación, y titulación, de ese personal para que con esa edad relativamente avanzada puedan reingresar en la vida laboral, y sin embargo “en ese aspecto nada se ha hecho”.
“Entendemos que saben esa condición de que tienen un plazo para conseguir la permanencia en el Ejército, pero la otra, la de quedar preparados para el mercado laboral, no se cumple”.
Esos militares temporales constituyen el 45% del total de las Fuerzas Armadas, y a esa edad se les licencia con 600 euros al mes con los cuales deben seguirse pagando si quieren la cotización a la Seguridad Social. Además de un problema para ellos y sus familias el asunto puede ser un gran contratiempo para la Hacienda, advierte el dirigente de la Asociación de Militares.
Los primeros licenciados a los 45 salieron hace dos años “pero dentro de tres o cuatro van a ser miles, y de aquí al 2028 tendrá un coste para el Gobierno de 10.000 millones de euros, gente en su casa pero cobrando. Algunos diputados del Congreso nos han reconocido que no será posible y que tendrá que haber recortes”, previene Jorge Bravo.