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“Soy cooperante porque creo que aún un mundo más justo es posible”

Elisabeth Masero Visiga

Jesús Conde

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Es una profesión que le ha permitido crecer y conocer otras realidades desde su compromiso con la justicia social.

Elisabeth Masero Visiga es una periodista extremeña y cooperante que lleva tres años trabajando en Palestina como técnica de proyectos de Paz con Dignidad. No quiere idealizar el mundo de la cooperación, aunque valora que le permite aprender a diario.

Destaca que es cooperante porque cree que “aún un mundo más justo es posible”. “Desde una solidaridad internacionalista y promoción del respeto a los derechos humanos, desde lo personal hasta lo político se pueden lograr los cambios que deseamos”.

En la actualidad su labor consiste en apoyar el trabajo de organizaciones de Derechos Humanos palestinas en dos sectores en concreto: salud y protección de derechos humanos en toda Palestina, algo que incluye Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este.

“Estas organizaciones y Paz con Dignidad compartimos una visión de la justicia social, de las causas de las violaciones de derechos humanos a la población palestina que no es otra que la ocupación israelí desde hace más de 70 años y las consecuencias de todo ello que son, entre muchas otras, el desplazamiento forzado, asesinatos, detenciones o el no permitir el derecho al retorno de la población refugiada palestina”.

En su trabajo hacen de intermediarias, entre quienes financian los proyectos que presentan --normalmente administraciones del Estado Español-- y las socias que tienen allí. Son proyectos en los que también apoyan el sistema de salud gazatí, la defensa de los derechos y libertades de prisioneros políticos palestinos en cárceles israelíes o el fortalecimiento de la identidad entre la juventud palestina.

¿Por qué cooperante?

En su caso no hubo un momento en el que decidiera ser cooperante. Más bien desde su profesión como periodista sintió la necesidad de recuperar esa función social que ese trabajo tiene encomendado. “Y ahí empecé a relacionarme con el mundo de la cooperación y la educación para la transformación social. Creo que esto último es clave también para transformar las relaciones injustas que vemos cada día entre personas y entre países”.

Advierte que la profesión de cooperante está muy mitificada. “Mi día a día no tiene nada que ver con los viajes solidarios de verano o con la visión paternalista de estar en medio del desierto llevando agua a comunidades sin acceso a ella. Muy lejos de esto, paso muchas horas delante del ordenador pero también me quedo con todo el aprendizaje de estar en un contexto como el de Palestina”.

Eso sí, cada día aprende, algo que le ha permitido reforzar la importancia de la interrelación entre el llamado Norte y Sur, de las luchas entre unos pueblos y otros. “También me ha enseñado a relativizar, sobre todo los problemas”.

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