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Del campo a trabajar para la NASA: la desconocida historia de Agroguía, el “conejillo de indias” de CartoDB

La 'tablet' donde se instala Agroguía va fijada al cristal del tractor

Lucía Caballero

A los últimos novios inversores de la ‘startup’ española CartoDB no les falta dinero que ofrecerle: en la última ronda de financiación, encabezada por el fondo Accel Partners (uno de los más relevantes de Silicon Valley), la empresa agregó a sus arcas 23 millones de dólares.

Aunque aún joven – nació en 2012 −, ha demostrado tener futuro. Entre sus clientes figuran nombres de la talla de la NASA, la ONU o Twitter, además de distintas universidades, ayuntamientos y medios de comunicación. El ‘software’ les ha servido a todos ellos para representar datos sobre un mapa (incluso uno de la agencia espacial estadounidense), a cualquier escala, en la ‘nube’ y sin grandes complicaciones.

Su actual CEO, Javier de la Torre, y Sergio Arias, su otro cofundador, ya eran padres de un proyecto anterior enfocado a la visualización de datos sociales y medioambientales: Vizzuality. Pero este no es el único hermano que tiene la atractiva ‘startup’ española. En la familia hay sitio para otro consanguíneo, de origen rural y algo menos ambicioso, pero no por ello menos sobresaliente que el resto.

“De la Torre contactó conmigo hace poco más de cuatro años porque le resultaba curioso que alguien hiciese aplicaciones para agricultores”, relata Javier Santana, actual CTO de CartoDB, a HojaDeRouter.com. “Estaban haciendo un proyecto sobre herbicidas y les interesaban los datos recogidos por Agroguía”, prosigue.

El vallisoletano es el creador de la aplicación que menciona y por la que preguntaba De la Torre. “Aquel proyecto no resultó, pero empezamos a colaborar en otros para Google”, cuenta Santana, que admite haber acabado en CartoDB gracias a Agroguía. Hoy, De la Torre y Álvarez también forman parte del equipo de la empresa fundada por Santana, cuya actividad desarrollan en paralelo.

Proyectos hermanos

Como explica Santana, es una simbiosis: “Mucha de la tecnología que hemos implantado en CartoDB la probamos primero en Agroguía, siempre ha sido un conejillo de indias”. Al mismo tiempo, la segunda se beneficia de los adelantos, adquiriéndolos después en alguna actualización.

La aplicación es un sistema de guiado GPS para agricultores que se instala en el vehículo (generalmente un tractor). En principio, estaba pensada para aquellas labores en las que el campo de trabajo es tan ancho que resulta complicado tomar referencias visuales, como las de abonado, aplicación de fertilizantes, pesticidas y herbicidas. Sin embargo, sus usuarios han improvisado otros usos: medir áreas, distancias o calibrar máquinas.

Otro de sus puntos fuertes son los informes que el ‘software’ envía por correo electrónico, especificando información útil sobre la parcela trabajada, el tiempo empleado y qué zonas han quedado sin tratar. “Muchos lo utilizan como referencia del trabajo que hacen cada día”, indica Santana.

Aunque comparten progenitores, Agroguía no tiene pretendientes ni se los están buscando. “Alguna vez hemos pensado en meter capital o buscar inversores para crecer, pero esto requiere una dedicación que no podemos darle”, admite Santana. En realidad, cuando le preguntamos por el futuro, su fundador tiene claro que quieren seguir así: como una empresa pequeña que, sin embargo, es rentable. Según señala, lo ha sido prácticamente desde el principio (ha conseguido reunir a unos 2.000 clientes), pero prefiere mantenerla como un proyecto personal, tal y como empezó.

La inspiración estaba en casa

La familia de Santana siempre ha estado vinculada a la agricultura – él mismo ha ayudado a su padre y su abuelo en las labores del campo − por lo que, en 2005, decidió enfocar su proyecto final de carrera hacia este sector. Propuso la idea a un profesor que trabajaba en el área y comenzaron a esbozar la aplicación.

Por aquel entonces, la situación era un poco distinta a la actual: “No había tantas aplicaciones como ahora”, explica Santana. Ni siquiera existían los sistemas operativos móviles que conocemos actualemente, ni los ‘smartphones’. El primer iPhone salió al mercado en 2007 y el primer teléfono que funcionaba con Android (el HTC Dream) no vio la luz hasta 2008.

Tampoco sus objetivos eran los de un emprendedor o un desarrollador al uso. “No tenía intención de montar ningún tipo de empresa ni de vender productos”, asegura. “Simplemente quería hacer una herramienta útil”.

Una vez tuvieron lista la primera versión, hicieron pruebas con algunos agricultores conocidos para que les dieran su opinión. El resultado fue positivo: funcionaba, así que ¿por qué no distribuirla entre otros posibles interesados?

“Montamos una pequeña empresa para tener un soporte legal de nuestra actividad”, relata Santana. A partir de ahí, comenzaron a vender equipos y a darse a conocer en el sector, aunque los avances no fueron inmediatos ni el camino fácil. “Los agricultores estaban acostumbrados a comprar algo sólido, como un arado u otra pieza, que montaban y usaban”, indica el desarrollador.

Una aplicación, sin embargo, era algo casi etéreo (y por entonces extraño), sobre todo comparado con una enorme herramienta metálica. “La tecnología integrada en tractores y otras máquinas siempre ha sido brutal, pero antes apenas había herramientas informáticas enfocadas a este sector”, explica el responsable de Agroguía. Si a esto le sumamos que todavía no había un ‘smartphone’ en cada casa, el escepticismo que encontraban es comprensible.

Pioneros en las ventas 'online'

Los clientes hacen el pedido por teléfono para luego recibirlo en casa. “Solo vendíamos por internet y la gente desconfiaba [muchos son aún reticentes]”, reconoce Santana, pero ese era en parte el secreto de su estrategia, porque las grandes marcas de tecnología para agricultores (como NewHolland) no tenían apenas presencia en la Red.

“Les enviamos una caja con una ‘tablet’ y lo único que tienen que hacer es fijarla al cristal del tractor”, explica el fundador de Agroguía. No es necesario que configuren la aplicación, basta con indicar el ancho de trabajo; en otras palabras, el de la herramienta que lleva asida el vehículo.

Las ventajas eran obvias. “En cuanto le instalabas el equipo en el tractor y hacías una prueba, se daban cuenta de que iba a aportarles un valor y que solo tenían que acostumbrarse a utilizarlo”, dice Santana. “Todo es muy gráfico y fácil de entender”.

Con los años, las cosas han sido más fáciles. A nadie le asusta ya una 'tablet' y comprar por internet se ha convertido en una práctica habitual. Hoy también existe la posibilidad de instalar la herramienta en un dispositivo Android, aunque no trabajan con el sistema iOS. “No tendría mucho sentido porque es un mercado reducido y, además, tendríamos problemas con el ‘hardware’: Apple no nos permitiría utilizar los mismos GPS”, sostiene el desarrollador.

Sus clientes son en general pequeños agricultores a los que prestan un servicio personalizado. “Si nos llaman con un problema, se lo solucionamos o le enviamos un equipo nuevo cuanto antes”, indica el CTO de CartoDB.

Incluso han adaptado la herramienta para que funcione en avionetas y helicópteros. Se lo pidió un cliente y enseguida entendieron la necesidad: “Los requisitos son distintos a los de un tractor, el ‘software’ tiene que ir más rápido. Somos pocos y sabemos muy bien cómo funciona, por eso podemos hacer adaptaciones concretas”.

Además, disfrutan “cacharreando” y probando cosas nuevas. Mientras dedican la mayoría de sus esfuerzos a CartoDB, Agroguía les sirve, prácticamente, como distracción. Un pasatiempo que no ha dejado jamás de dar sus frutos.

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Todas las imágenes de este reportaje son propiedad de Javier Santana/Agroguía

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